ESTADOS UNIDOS: Milicias extremistas sobreviven a McVeigh

Timothy McVeigh, autor del atentado que en 1995 mató a 168 personas en Oklahoma, Estados Unidos, fue ejecutado hoy en Indiana, mientras que el movimiento extremista simbolizado por su figura se vuelve invisible, aunque persiste.

En 1997 había en Estados Unidos 858 milicias derechistas antigubernamentales, de las cuales sobreviven 194, según el Centro Legal del Sur sobre la Pobreza, con sede en el estado meridional de Alabama, que analiza la actividad extremista en el país.

Si bien no hay evidencias de que McVeigh integrara alguno de estos grupos, fue un seguidor de ideologías populistas de extrema derecha que alientan conspiraciones contra el gobierno federal estadounidense y se oponen a un supuesto «gobierno mundial único» encabezado por la Organización de las Naciones Unidas.

Los aspectos grotescos de estas teorías incluyen la convicción que Washington controla todos los aspectos de la vida de los ciudadanos, el sobrevuelo de siniestros «helicópteros negros», mapas escondidos en envases de cereales para el desayuno, brujas satánicas y fuerzas de ocupación sionistas.

Pero su denominador común es la idea de que la elite gubernamental conspira para despojar a los ciudadanos de sus libertades fundamentales, y esa idea ha encontrado una audiencia predispuesta en Estados Unidos.

El 19 de abril de 1995, McVeigh, entonces de 27 años, un veterano de la guerra del Golfo retirado del ejército, hizo estallar una poderosa bomba frente al edificio Alfred Murrah, sede de las oficinas del gobierno federal estadounidense en la ciudad de Oklahoma.

La explosión mató a 168 personas, entre ellos 19 niños que asistían a la guardería, y causó heridas a casi 700 personas.

Ese día se cumplían dos años del enfrentamiento entre agentes federales y miembros de la secta religiosa encabezada por David Koresh, conocida como «davidianos», en Waco, estado de Texas. El episodio causó la muerte de 72 personas y despertó la furia de McVeigh, quien entonces estaba en Waco.

Pero McVeigh se equivocó si esperaba que la explosión del edificio Alfred Murrah impulsara al movimiento derechista hacia posturas más radicales y a la acción directa.

La explosión dividió a miembros y simpatizantes de las milicias extremistas entre quienes lo aplaudieron como un héroe y quienes creyeron que había ido demasiado lejos.

«El atentado resultó devastador para el movimiento. Una cosa es ir a un campo de tiro y hablar sobre armas y otra muy distinta es detonar un edificio y matar a 168 personas», dijo Floyd Cochran, director de la Red de Educación y Vigilancia de Pennsylvania, un centro de información antirracista.

Sin embargo, según varios observadores, muchos de los que abandonaron los grupos de extrema derecha fueron absorbidos por otros grupos racistas y supremacistas aun más violentos, que siguen siendo cuantitativamente importantes en Estados Unidos.

«Ya en 1994 teníamos claro que estas milicias eran el ala paramilitar de un movimiento nacionalista mayor», advirtió Eric Ward, director de la Coalición para la Dignidad Humana, un grupo que analiza la actividad de esas organizaciones.

«Los individuos involucrados no han desaparecido sino que han vuelto a su origen: el movimiento Identidad Cristiana, el neonazismo, etcétera», sostuvo Ward.

«Deberíamos preguntarnos si el desvanecimiento del movimiento se debe a su fracaso o a su éxito. ¿Han logrado impregnar a la sociedad con sus ideas?», se preguntó Ward.

Esas ideas incluyen la oposición al control gubernamental de las armas de fuego, a la legalización del aborto y a las políticas de acción positiva (programas de promoción educativa o laboral de las personas discriminadas por sexo, raza, religión, etcétera), entre otras.

En los últimos años, por ejemplo, los sectores conservadores del Partido Republicano, al que pertenece el presidente George W. Bush, adoptaron muchas de esas ideas o las han promovido con mayor intensidad.

Ward recordó que Bush nombró fiscal general al ex senador John Ashcroft, quien saludó como «héroes del sur» a los líderes esclavistas de la Confederación durante la Guerra de Secesión (1861-1865), en una entrevista que concedió a la publicación extremista Southern Partisan en 1998.

La invisibilidad de las milicias extremistas es atribuida a la represión de las autoridades locales y federales luego del atentado de Oklahoma.

«Muchos grupos fueron inutilizados por la policía. Uno va a las reuniones de estas milicias y ve que 60 por ciento de los participantes son policías que tratan de infiltrar el movimiento», dijo Chris Freeman, del Centro por la Renovación Democrática, en el estado meridional de Georgia.

Además, según Freeman, la efervescencia creada ante el error informático del milenio resultó luego una gran decepción para estos grupos, que se aprestaban para sobrevivir luego del colapso de la arquitectura social y económica a partir del 1 de enero de 2000.

Muchos compraron tierras en áreas apartadas, creyendo que se instauraría la anarquía mundial, dijo el experto.

El mayor peligro, según Freeman, no reside en los grupos, sino en individuos inestables y más o menos solitarios como McVeigh, cuyo único cómplice conocido fue el también veterano de la guerra del Golfo Terry Nichols, condenado a cadena perpetua.

La mayoría de los expertos que estudian la actividad extremista coinciden en que el atentado de Oklahoma fue una aberración casual y por tanto casi imposible de predecir.

Todos creen que habrá otros actos terroristas en el país, pero esperan que no a la escala del de Oklahoma.

Brian Levin, director del Centro de Estudios sobre Xenofobia y Extremismo de la Universidad Estatal de California, consideró importante recordar que, si bien los grupos extremistas siguen siendo una amenaza, «hay muchas más personas muertas por sus cónyuges que en un ataque terrorista». (FIN/IPS/tra- en/ks/aa/dc/mj/ip/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe