SALUD-CUBA: Farmacia comunitaria contra el sida

Portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) crearon en Cuba una farmacia comunitaria para garantizar la continuidad de tratamiento de aquellas personas que viven con sida.

«No regalamos medicamentos, los prestamos», dijo a IPS Armando Alvarez, uno de los inspiradores de la iniciativa, que tiene el respaldo del gubernamental Centro de Prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual y Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

Médico de profesión, diagnosticado como seropositivo al VIH en 1988, Alvarez reconoce que «la situación aún es complicada en materia de disponibilidad de determinados medicamentos para todas las personas que viven con VIH/sida».

«El proyecto no tiene financiamiento. Trabajamos con productos que nos llegan de donaciones y damos servicio a personas que vienen de toda Cuba. No vendemos, ni regalamos medicinas, (sino que) hacemos préstamos o intercambiamos», explicó Alvarez.

«A algunas personas les prestamos el medicamento y ellas después lo reponen. A otras, se lo damos a cambio de algunos (productos) que tengan de más o que ya no puedan usar. Eso sí, siempre tienen que tener la indicación médica», añadió.

La iniciativa intenta evitar la interrupción del tratamiento por la falta de productos de importación o por la demora de algún paquete con medicamentos que el afectado debía recibir de familiares residentes en exterior.

«Nada privilegia a ninguna persona sobre otra. Aquí todos somos iguales: mujeres y hombres, homosexuales y heterosexuales», dijo Alvarez.

«Lo más importante es que este es un proyecto en el que participamos personas viviendo con VIH y tomamos decisiones sobre la distribución de medicamentos», comentó el especialista, que lleva 10 años trabajando en iniciativas de prevención del sida.

Hasta principios de los años 90, todos los seropositivos, como fue el caso de Alvarez, eran internados de forma obligatoria en un sanatorio, donde recibían vivienda, alimentación y tratamiento en forma gratuita.

Ese polémico sistema fue flexibilizado y ahora se complementa la hospitalización con el tratamiento ambulatorio para aquellas personas que demuestran «ser responsables con su vida y con la de los demás».

El programa nacional cubano contra el sida, que engloba a 15 sanatorios, comprende el sometimiento a prueba de todas las donaciones de sangre y de las mujeres embarazadas, y el seguimiento de los contactos sexuales de cada nuevo caso detectado.

En cualquier caso, salud pública garantiza el tratamiento gratuito, aunque en los últimos años, la situación se tornó difícil con la aparición en el mercado de nuevas drogas antirretrovirales a muy alto precio.

El Estado gastaba a mediados de los años 90 alrededor de 14.000 dólares por cada portador del VIH y 24.000 dólares por cada enfermo de sida, según informaron entonces fuentes del Ministerio de Salud Pública.

Jorge Pérez, director del Instituto de Medicina Tropical «Pedro Kouri», donde se atienden los enfermos de sida, anunció en diciembre que Cuba comenzará este año a producir una combinación de tres drogas para las personas que viven con VIH.

Ante la carencia de recursos para pagar el costo de la importación, Cuba produce Azt, D4t, Ddi y Ddc, productos inhibidores de la enzima reverso transcriptasa, y comenzará a elaborar dos inhibidores de la proteasa, Sakinavir y Nelfinabir, informó Pérez.

La enzima reverso transcriptasa ayuda al VIH a incorporarse a la célula que va a infectar, mientras que la proteasa participa de la terminación del virus dentro de la célula infectada.

Los cócteles que vinculan los inhibidores de las dos enzimas son hasta ahora la fórmula más eficaz para mejorar la calidad de vida de los enfermos de sida, frenar el efecto del VIH sobre el sistema inmunitario y, por ende, reducir la mortalidad.

La producción local es la vía escogida por Cuba y otros países como Brasil, para garantizar el acceso de los pacientes a tratamientos con un costo entre 10.000 y 15.000 dólares anuales.

Otro elemento polémico en el caso cubano, la recomendación médica de acudir al aborto, legalizado en 1965, para evitar el nacimiento de hijos de madres infectadas, ha abierto un espacio a la atención especializada para las mujeres en esa situación.

El tratamiento para evitar la transmisión del virus al bebé comienza al cumplirse un mes de embarazo, incluye el nacimiento por cesárea y la no lactancia materna. Se estima que el hijo de una madre seropositiva tiene 15 por ciento de probabilidades de infectarse.

Los médicos siguen recomendando el aborto, pero la decisión corresponde a las futuras madres, que cada vez en mayor número optan por continuar la gestación.

«Más de 60 mujeres que viven con VIH han decidido parir en Cuba y se reportan menos de 10 casos de transmisión perinatal», dijo Alvarez.

«El nivel de apoyo a las personas con VIH/sida en Cuba no tiene comparación con ninguna otra nación», ha asegurado Peter Piot, director ejecutivo de ONUSIDA, el programa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la lucha contra la enfermedad.

La Asamblea General de la ONU realiza una sesión especial de tres días sobre el sida, la primera de su historia sobre una enfermedad específica, que finalizará este miércoles.

Según estadísticas del Sanatorio de Santiago de las Vegas, en las afueras de La Habana, se habían detectado en Cuba hasta fines de mayo 3.481 seropositivos al VIH, de los cuales 1.254 habían enfermado y 887 muerto, de ellos 54 por causas ajenas al sida.

Del total de diagnosticados, 2.701 eran hombres y 784 mujeres. Los homosexuales seguían en mayoría, al representar 82,7 por ciento de todos los hombres infectados y 64,2 por ciento de las personas que viven con VIH en la isla.

Con más de 11 millones de habitantes, Cuba reporta 0,03 por ciento de infección por VIH, la proporción más baja de la región de América Latina y el Caribe, según informes internacionales.

A fines de 2000 vivían en el mundo 36,1 millones de personas con VIH o sida y 21,8 millones habían muerto de la enfermedad. Ese mismo año hubo 5,3 millones de nuevos casos de infección y se comunicaron tres millones de muertes por sida.

Casi 90 por ciento de las personas consultadas para una encuesta de 1996 que tuvo apoyo de la Organización Mundial de la Salud creían «no tener ninguna probabilidad de contraer el virus del sida», pese a haber mantenido relaciones sexuales ocasionales en los 12 meses previos a la investigación.

La encuesta demostró que las mujeres tenían entonces mucha menor percepción del riesgo que los hombres. Sólo 14,4 por ciento de ellas usaron condón en su última relación ocasional, frente a 23,4 por ciento en el caso de los hombres.

Así mismo, únicamente cinco por ciento de las mujeres y hombres entrevistados habían usado preservativo en su última relación sexual con su pareja estable.

La mayoría de las cubanas no exigen el uso del condón a su pareja durante la relación sexual, pues pedirlo se considera prácticamente un insulto. La tradición se ha mantenido incluso entre muchas mujeres que viven de la prostitución. (FIN/IPS/da/ff/he/01

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