Varios grupos de investigación lanzaron un proyecto internacional de cinco años para establecer la secuencia del genoma del banano silvestre, con miras a crear variedades domésticas resistentes a las pestes y enfermedades.
El esfuerzo, encabezado por la Red Internacional para la Mejora del Banano y el Plátano (INIBAP), tiende a beneficiar a pequeños agricultores que cultivan esas frutas y no pueden costearse los pesticidas y fungicidas empleados por los cultivadores comerciales.
Los organizadores quieren asegurar que cualquier beneficio derivado de la investigación recaiga sobre los pequeños agricultores, sin que deban pagar regalías.
«Nuestro principal interés no son los bananos que encontramos en el supermercado aquí o en Europa», dijo a IPS el director de INIBAP, Emile Frison.
«Más de 85 por ciento de los bananos producidos en el mundo se consumen localmente y son una comida básica. Queremos crear una resistencia en esas variedades», explicó Frison.
Agregó que el proyecto costará entre cuatro y cinco millones de dólares por año. La mitad de esos fondos procederá de instituciones que ya trabajan en la investigación del genoma del banano, incluso los gobiernos de Australia, Bélgica, Francia, India, México y Estados Unidos.
Se esperan fondos adicionales de la Unión Europea y la Fundación Estadounidense para la Ciencia Nacional, añadió Frison.
Jane Rissler, de la Unión de Científicos Preocupados, aprobó el uso de la genética para mejorar cultivos tradicionales. «Debería haber más financiación para este tipo de iniciativas», dijo.
Dada la condición de los bananos y los plátanos como el cuarto cultivo más importante del Sur en desarrollo (luego del arroz, el trigo y el maíz), con presencia en tres continentes, el impacto del proyecto podría ser muy importante.
Se estima que 500 millones de campesinos de unos 120 países cultivan bananos o plátanos, que son fuentes importantes de carbohidratos, fósforo, calcio, potasio y vitaminas A y C para unos 20 millones de personas, principalmente en Africa oriental.
El año pasado se produjeron más de 58 millones de toneladas de bananos y 30 millones de toneladas de plátanos en todo el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, con sede en Roma.
India fue el mayor productor de bananos, con 11 millones de toneladas, mientras Uganda fue el mayor productor de plátanos, con nueve millones de toneladas.
Apenas 10 por ciento de los bananos y plátanos del mundo se cultivan para exportación, principalmente en América Latina y el Caribe, que también tienen el mayor rendimiento por hectárea.
Los bananos y plátanos son amenazados por una variedad de pestes, como el gorgojo y los nemátodos, y de enfermedades fatales, como la sigatoka negra, el mal de Panamá, manchas del follaje, y la erwinia o cogollo negro, entre otras.
El hongo fusarium oxysporum, causante del mal de Panamá, eliminó el principal banano de exportación, Gros Michel, hace más de 50 años.
La variedad Cavendish reemplazó a Gros Michel en la década de 1940 tras demostrar su resistencia al fusarium, pero ahora está amenazado por una nueva enfermedad, Raza Tropical 4, que ya devastó el cultivo en Malasia.
La sigatoka negra es quizá la mayor amenaza del banano y los plátanos. Originaria de Fiji, «se extiende actualmente por todo el mundo, causando pérdidas de 30 a 50 por ciento de la producción» en los campos que infecta, según Frison.
Esto golpea duramente a los pequeños cultivadores, que no pueden adquirir los fungicidas necesarios para combatir la enfermedad.
«Cuando ataca la sigatoka negra, los agricultores no pueden hacer más que presenciar cómo mueren sus plantas. El hambre puede ser la consecuencia», dijo.
El motivo de la gran susceptibilidad de los bananos y plátanos domésticos a las pestes y enfermedades es que son estériles y se reproducen echando nuevas ramas desde su tallo. Al igual que los clones, esas nuevas ramas pueden transplantarse, pero su constitución genética es idéntica a la de la planta original.
Mientras las variedades domésticas no han evolucionado, sus parientes silvestres, que se encuentran en el sudeste de Asia, todavía se reproducen a través de semillas y por necesidad han desarrollado defensas contra las mismas pestes y enfermedades que afectan a aquéllas.
«Sabemos por la observación de las especies silvestres que tienen fuentes de resistencia a los ataques», dijo Frison.»Se precisa un esfuerzo coordinado de científicos de todo el mundo para descubrirlos», agregó.
El proyecto está a cargo del Consorcio Mundial del Genoma del Banano, integrado por el Instituto Internacional para la Agricultura Tropical, de Nigeria, y el Instituto para la Investigación Genómica, de Estados Unidos.
También participan otros institutos de investigación de Alemania, Australia, Bélgica, Brasil, Francia, Gran Bretaña, Guadalupe, India, México, República Checa e INIBAP, un programa del Instituto Internacional de Recursos Fitogenéticos, de Roma.
Hasta ahora, los científicos sólo han logrado descifrar la secuencia del genoma del arroz y del arabidopsis, una cepa de la planta de mostaza. Se prevé que el genoma del banano podrá descifrarse más rápidamente, porque comprende apenas 11 cromosomas, con 500 a 600 millones de pares base.
Si el consorcio logra descubrir la fuente de la resistencia a las pestes y enfermedades, el impacto ambiental podría ser muy positivo, porque permitiría «prescindir de los fungicidas y pesticidas», destacó Frison. (FIN/IPS/tra-en/jl/aa/mlm/sc-dv/01