PERU: Entrenamiento antisísmico evitó daños aún mayores

La tierra aún tiembla en la costa meridional de Perú, una de las zonas de mayor riesgo sísmico del mundo y en la que se cuentan 97 muertos y 53 desaparecidos a causa del terremoto del sábado, pero los daños habrían sido mayores si la población no hubiera sido adiestrada para emergencias.

Según las cifras oficiales, desde el primer terremoto, que causó heridas a 1.669 personas y dañó las viviendas de 46.470, se registraron unos 140 nuevos sismos de menor magnitud en la zona.

La ciudad más afectada es Moquegua, en el valle agrícola del mismo nombre, 900 kilómetros al sur de Lima, donde 15 por ciento de las viviendas fueron arrasadas el sábado y la mitad de las restantes han sido declaradas inhabitables por las autoridades.

El gobierno central declaró el estado de emergencia en los departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna, en la costa meridional del océano Pacífico, así como las provincias de Parinacochas y Sara Sara, en la sierra andina, y procura apoyo financiero externo para emprender la reconstrucción.

El jefe del Instituto Nacional de Defensa Civil, Juan Luis Podestá, señaló que la cantidad de víctimas no fue mayor porque el terremoto se produjo durante el día, a las 15:34 hora local, y porque la respuesta de la población fue serena y rápida, gracias a intensas prácticas de simulacro de terremotos.

«Tenemos que desarrollar una cultura de prevención de catástrofes que abarque no solo la conducta de la población frente a los terremotos, sino también el perfeccionamiento y cumplimiento de las normas técnicas de la construcción asísmica», dijo, por su parte, la arquitecta Carmen Chipoco.

Los terremotos son frecuentes en la costa peruana, una de las tres zonas de mayor riesgo sísmico del mundo, ubicada sobre la inestable placa tectónica de Nazca.

«La costa de Perú tiene el mismo riesgo que San Francisco, en Estados Unidos, y que el norte de Anatolia, en Turquía. Se puede decir que la costa sur de Perú (del océano Pacífico) y el norte de la chilena están situadas en una cornisa frente a los abismos oceánicos», comentó el geólogo Jorge Benavides.

La teoría geotectónica estudia los procesos de la corteza terrestre que dieron lugar a las cordilleras, áreas volcánicas y oceános, y explica los sismos como consecuencia del movimiento de las placas tectónicas sobre el fondo viscoso del interior del planeta.

«Los antiguos creían que los terremotos eran obra de la ira de los dioses, y así parece cuando ocurren. El conocimiento científico del papel de las placas tectónicas como causa de los terremotos no tiene mucho más de 40 años», dijo Benavides.

«Se está produciendo un desplazamiento hacia el sur de los epicentros sísmicos de la costa peruana», sostuvo, por su parte, el ingeniero peruano Julio Kuroiwa, asesor del Centro Peruano- Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres.

«Podemos advertir que el epicentro de los sismos en esta región del mundo va emigrando hacia el sur. En 1974 se ubicó en Lima, luego fue Cañete, unos 200 kilómetros al sur, luego Nazca, a 400 kilómetros. El terremoto del (sábado) 23 tuvo como epicentro Ocoña, a casi 800 kilómetros», afirmó.

Mientras, la tierra sigue temblando en la costa meridional peruana. Un nuevo movimiento telúrico de regular intensidad se produjo en Moquegua la noche del lunes, dos días después del terremoto que causó severos daños en varias ciudades.

Además de Moquegua y Arequipa, otras ciudades afectadas fueron Tacna, Ilo y Camaná, y los efectos del remezón fueron perceptibles en Lima, así como en La Paz, Bolivia, y en Arica e Iquique, en el norte de Chile.

El presidente Valentín Paniagua declaró en la ciudad de Arequipa que la máxima prioridad de la asistencia oficial es proporcionar alimentos y abrigo a los damnificados y restablecer los servicios básicos afectados: agua, electricidad, comunicaciones y carreteras.

En Camaná, el terremoto fue seguido por olas gigantescas que avanzaron sobre la costa destruyendo cultivos y afectando viviendas, y que provocaron la muerte de nueve personas, siete pescadores atrapados en el agua y dos menores que no lograron escapar.

«El factor que causó el daño en las construcciones es uno solo — un terremoto de grado 6,9 en la escala de Ritcher—, pero la gravedad de esos daños depende de varias razones técnicas, y, por consiguiente, pueden atenuarse o evitarse», según la arquitecta Chipoco, ex jefa de la Oficina de Planeamiento Urbano de Lima.

La construcción de edificios técnicamente inadecuados y su ubicación en suelos de poca estabilidad, especialmente en laderas o en el lugares donde son previsibles los aludes, son los principales factores que agravan el impacto de los fenómenos sísmicos, explicó la experta.

«Como corresponde a la característica sísmica de Perú, tenemos una reglamentación de construcciones muy estricta, que está bajo supervisión de los municipios, pero en las zonas marginales se construye fuera de todo control y en las zonas antiguas de las ciudades subsisten construcciones ruinosas», afirmó.

Estas construcciones en el centro histórico de algunas ciudades son protegidas por su carácter histórico, recordó este martes el gobernador de Moquegua, Pedro Coaila.

«El Instituto Nacional de Cultura nos ha prohibido tocar los adobes de las casas derruidas en el centro histórico, y pretende que la reconstrución de las mismas se haga bajo su supervisión para no alterar el diseño», dijo Coaila a una radioemisora de Lima.

La mayor parte de los edificios derruidos en Arequipa son las construcciones tradicionales, hechas con sillar, roca volcánica con cuyos bloques se hacen techos abovedados y sin vigas, explicó el arquitecto local Percy Valdivia.

«Las casas de sillar muy antiguas eran estables por el grosor de sus paredes, a veces de más de un metro, apoyadas en arbotantes (arcos), pero luego se trató de imitarlas con bloques de dimensiones menores. Y, cuando las paredes se separan un poco por un terremoto, el techo abovedado cae», señaló Valdivia.

Coaila reveló que las zonas más afectadas de Moquegua, en que la destrucción de viviendas es casi total, corresponde a urbanizaciones ilegales donde viven desplazados de la sierra altiplánica, como el asentamiento San Francisco, sobre un cerro.

«Como siempre, los más pobres fueron los más afectados. En esa zona las casas se cayeron como castillo de naipes. Debe haber mucha gente enterrada allí», dijo Coaila. (FIN/IPS/al/mj/dv en/01

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