POBLACION: Indígenas amazónicos luchan por su supervivencia

El pueblo zápara de la Amazonia de Ecuador y Perú parece revivir luego que su cultura fuera declarada por la Unesco Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.

La decisión de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) también trajo a luz el riesgo de extinción de otros pueblos indígenas de la Amazonia que, como el zápara, se aferran a su cultura para no desaparecer.

Ricardo Ulcuango, vicepresidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), señaló que varios pueblos nativos de esa región desaparecieron y que otros podrían seguir el mismo camino.

El líder indígena explicó que los principales problemas de esos nativos son la explotación indiscriminada de los recursos naturales de la selva, la contaminación de los ríos, la transmisión de enfermedades por parte de los colonos y la reducción del territorio que habitan.

Hacia 1680, el pueblo zápara estaba conformado por casi 100.000 personas, pero sólo quedan 114 en Ecuador y 200 en Perú. Los záparas fueron divididos en 1941, durante la guerra entre Ecuador y Perú, que inició un largo conflicto entre los dos países.

La Organización de la Nacionalidad Zápara de Ecuador, ante el peligro de que la etnia perdiera su identidad, creó en 1996 el proyecto Autorrecuperación Cultural, destinado a investigar y recobrar las raíces y el acervo cultural de ese pueblo.

En el marco del plan, cuatro «viejos» indígenas záparas se encargaron de difundir su idioma y sus costumbres como una forma de preservar y rescatar la cultura. También se planificó el reencuentro de las comunidades residentes en Ecuador y Perú.

Así, el presidente de la nacionalidad zápara en Ecuador, Bartolo Ushigua, propuso en diciembre de 1999 que «volvieran a reunirse» los dos fragmentos de ese pueblo «roto por la guerra».

Para Ushigua, el reencuentro que se llevó a cabo meses después fue una forma de recuperar identidad, lengua, historia y memoria.

Los acuerdos de paz entre Ecuador y Perú, firmados en 1998 en Brasilia, «fue la posibilidad para la resurrección zápara», mientras que el reconocimiento de Unesco permitió «consolidar esa resurrección», comentó el investigador Javier Ponce.

Sin embargo, Ponce alertó sobre el peligro que corren todos los pueblos amazónicos afectados por «la fiebre» de extraer los recursos naturales de la Amazonia, aunque eso cueste la extinción de las culturas ancestrales.

El investigador detalló que el primer antecedente fue lo ocurrido en el siglo XVI con el pueblo quijo, en lo que hoy es Ecuador, perseguido hasta desaparecer tras un levantarse contra las autoridades coloniales.

Pero fue durante el siglo XX que varios pueblos autóctonos de la Amazonia desaparecieron o quedaron al borde de la extinción.

«La Amazonia fue atacada y dividida entre las grandes empresas petroleras, madereras, agrícolas y mineras, y sus pueblos sufrieron las consecuencias», al igual que el ambiente, aseguró Ulcuango.

El dirigente de la Conaie agregó que el Plan Colombia, de lucha contra el narcotráfico y que contempla algunos planes de desarrollo en ese país, se constituyó desde su puesta en marcha el año pasado en un nuevo peligro para los nativos amazónicos.

El mayor riesgo lo afrontan los pueblos ecuatorianos «que viven en zonas cercanas a la frontera colombiana», añadió.

«Con el Plan, la guerra (civil) de Colombia se trasladó a Ecuador y ya tenemos más de 300 personas desplazadas de sus hogares de las comunidades shuar, achuar y quichuas por la acción de paramilitares que los amenazaron para que abandonen sus tierras», indicó.

Ulcuango aseguró que la fumigación masiva con glifosato a plantaciones de coca en territorio colombiano cercano a la frontera con Ecuador también afecta a las comunidades indígenas.

A ello se agrega la construcción del nuevo oleoducto para el transporte de petróleo pesado de Ecuador desde la Amazonia hasta la costa del océano Pacífico, apuntó.

«Esa es otra amenaza de contaminación para las zonas habitadas por pueblos nativos», dijo.

Historiadores precisan que antes de la llegada de los españoles a América la Amazonia ecuatoriana era habitada por cinco millones de indígenas, mientras que ahora no superan los 300.000, distribuidos en ocho pueblos.

En Ecuador, la nacionalidad shuar está integrada hoy por 65.000 personas, la achuar por 5.000, los quichua son 110.000, la siona y la secoya juntas tsuman 1.500, la cofán 900, la huaorani, integrada también por tagaeris y tharomenanes, alcanza a unas 900 personas y la zápara la integran 114.

«Esos números reflejan el peligro que corren los pueblos amazónicos que han sobrevivido», puntualizó Ulcuango.

Por eso se teme que puedan tener el mismo destino que los quijos y los tetetes, que habitaban el nordeste ecuatoriano en la frontera con Colombia y que desaparecieron en la década del 70.

Los tagaeri y los tharomenane, que pertenecen al grupo étnico de los huaoranis, son otros dos pueblos que corren serio peligro de extinción

En 1987, al entonces obispo de Lago Agrio, Monseñor Alejandro Labaca, y a la religiosa Inés Arango les costó la vida tratar de explicarles a los huaoranis el peligro que representaban para ellos la radicación de empresas petroleras en la zona.

Los dos miembros de la Iglesia Católica fueron muertos por guerreros indígenas en venganza por el asesinato de su jefe, Taga, tras la perforación de los primeros pozos petroleros en la zona.

El sacerdote y antropólogo Miguel Angel Cabodevilla, quien vivió muchos años en la Amazonia, aseguró que los pueblos amazónicos han sido desconocidos y maltratados desde los tiempos de la colonia española.

«Si hay en Ecuador una región poblada de seres que llegaron a ser fantasmales por el desprecio con el que los agravió la cultura oficial, es sin duda la amazónica, empobrecida, más que por la tala del bosque a la que está sometida de continuo, por la devastación de las culturas indígenas», dijo.

Para explicar el pensamiento de los pueblos amazónicos, Cabodevilla recurre a un testimonio de un jefe siona-secoya.

«Nunca nos ha entendido el colono que llega a la selva y la tala indiscriminadamente. Ni el petrolero que mancha, envenena y contamina tierra y ríos. Ni el empresario que cultiva palma africana y, con pesticidas, modifica la armonía de la vegetación. Ni el que nos involucra en la guerra», había sentenciado el jefe indígena.

La declaración de Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad fue creada por la Unesco el año pasado y las primeras 19 distinciones fueron resueltas el 18 de mayo de este año, entre las cuales se cuenta la cultura y tradición del pueblo zápara.

La distinción se creó para «recompensar los ejemplos más notables» de espacios culturales, expresiones populares y tradicionales, como lenguas, literatura oral, música, danza, juegos, mitología, ritos, indumentaria, artesanías, arquitectura y formas tradicionales de comunicación.

Además de la cultura zápara, también recibieron el reconocimiento otras tres expresiones culturales de América Latina.

Se trata del lenguaje, la danza y la música de la etnia garifuna, de Honduras y Nicaragua, el carnaval de Oruro, en Bolivia, y el espacio cultural de los Congos de Villa Mella, República Dominicana.

Según la Unesco, la declaración alienta a gobiernos, organizaciones no gubernamentales y comunidades locales a emprender acciones de identificación, preservación y valorización de su patrimonio oral e intangible. (FIN/IPS/kl/dm/cr/01

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