Santiago de Chile cuenta ahora con cuatro diarios de distribución gratuita, pero ello no implica, según los expertos, un mayor pluralismo en la oferta informativa para los ciudadanos.
La circulación cada vez más masiva de medios que se regalan al público expresa, sobre todo, un nuevo frente de competencia entre dos empresas periodísticas identificadas con grupos empresariales, El Mercurio y Copesa (Consorcio Periodístico de Chile SA).
El tradicional diario El Mercurio cambió esta semana los días de publicación de sus suplementos, para contrarrestar la ofensiva de Copesa, dueña de dos de los cuatro diarios gratuitos que se distribuyen de lunes a viernes en la capital chilena.
La revista El Sábado, que El Mercurio regala a sus lectores, aparece ahora paradójicamente los viernes, y Wikén, su suplemento de entretenimientos y espectáculos, fue trasladado de los viernes a los jueves.
La empresa editora de El Mercurio y Copesa constituyen, según el Colegio de Periodistas de Chile, una estructura duopólica que controla prácticamente sin contrapesos el mercado de la prensa en este país.
Los diarios El Mercurio y La Tercera, principal publicación de Copesa, apoyaron a la dictadura del general Augusto Pinochet (1973- 1990) e incluso recibieron fondos del Estado que los salvaron de amenazas de quiebra en los años 80.
El fenómeno de los periódicos gratuitos comenzó en Chile en 1999, cuando la compañía sueca MTG (Modern Times Group) intentó asociarse con la estatal empresa del Metro para ofrecer un diario sin costo a los usuarios del ferrocarril metropolitano.
MTG es un consorcio de comunicaciones propietario de canales de televisión y especalizado desde 1995 en diarios financiados sólo con publicidad para regalar a pasajeros de los ferrocarriles metropolitanos de ciudades europeas como Amsterdam, Budapest, Estocolmo, Helsinki y Praga.
La sociedad entre MTG y el Metro de Santiago fue bloqueada por recursos legales de la empresarial Asociación Nacional de la Prensa (ANP), que contó para estos efectos con el respaldo internacional de su matriz, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
La Corte Suprema de Justicia acogió en su dictamen el argumento de la ANP en el sentido de que el Metro de Santiago es una empresa de transporte de pasajeros y que no corresponde a su naturaleza participar en un negocio periodístico, menos aun tratándose de una entidad estatal.
En tanto el fallo no prohibió la distribución gratuita de medios de prensa, el abortado diario Metro tomó el nombre de MTG y salió a la calle como matutino para ser regalado a los pasajeros del ferrocarril metropolitano en las cercanías del acceso a las estaciones.
Desde 1998 Copesa mantenía a pérdidas el vespertino La Hora, sin lograr competir seriamente con La Segunda, el tradicional diario de la tarde en Santiago, de propiedad de la empresa El Mercurio.
La Hora desapareció como vespertino y su aparición se trasladó a las mañanas, también con entrega gratuita a los usuarios del Metro a la entrada de las estaciones, para contrarrestar la presencia del MTG.
El diario de la empresa sueca fue rebautizado este año como PubliMetro.
El 3 de este mes fueron lanzados simultáneamente en la capital dos vespertinos gratuitos, La Hora de La Tarde, de Copesa, y La Voz de La Tarde, del estatal diario La Nación. Ambos se distribuyen, al igual que sus similares matutinos, en las cercanías del Metro.
Santiago, urbe de 5,5 millones de habitantes, cuenta así con cuatro diarios que se regalan al público y que en conjunto alcanzan una tirada en torno de 200.000 ejemplares, según sus editores.
La presencia dominante en este segmento de Copesa y el hecho de que se trate de diarios de «lectura rápida», para ser digeridos en el trayecto del Metro, no aporta grandes cambios en cuanto a los contenidos y enfoques que predominan en la prensa chilena.
Para muchos, el auge de los diarios gratuitos en Chile no es sino la ratificación de que la prensa escrita, salvo muy escasas excepciones, no se financia con la venta, sino con los contratos de publicidad, que a su vez llegan de los mismos dueños del medio y de las estructuras de poder económico.
El Mercurio y Copesa, a través de sus diversos diarios y revistas, acumulan alrededor de 80 por ciento de la inversión en publicidad en la prensa escrita de Chile, que en 1998, según los últimos datos disposibles, superó los 107 millones de dólares.
La falta de avisos originó la quiebra desde 1990 de los diarios Fortín Mapocho y La Epoca, opositores a la dictadura de Pinochet, así como de las revistas Análisis, Apsi, Página Abierta, Cauce y Pluma y Pincel.
Debido también a la escasez de financiamiento, el antiguo diario El Siglo, del Partido Comunista, es ahora un semanario, y Punto Final, otra publicación de izquierda, tiene aparición quincenal.
The Clinic, un irreverente y exitoso periódico, tampoco puede acceder a los grandes presupuestos publicitarios y circula cada dos semanas.
«Quien reciba un diario gratis le mata el alma al periodismo y la subsistencia a los periodistas honrados», se queja Mario Gómez, veterano reportero que con gran esfuerzo mantiene La Firme, un semanario izquierdista de ocho páginas que se vende a 20 centavos de dólar.
No obstante estas críticas, el fenómeno de la prensa gratuita puede tener efectos positivos en cuanto a elevar los índices de lectura de diarios en Santiago.
Un estudio del Consejo Nacional de Televisión difundido hace una semana indicó, sobre la base de una encuesta del año pasado, que solo 27 por ciento de los habitantes de Santiago leen diarios con frecuencia, en contraste con 85 por ciento de espectadores de televisión y 71 por ciento de oyentes de radioemisoras.
El promedio de tiempo que un lector le dedica al diario es de 22 minutos al día, en tanto el seguimiento de la radio es de tres horas y el de la televisión de dos horas y 18 minutos. (FIN/IPS/ggr/mj/cr/01