/Integración y Desarrollo/ DESARROLLO: Críticas de Gorbachov y De Klerk al G-8

Los ex presidentes Mijail Gorbachov, de la disuelta Unión Soviética, y Frederik De Klerk, de Sudáfrica, cuestionaron la representatividad del Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo (G-8), en la misma ciudad italiana donde ese grupo celebrará su cumbre el mes próximo.

«Como algunos dicen que quienes se manifiestan en las calles contra la mundialización carecen de mandato democrático, yo pregunto quién eligió al G-8 para representar a todo el mundo. Nadie», dijo Gorbachov.

El último presidente de la Unión Soviética y Premio Nobel de la Paz inauguró el jueves en Génova la conferencia titulada «La periferia y el centro en la era de la mundialización», realizada por la organización no gubernamental Planet.

Por su parte, De Klerk, también Premio Nobel de la Paz, cuestionó: «¿Nos hemos fijado cómo está constituido el G-8? No hay ningún país del sur del mundo y solamente uno del Este».

El G-8 nuclea a Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, Rusia, cuyos jefes de Gobierno asistirán a la cumbre en Génova junto con 1.500 delegados.

A la conferencia iniciada el jueves asistieron políticos, economistas, investigadores y religiosos de todo el mundo, con el fin de considerar los principales aspectos de la mundialización y tratar de influir en la posición de Italia ante el G-8. Este país ejerce este año la presidencia rotativa del grupo.

«Si yo fuese antidemocrático estaría a favor de disolver el G- 8, pero soy democrático», dijo Gorbachov, en respuesta a una pregunta de IPS.

«No obstante, no tolero las declaraciones soberbias de los países ricos y considero que deben abrirse a todo tipo de diálogo, actuar con franqueza y total transparencia. En cambio, el G-8 es un foro de privilegiados que actúan como si fuesen el mundo entero», concluyó.

Según De Klerk, la mundialización es «algo demasiado importante para dejarla sólo en manos de los políticos y de los países más poderosos». Se trata de un proceso «que no podemos parar pero que entre todos podemos hacer que sea justo», consideró.

«No es verdad que Africa no pueda resolver sus problemas», dijo el ex presidente sudafricano, quien junto con su sucesor Nelson Mandela eliminó el apartheid (segregación racial institucionalizada en perjuicio de la mayoría negra) y convocó elecciones libres en 1994.

«El problema no es Africa y los africanos sino la pobreza, cuya resolución exige analizar las causas profundas», dijo.

De Klerk reclamó la puesta en marcha en ese continente de «una especie de Plan Marshall», nombre del aplicado para la reconstrucción de Europa después de la segunda guerra mundial con aporte financiero de Estados Unidos.

Gorbachov consideró que la actividad del movimiento contra la globalización constituye «un termómetro y un laboratorio que obliga a pensar». «Si ocupan las calles es porque nadie los escucha y porque la política está retrasada con respecto a la realidad», dijo.

Este movimiento «no es violento ni extremista y tiene a su favor 10 años de experiencia, que es el tiempo transcurrido desde la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1991 en Río de Janeiro, y desde que empezaron las reuniones del G-8».

Gorbachov elogió el Foro Social Mundial celebrado en enero en Porto Alegre, Brasil, en que, dijo, el movimiento ingresó en una fase de propuestas que va más allá de la protesta en las plazas. «En la plaza no se resuelven los problemas, sino con la política y las negociaciones», dijo Gorbachov.

La oposición a la próxima cumbre del G-8 está representada por el Foro Social de Génova (FSG), que nuclea a unas 750 organizaciones de todo el mundo y que se prepara para recibir a 150.000 personas que, según las previsiones, llegarán a esta ciudad para protestar contra los efectos de la mundialización.

El FSG negociaba el jueves con el gobierno italiano su libertad para manifestarse en las calles de Génova, mientras que los servicios de inteligencia de los países del G-8 preparan un gigantesco dispositivo de seguridad para proteger la cumbre y para prevenir o reprimir actos de violencia.

Gorbachov advirtió del riesgo de ingobernabilidad existente en el mundo actual, pues «las diferencias han aumentado de un modo desproporcionado, hay países que corren el riesgo de quedar al margen de la historia y el centro toma todas las decisiones sin tener en cuenta a las naciones periféricas».

El ex mandatario alentó el fortalecimiento de la Organización de las Naciones Unidas para facilitar la gobernabilidad internacional y exhortó al G-8 a limitarse a poner en práctica las recomendaciones emanadas de los 187 países que en septiembre de 2000 realizaron en Nueva York el «Encuentro del Milenio».

Esas 187 naciones son «algo más representativas que ocho, ¿verdad?», ironizó.

También criticó las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional al mundo en desarrollo, organismo al que comparó con «un médico que aplica la misma medicina a todos los pacientes, con resultados catastróficos».

En la conferencia del jueves, el arzobispo de Génova, Dionigi Tettamanzi, reclamó al G-8 un compromiso con la cancelación de la duda externa de los países del Sur en desarrollo y con el lanzamiento de «un gran proyecto que elimine el sida de Africa».

«Africa corre el riesgo de hundirse y de desaparecer por una epidemia, y eso sería una gran derrota para la humanidad», y reclamó, siguiendo el ejemplo de Sudáfrica en su victoria sobre los laboratorios farmacéuticos, facilidades en el acceso a medicinas y terapias «que en Europa han demostrado ser efectivas».

A la conferencia iniciada este jueves asistieron también Jeremy Rifkin, fundador y presidente de la Fundación sobre Tendencias Económicas, de Washington, y autor de libros como «La economía del acceso» y «El fin del trabajo», y Edward Luttwak, funcionariodel Departamento de Defensa de Estados Unidos. (FIN/IPS/rg/mj/ip dv/01

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