Una organización no gubernamental italiana propuso al gobierno de Silvio Berlusconi que en la Conferencia Mundial sobre Racismo a celebrarse en Durban, Sudáfrica, promueva la declaración de la pena de muerte como una forma de discriminación.
El gobierno italiano atendió la posición de las organizaciones no gubernamentales en el proceso de preparación de la conferencia, que se celebrará del 31 de agosto al 7 de septiembre de 2001.
El Ministerio de Relaciones Exteriores invitó a más de 70 organizaciones especializadas, así como a representantes de Africa, América y Asia, que se reunieron el martes y miércoles en Roma.
Una de las propuestas atendidas en la reunión fue promover en la Conferencia de Durban la declaración de la pena de muerte como expresión de racismo, impulsada por Elisabetta Zamperutti, representante de la organización no gubernamental Nadie Toque a Caín.
Zamperutti dijo a IPS que la propuesta fue bien acogida, y aseguró que contará con el apoyo del gobierno de Berlusconi pues «Italia ha participado siempre con gran energía en la campaña para terminar con la pena capital».
La activista señaló que la pena de muerte «es un claro instrumento de subordinación de las minorías y de grupos diversos», como lo demuestran investigaciones en Estados Unidos según las cuales la mayoría de las víctimas pertenecen a grupos postergadas, como negros y latinoamericanos.
Nadie Toque a Caín, organización federada al Partido Radical Italiano, también propuso que los gobiernos pidan perdón por las atrocidades perpetradas a causa del colonialismo y de la esclavitud, punto en que aún no existe consenso y que ha puesto en peligro incluso la realización de la Conferencia.
Se debe establecer de la mejor manera posible el pago de compensaciones por los daños, tanto en términos humanos como materiales, sobre la base de la anulación de la deuda externa o de la entrega de ayuda al desarrollo, sostuvo Zamperutti.
El ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Renato Ruggiero, subrayó que «el rechazo a toda forma de discriminación es un objetivo prioritario de nuestro país, constante y decididamente perseguido desde el nacimiento de la República».
Se trata de un punto de referencia constante de «nuestra acción cotidiana dentro de nuestras fronteras, pero también de un principio inspirador de nuestra política exterior», agregó Ruggiero al poner fin a los dos días de reuniones.
Sobre esta convicción y sobre la absoluta necesidad de combatir toda forma de racismo «nos preparamos a participar en la Conferencia de Durban», sostuvo.
«Estoy muy convencido de la importancia y de la necesidad del diálogo con los representantes de la sociedad civil y entre el Norte y el Sur del mundo en el esfuerzo común por aumentar el conocimiento de los problemas y mejorar los esfuerzos», manifestó.
Un grupo de trabajo de la reunión en el Ministerio de Relaciones Exteriores italiano propuso alentar en Durban el impulso al derecho al asilo, pues «en las últimas crisis, no siempre se ha dado una respuesta adecuada».
Se insistió además en la necesidad de la educación para la tolerancia.
Las organizaciones no gubernamentales pidieron al gobierno que tome en cuenta el respeto de los derechos humanos al decidir a qué países se otorgará ayuda al desarrollo.
«Son víctimas del racismo aquellos que sufren (la aplicación de) cualquier teoría de inferioridad. Es práctica racista poner a un ser humano en condiciones de inferioridad, de modo tal que no pueda gozar de los mismos derechos de los otros ciudadanos», sostuvo otro grupo de trabajo.
Existe el racismo en todos los lugares donde las lenguas y las tradiciones culturales son obstaculizadas, agregó. El grupo de trabajo reclamó protección gubernamental a los pobres, ancianos, niños, mujeres y enfermos, en particular los afectados por el virus de inmunodeficiencia humana y el sida.
Desde la aprobación en 1948 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la comunidad internacional logró considerables avances en la lucha contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, sostuvieron las organizaciones no gubernamentales.
Desde entonces se promulgaron leyes de aplicación nacional y mundial y se aprobaron numerosos instrumentos internacionales de derechos humanos, en particular un tratado que prohíbe la práctica de la discriminación racial.
A pesar de que se lograron éxitos espectaculares, como la eliminación en 1994 del apartheid (segregación racial institucionalizada en perjuicio de la mayoría negra) en Sudáfrica, la idea de un mundo libre del odio y los prejuicios raciales sigue siendo un sueño.
La tecnología acerca a los pueblos del mundo, pero la discriminación racial, la xenofobia y otras formas de intolerancia siguen asolando la sociedad, advirtieron las organizaciones no gubernamentales italianas.
La mundialización, con sus ventajas potenciales, lleva aparejados riesgos que pueden conducir a la exclusión y a un aumento de la desigualdad, con mucha frecuencia por consideraciones raciales y étnicas.
La Conferencia de Durban, convocada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en 1997, será la tercera de carácter internacional contra el racismo. (FIN/IPS/jp/mj/hd/01