/BOLETIN-AMBIENTE/ AMBIENTE: SOS de isleños ante el cambio climático

Tuvalu, un pequeño estado insular del Pacífico Sur, lanzó un pedido de socorro ante el avance del mar sobre su territorio, mientras los gobiernos de 180 países negociaban en Alemania la aplicación del Protocolo de Kyoto sobre Cambio Climático.

Los gobernantes de Tuvalu, con una población de 11.000 personas, pidieron a Australia y Nueva Zelanda que reciban a miles de tuvaluanos si el estado isleño continúa hundiéndose en el mar.

La emigración crece y muchos tuvaluanos viven en Nueva Zelanda, país que «ha sido muy flexible y colaborador», dijo a Radio Australia el secretario asistente de Asuntos Externos de Tuvalu, Pusinelli Laafai.

«Hay una gran densidad de población y la erosión del suelo es un serio problema», declaró Laafai, quien criticó la indiferencia de Australia.

Tuvalu está conformada por nueve islas de aproximadamente 24 kilómetros cuadrados, varias de las cuales comienzan a desaparecer bajo las aguas. En la última década se perdió uno por ciento de la superficie total, y se cree que el territorio desaparecerá en los próximos 50 años.

El ministro de Inmigración australiano Philip Ruddock dijo a la misma emisora que el pueblo tuvaluano no recibirá tratamiento especial de su gobierno.

«Hemos hablado sobre esto durante los últimos 20 años. Y no es, por ahora, una situación en la cual las poblaciones de esos países estén en riesgo», afirmó.

El llamado de Tuvalu señala que los efectos del cambio climático ya están en curso, como el derretimiento de los hielos polares, la elevación de los mares y la inundación de zonas costeras.

El fenómeno se origina en el aumento de la temperatura media por acción de los gases de efecto invernadero, que han sido lanzados por toneladas a la atmósfera en los últimos 200 años de actividad humana.

El dióxido de carbono, principal gas invernadero, se libera por la combustión de petróleo, gas y carbón.

El Protocolo sobre Cambio Climático acordado en 1997 en la ciudad japonesa de Kyoto fija reducciones obligatorias de 5,2 por ciento en las emisiones totales de gases invernadero de los países del Norte industrial, con relación a las mediciones de 1990.

Por eso los pequeños estados del Pacífico meridional, los más vulnerables al recalentamiento planetario, saludaron el acuerdo para seguir adelante con el Protocolo, alcanzado el 23 de este mes en la Sexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco sobre Cambio Climático (COP 6), reunida en Bonn.

El acuerdo se refiere a las normas para aplicar el Protocolo, cuya continuidad pendía de un hilo tras el retiro de Estados Unidos en marzo.

Fue un triunfo del multilateralismo sobre el unilateralismo, sostuvo un comunicado del Programa Ambiental Regional del Pacífico Meridional (SPREP), con sede en Samoa, en referencia al acuerdo ante la actitud de Estados Unidos, responsable de 36 por ciento de las emisiones de gases de los países industrializados y de 25 por ciento del total mundial.

Pero para entrar en vigor el Protocolo debe ser ratificado por 55 países partes que sumen un mínimo de 55 por ciento de las emisiones del Norte industrial.

El acuerdo es también un «triunfo para los incansables negociadores de las islas del Pacífico que perseveraron durante años difundiendo sus preocupaciones», afirmaron integrantes del SPREP.

El ministro de Ambiente de Samoa, Tuala Sale Tagaloa, en nombre de la Alianza de los Pequeños Estados Insulares, reclamó a los países ricos en Bonn que reconozcan la evidencia científica y cumplan los compromisos asumidos en Kyoto.

«Para nuestros países es sin dudas necesario. No hay elección. Conocemos y vemos el daño que se está produciendo», afirmó.

Como resultado de lo acordado en Bonn, los pequeños estados pueden procurar asistencia monetaria de los países industrializados para adaptarse a las cambientes condiciones de vida que impone la elevación del nivel del mar.

Canadá prometió 10 millones de dólares para abrir un fondo con ese fin, al que también se han comprometido Japón y la Unión Europea.

No obstante, las negociaciones tuvieron otras dificultades, como la aplicación del comercio de permisos de emisión de carbono y de sumideros o depósitos de gases (bosques y plantaciones) que los países industrializados utilizarían para lograr créditos en sus obligaciones de reducción.

Según el primer ministro de Energía de Nueva Zelanda, Pete Hodgson, el acuerdo es «bueno, porque significa que tenemos normas fáciles de entender y difíciles de violar».

Nueva Zelanda debe reducir sus emisiones de dióxido de carbono y de metano, el gas producido por la cría intensiva de ganado, pero el acuerdo de Bonn le permitirá descontar el carbono almacenado en plantaciones forestales nuevas y controladas de sus metas de reducción de gases.

La aceptación de sumideros de carbono que absorberían las emisiones de gases invernadero es una gran trampa para que los países contaminantes reduzcan el dióxido de carbono en el papel, pero no hagan nada por sí mismos para terminar con los gases dañinos, sostienen organizaciones ambientalistas.

«Esto no es una gran victoria para el planeta, sino una pequeña victoria para la diplomacia y la cooperación internacional», dijo al diario New Zealand Herald Jeanette Fitzsimons, dirigente del Partido Verde neocelandés.

Los estados insulares criticaron la postura de Australia ante el Protocolo y sus intentos de bloquearlo en Bonn.

Australia, el mayor productor de gases invernadero de la región y uno de los principales productores de carbón del mundo, actuó sólo por su propio interés, consideran los pequeños estados.

Algunos gobiernos de la región temían que los países industrializados lograran incluir la energía nuclear como uno de los mecanismos de desarrollo limpio para reducir sus gases invernadero.

Y en ese escenario, se sospechaba que Australia intentaría establecer centrales nucleares en el Pacífico con el fin de obtener «créditos ambientales».

«Los países insulares del Pacífico no aceptan la proliferación de tales proyectos en la región debido a la falta de sustentabilidad de los mismos», afirmó el comunicado del SPREP.

Si bien la energía nuclear no fue aceptada en los mecanismos del Protocolo, países como Tuvalu no pueden esperar mucho de grandes vecinos como Australia para acoger a sus ciudadanos migrantes. (FIN/IPS/tra-en/ks/js/dc/aq/en/01

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