DESARME: Debate crucial para prohibición de armas biológicas

Las negociaciones de un protocolo destinado a reforzar la convención internacional que prohibe las armas biológicas entraron esta semana en una etapa decisiva, con la amenaza de bloqueo por parte de Estados Unidos.

El grupo de trabajo que discute desde hace siete años el texto del protocolo sesionará en Ginebra hasta el 17 de agosto, último plazo para obtener un acuerdo que dote de una régimen de verificación a la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas.

El presidente del grupo de estudio, Tibor Toth, de Hungría, presentó en mayo un proyecto de protocolo como fórmula de transacción para superar las diferencias profundas entre los países.

De inmediato se supo que un estudio solicitado por el gobierno de Estados Unidos recomendaba que ese país niegue el apoyo al documento de Toth.

Sin embargo, hasta ahora esa oposición al proyecto de protocolo todavía no se ha traducido en una comunicación oficial al grupo de trabajo.

La reacción ante el texto de Toth coloca a Estados Unidos en una posición más extrema que los países radicales, como China, Libia, Cuba y Pakistán, que expresaron objeciones serias, pero sin rechazar de plano el borrador, comentó la experta Barbara Rosenberg.

El silencio de Washington ha permitido a esos países usar a Estados Unidos como escudo para sus puntos de vista, agregó Rosenberg, académica de la Universidad de Nueva York.

Negociadores del grupo de trabajo, que pidieron reserva de su identidad, pronosticaron que Estados Unidos anunciará su posición antes de la conclusión del actual periodo de cuatro semanas de sesiones.

Todos los aliados europeos de Washington y la mayoría de los países de América Latina respaldan el texto del presidente del grupo, pero la aprobación -que requiere consenso- sólo se logrará con el apoyo de Estados Unidos.

Algunas naciones, como el caso de Irán, han hecho saber que su adhesión al Protocolo dependerá de que también los hagan todos los estados con alta capacidad tecnológica, clasificación en la que sobresale Estados Unidos.

Las perspectivas de sancionar un protocolo y de crear una organización verificadora del cumplimiento, sin la anuencia de Estados Unidos, creará severos problemas financieros, vaticinó el diplomático.

El aporte de Estado Unidos a los organismos internacionales oscila en 34 por ciento. Sin esa contribución, y la de otros que se excluirían automáticamente, como Rusia, China e Irán, las cuotas aumentarán de manera insostenible para los miembros, dijo la fuente.

La Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas, adoptada en 1972, demostró su debilidad cuando en 1992 se supo que la desaparecida Unión Soviética, uno de los países depositarios del tratado, había violado sus estipulaciones.

Fuentes diplomáticas sostienen que infracciones similares fueron cometidas por países occidentales y de otras regiones.

El texto del protocolo elaborado por el embajador Toth reúne las condiciones para perseguir futuras violaciones, apuntó Graham S. Pearson, de la Universidad de Bradford, en Gran Bretaña.

Estados Unidos necesita el protocolo para fortalecer su seguridad contra el uso deliberado de enfermedades contra humanos, animales y plantas, es decir, las armas biológicas, observó Pearson.

Los funcionarios estadounidenses han comentado sus preocupaciones ante el peligro de que el protocolo amenace secretos industriales a través del espionaje.

Jan van Aken, de la organización no gubernamental The Sunshine Project, opinó que ese argumento «es un pretexto, porque se puede lograr un sistema de inspección que proteja la industria.

En realidad, lo que está en juego es el deseo de Estados Unidos de quedar libre de obstáculos para imponer sanciones comerciales unilaterales, sostuvo van Aken.

En la actualidad, una elite biotecnológica de Estados Unidos y de los países industrializados aliados usan un club hermético, llamado el Grupo de Australia, para prohibir envíos de equipos y de tecnología a países sospechosos de desarrollar armas biológicas, afirmó.

El dirigente de The Sunshine Project agregó que los fundamentos de la denegación de exportaciones no se publican, de manera que los países a los que se niegan equipos nunca se enteran de las razones. A su vez, los países en desarrollo sostienen que ese sistema es arbitrario e injusto. (FIN/IPS/pc/dem /en ip/01

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