Menos de dos años de gobierno de Abdurrahman Wahid, destituido el lunes de la presidencia de Indonesia por el parlamento, mostraron problemas de la transición democrática relacionados con el sistema de partidos y el poder militar.
Wahid, a quien la Asamblea Popular Consultiva (APC) decidió sustituir por la vicepresidenta Megawati Sukarnoputri, fue el primer presidente elegido en un proceso democrático, tras el régimen militar de Ali Suharto (1965-1998), y estaba previsto que su mandato durara hasta 2004.
En las elecciones de 1999, la mayoría relativa correspondió al Partido Democrático de la Lucha Indonesia, liderado por Sukarnoputri, que fue apoyado por 33 por ciento de los electores.
Sin embargo, los representantes en la APC del partido Golongan Karya (Golkar) de Suharto y de los partidos musulmanes se aliaron para bloquear el acceso al gobierno de Sukarnoputri, y designaron a Wahid, cuyo Partido del Mandato Nacional había logrado sólo 11 por ciento de los votos.
Veintiún meses después, los mismos partidos decidieron apoyar a Sukarnoputri, irritados con Wahid por su resistencia a otorgarles posiciones clave en el gobierno.
La falta de apoyo parlamentario al ex presidente puso al país a la deriva, con ministros que respondían más a sus partidos que a Wahid.
«Eso se debió a que la alianza de gobierno se había gestado entre personas, sin base en un programa común», opinó Nursyahbani Katjasungkana, activista y representante en la APC de la Coalición de Mujeres Indonesias por Justicia y Democracia.
Wahid destituyó a representantes de partidos en su gabinete, y designó en sus lugares a técnicos provenientes del sector privado. Eso aumentó las críticas de los parlamentarios al ex presidente, y creó las condiciones políticas que condujeron a su destitución.
El año pasado, dos escándalos de malversación de fondos brindaron a los partidos la oportunidad de deshacerse de Wahid.
En uno de los casos, un ex asesor de la presidencia desvió fondos de una agencia estatal. En el otro, Wahid fue acusado de procedimientos inapropiados en el manejo de una donación del sultán de Brunei para la provincia noroccidental de Aceh, afectada por el conflicto con insurgentes separatistas.
El ex presidente no fue acusado de apropiación indebida de fondos, y el fiscal general concluyó que no era culpable en ninguno de los dos casos, pero la mayoría de la APC decidió censurar a Wahid y someterlo a juicio político.
La reacción del ex gobernante fue un intento de suspender la actividad del parlamento, que no contó con apoyo de las Fuerzas Armadas.
Wahid anunció este miércoles hoy que abandonará el palacio presidencial este jueves y viajará a Estados Unidos para recibir tratamiento médico, pero sostuvo que su destitución fue inconstitucional, y en que aún es el presidente desde los puntos de vista legal y moral.
«Todo se debe a cuestiones de poder y dinero», afirmó Katjasungkana, quien no asistió a la sesión especial de la APC en la cual se destituyó al ex presidente, para expresar su protesta por el procedimiento.
Los partidos «se dieron cuenta de que no podían controlar a Wahid, y se unieron para expulsarlo», opinó el legislador Gregorius Seto Harianto, del Partido Nacional Amor y Democracia, quien tampoco asistió a esa sesión.
Sukarnoputri es muy popular, y existen grandes esperanzas de que su gobierno conduzca al país a la estabilidad, pero algunos analistas piensan que existen riesgos de los militares recuperen poder político.
«El futuro de nuestra democracia está en duda», comentó Arbi Sanit, profesor de ciencia política de la estatal Universidad de Indonesia.
Wahid fue muy criticado por su tozudez en las relaciones con el parlamento y por los vaivenes de su política, pero nadie duda de que logró imponer la autoridad civil sobre las poderosas Fuerzas Armadas.
El ex presidente estableció el requisito de aprobación de las autoridades civiles a cualquier operación militar, e impulsó el diálogo para resolver los conflictos con insurgentes en Aceh y en la provincia oriental de Irian Jaya, tras años de intentos de resolverlos por la fuerza.
También destituyó a influyentes altos oficiales y designó a un civil al frente del Ministerio de Defensa, que había sido encomendado a oficiales del Ejército en actividad desde que Suharto tomó el poder, sin que las Fuerzas Armadas opusieran resistencia.
«Wahid fue el único gobernante que se atrevió a poner a los militares bajo autoridad civil», apuntó Katjasungkana.
La relación del ex presidente con las Fuerzas Armadas se complicó a comienzos de este año, cuando Wahid se propuso designar como comandante del Ejército a Agus Wirahadikusumah, ex comandante de la reserva estratégica de esa fuerza.
«Wirahadikusumah quería investigar la corrupción, el encubrimiento y el nepotismo en las empresas conducidas por los militares» mediante fundaciones, cooperativas y sociedades anónimas, afirmó Sanit.
«Las Fuerzas Armadas se vengaron del ex presidente cuando se rehusaron a respaldar su propósito de suspender la actividad parlamentaria y decretar un estado de emergencia», sostuvo.
Wahid también impulsó la libertad de asociación y disolvió instituciones creadas por el régimen de Suharto para controlar la actividad de las organizaciones no gubernamentales (ONG), mediante presuntos representantes sociales en las cortes locales.
Sin embargo, en la actualidad pocos recuerdan esos aportes del ex presidente a la democratización, opacados por la crisis económica.
«Todos los logros de Wahid no significan nada para la gente, que quiere comer», enfatizó Kantjasungkana.
El ex presidente «no hizo nada para sacar al país de la crisis económica», aseveró J.B. Kristiadi, de la ONG Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
«No me importa quien ocupe la presidencia, sino lo que haga para mejorar la vida de la gente y satisfacer sus necesidades básicas», dijo a IPS Mardi, un vendedor callejero de 56 años de edad.
«Lo que importa es que quien gobierne logre mantener la paz y el orden, para que podamos salir de este crisis», opinó a su vez Noer, un comerciante del sector textil de 42 años de edad.
Katjasungkana expresó su temor de que la caída de Wahid devuelva el predominio político al partido de Suharto y a las Fuerzas Armadas.
En la actualidad, «la mayoría de los dirigentes más influyentes del partido de Sukarnoputri son ex integrantes del Golkar o ex militares», señaló.
La nueva presidenta nunca ha custionado la participación en política de militares en actividad, institucionalizada por el régimen de Suharto.
En 1999, el partido de Sukarnoputri presentó un proyecto aprobado por la APC que prolongó durante cinco años, hasta 2009, la presencia de representantes de las Fuerzas Armadas en ese organismo.
El gobierno de la nueva presidenta será controlado or os partidos y los militares que impulsaron la destitución de Wahid, pronosticó Sanit. (FIN/IPS/tra-eng/kd/js/mp/ip/01