El gobierno de Cuba convertirá las fiestas nacionales del 26 de julio, aniversario de la rebelión encabezada por Fidel Castro, en una marcha gigante contra Estados Unidos, en un momento de incertidumbre económica.
La convocatoria fue lanzada en la noche del lunes por el presidente Castro, quien cambió por segundo año consecutivo el carácter del tradicional acto central por el Día de la Rebeldía Nacional.
La concentración y el discurso en una provincia escogida de acuerdo con sus logros económicos, sociales y políticos será sustituida, como el año pasado, por un desfile frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
«Los próximos tres días serán días de combate, de exaltación patriótica, de llamado a la lucha, y el 26 un día histórico en la batalla de ideas», dijo Castro al anunciar un capítulo más de su «campaña ideológica» contra Washington.
Cada año se realizan fiestas en la capital, actos políticos e inauguración de obras la fecha en que hace 48 años se inició la lucha que condujo al triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959.
El espíritu combativo en medios oficiales y entre los seguidores del gobierno coincide, sin embargo, con un ambiente de incertidumbre desde que se conocieran los resultados de la producción azucarera de este año.
Aunque el azúcar ya no es todo para Cuba, la mayoría de las personas mantienen muy arraigada la certeza de que «sin azúcar no hay país», y la preocupación crece ante cada nueva caída en la producción de ese sector estratégico.
Tras un prolongado silencio, las autoridades reconocieron que la zafra 2000-2001 concluyó con una producción de 3,5 millones de toneladas de azúcar, un millón menos de lo producido en la cosecha anterior.
La promesa oficial de un verano sin cortes de electricidad no ha sido cumplida del todo en La Habana y en otras ciudades del interior, aunque los apagones se hayan vinculado con roturas y con problemas técnicos inesperados.
Los rumores sobre un receso en las perforaciones de la empresa estatal brasileña Petrobras comenzaron a diluir la esperanza de un rápido e importante hallazgo que reduzca la dependencia externa de combustible.
Como contrapartida, el Ministerio del Turismo anunció la llegada de un millón de turistas desde enero. Las autoridades esperan recibir dos millones de visitantes antes de diciembre, 15 por ciento más que el año pasado.
Estudios especializados indican que, a pesar de la reanimación de la mayoría de las actividades económicas, un número importante de sectores no alcanzan los niveles de 1989, el año previo al inicio de la crisis que persistió durante toda la década del 90.
Los efectos de la reactivación tampoco han derivado en una mejora significativa de la calidad de vida de los más de 11,1 millones de habitantes, que afrontan aún el alto precio de los alimentos y la crisis del transporte urbano.
La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos aseguró que 1.757 personas llegaron de forma ilegal a las costas de ese país desde Cuba entre el 1 de octubre del año pasado y el 12 de julio último.
Los emigrantes, que suelen esgrimir razones económicas además de políticas al solicitar asilo, viajan también a Estados Unidos por vía aérea a través de terceros países, utilizando documentación falsa.
«El salario no alcanza para vivir, ni para alimentarse, ni para vestirse y mucho menos para mantener una casa con todo lo que necesita. Uno tiene que estar inventando para conseguir dólares», dijo a IPS Guillermo Rojas, maestro y artesano.
Rojas trabaja en una escuela primaria de día y de noche hace tallas en maderas, actividad que, aseguró, «es lo que garantiza el sostenimiento familiar».
El acceso a determinados productos de primera necesidad sólo a cambio de dólares de libre circulación, y no en pesos cubanos, fue el mayor motivo de descontento de la mayoría de 300 personas entrevistadas en La Habana a finales de 1999 por encuestadores independientes.
Más de 77 por ciento de las familias habaneras aseguran que «no les alcanzan los ingresos para cubrir sus gastos», según una investigación de la gubernamental Oficina Territorial de Estadísticas de la capital.
«Estaré en la marcha del 26 como muchos habaneros», dijo Rojas, aunque reconoció estar «preocupado por todo lo que gasta el país en manifestaciones, cuando la situación económica se mantiene tan difícil».
El diario Granma, portavoz del gobernante Partido Comunista, aseguró este martes que la manifestación del próximo jueves, con una asistencia prevista de 1,2 millones de personas, será «la más gigantesca marcha de protesta contra las agresiones y los crímenes del imperialismo (estadounidense) contra Cuba».
La Habana acusa a Estados Unidos de ocasionarle pérdidas superiores a los 70.000 millones de dólares por las sanciones económicas impuestas desde 1960, recrudecidas en 1996 por la Ley Helms-Burton.
Esta norma, cuyo nombre es Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubana, prevé sanciones contra terceros países cuyas empresas hagan negocios con bienes expropiados a estadounidenses por la revolución triunfante en 1959. Esas disposiciones aún no fueron aplicadas por Washington.
El gobierno cubano también responsabiliza a Estados Unidos de la muerte de 3.478 personas y la incapacitación física de 2.099, víctimas de acciones terroristas organizadas desde ese país.
Al mismo tiempo, asegura el editorial de Granma, «el nuevo gobierno de Estados Unidos (encabezado desde enero por el presidente George W. Bush) se muestra más egoísta, más insaciable y menos cooperativo que nunca con el resto del mundo». (FIN/IPS/da/mj/ip/01