ECONOMIA-JAMAICA: Violencia podría costar caro al turismo

Los violentos enfrentamientos entre policías y pandillas que paralizaron zonas de la capital de Jamaica durante días amenazan el turismo, la principal fuente de ingresos de este país caribeño.

La violencia, que comenzó hace nueve semanas pero hizo eclosión del 8 al 10 de este mes en el distrito de Tivoli Gate, causó la muerte a 62 personas en total y a 22 en tres días de incidentes de este mes.

Aún no se conoce información oficial, pero la Organización del Sector Privado de Jamaica (PSOJ) calcula que la destrucción y la pérdida de trabajo producida por la violencia en el centro de Kingston tuvieron un costo de 330 millones de dólares.

La industria turística deberá hacer todo lo posible para recuperar la imagen del país, advirtió la PSOJ.

El producto interno bruto de Jamaica debe crecer un promedio anual de 3,5 por ciento si ha de crear empleo para las 320.000 personas que se sumarán a la fuerza de trabajo en los próximos 20 años, según el consultor económico Gladstone Bonnick.

El economista y comentarista Ralston Hyman prevé una larga lucha para restaurar el estado de la economía a lo que era hace sólo una semana.

La economía creció sólo 0,8 por ciento en 2000, pero en el primer trimestre de este año se había acelerado a cuatro por ciento, lo cual indicaba una recuperación.

Pero las consecuencias de los violentos enfrentamientos podrían obligar a cerrar a numerosas compañías. El sector privado sufrió «un golpe masivo», dijo Clarence Clarke, director de la Asociación de Industriales de Jamaica (JMA).

Las ventas cayeron hasta 60 por ciento en las últimas nueve semanas, según la Cámara de Comercio.

El turismo será otra víctima de la mala publicidad que recibió el país en el exterior, debido a los incidentes. El sector es la principal fuente de ingresos del país, con 45 por ciento del PIB, y genera 25 por ciento de los empleos.

«El gobierno deberá gastar millones de dólares para mejorar nuestra imagen, sin mencionar las pérdidas a la producción y los ingresos en esos tres días», dijo el economista Hyman.

Jamaica no participó del auge económico de los años 90 que permitió al turismo regional crecer un promedio de siete por ciento anual, pero el país comenzó a recuperar el terreno perdido en 1999, cuando el sector creció seis por ciento, y en 2000 llegó a 10 por ciento, con más de dos millones de visitantes.

Gordon Stewart, presidente de la cadena hotelera Sandals, pronosticó que la violencia reducirá a la mitad la llegada de turistas, lo cual le costará al sector más de 300 millones de dólares esta temporada.

Los hoteles ya informaron de reservas canceladas, y fuentes de la industria advierten que el costo de controlar el daño a la reputación de Jamaica entre los destinos turísticos oscilará entre cinco y 25 millones de dólares.

Aunque sólo costara cinco millones de dólares, la cifra supera el presupuesto destinado a la publicidad por la Dirección de Turismo del país, dijo su directora Fay Pickersgill.

Clarke y Hyman aseguraron que las industrias, las exportaciones y la recaudación de impuestos también se verá resentida como consecuencia de la violencia.

La confianza del sector privado puede restaurarse, según Clarke, pero sólo si el primer ministro Percival Patterson y el líder opositor Edward Seaga hallan una solución a la crisis que tiene raíces políticas.

Seamus Lynch, director de la compañía irlandesa de teléfonos celulares Digicel Jamaica, advirtió que los invertores no querrán invertir en un país al que los turistas teman viajar. «Exhorto a los políticos a sentarse y resolver el problema. Debe existir una política en común contra la delincuencia», comentó.

Mientras, la situación imperante recordó al sector privado que la delincuencia y la pobreza van de la mano.

«Debemos construir viviendas adecuadas y mejorar las condiciones de vida de las comunidades urbanas pobres», dijo Clarke. «No debemos permitir que comunidad alguna caiga al nivel de lo que hemos visto», dijo después de un recorrido por los distritos afectados por la violencia.

Clarke pidió que se mejore la educación y el entrenamiento laboral de los habitantes para ayudarles a conseguir empleos.

Jamaica tiene una creciente deuda externa y sus acreedores le exigieron estabilizar su tipo de cambio y controlar la inflación, sin importar el costo para el empleo y el sistema político.

Las austeras políticas fiscales y monetarias lograron controlar la inflación a un dígito, pero muchas compañías jamaiquinas tuvieron que reducir su personal o cerrar. Por tanto, el desempleo se disparó.

El sector agrícola fue perjudicado por la liberalización comercial y la eliminación de aranceles a productos importados. El gobierno agravó las cosas al decretar un impuesto a la gasolina, que desató disturbios sociales en 1999.

Pero el mes pasado, Bonnick señaló que el mercado de valores se recuperó y el oficial Instituto de Planificación de Jamaica informó que el PIB creció cuatro por ciento en el primer trimestre de este año. (FIN/IPS/tra-en/zn/aa/aq/if ip/01

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