ECONOMIA-CUBA: Los mil usos de la caña de azúcar

Cuba espera aumentar la producción de derivados de caña de azúcar para no depender en forma exclusiva de la exportación azucarera, ante un mercado mundial que tiene poco para ofrecer.

Precios inestables, fuertes subsidios de la Unión Europea para los cultivadores de remolacha azucarera y producciones que se mantienen por debajo de lo esperado, configuran un cuadro difícil para ese sector estratégico de la economía cubana.

En ese contexto, las autoridades del ramo están convencidas que la diversificación de la producción resulta «una alternativa, si se aspira a una verdadera eficiencia económica en el aprovechamiento de la caña de azúcar».

Fuentes oficiales admitieron que la crisis económica desatada en la década del 90, tras la desaparición de la Unión Soviética, frenó el desarrollo de la industrialización de los derivados, ante la necesidad de concentrar todos los recursos disponibles en la agroindustria azucarera.

Sin embargo, a partir de 1997 se replanteó la importancia y conveniencia de asignar recursos para la producción de derivados.

Medios especializados señalaron que esa decisión se adoptó tras considerar que el dinamismo de la agroindustria no puede descansar exclusivamente en la producción de azúcar, dadas las limitaciones de suelos y de clima para expandirla más allá de las siete millones de toneladas.

La principal y más antigua industria de Cuba, con una capacidad instalada para producir 10 millones de toneladas al año y un promedio de siete millones anuales durante la década del 80, vio mermada su producción hasta llegar a 3,2 millones de toneladas en 1995.

Los pronósticos para la cosecha 2000-2001 apuntan también a la baja, luego de que en la precedente se logró producir 4,05 millones de toneladas.

Algunos expertos entienden que la disponibilidad inicial de caña de azúcar, hacia fines de septiembre del año pasado, sólo permitiría alcanzar este año un nivel de azúcar crudo cercano a las 3,5 millones de toneladas.

Por otra parte, especialistas recordaron que el azúcar sólo representa aproximadamente 10 por ciento del contenido de la caña.

El resto de esa materia orgánica, tradicionalmente subvalorada en Cuba, es mucho más valiosa que la sacarosa misma, al menos en términos potenciales.

La lista de derivados de la caña de azúcar es extensa. Por ejemplo, de sus mieles se obtienen alcoholes, cuyo procesamiento permite fabricar fibras sintéticas, pinturas, barnices, aislantes eléctricos y materiales para la industria del plástico.

La comercialización de muchos de estos productos permitiría «hasta quintuplicar el ingreso que actualmente se obtiene por la venta de una tonelada de azúcar», comentó con entusiasmo un experto.

Datos oficiales indican que las ventas de Tecnoazúcar, empresa encargada de la comercialización y diversificación de los derivados de la caña de azúcar, podrían aumentar 1,6 por ciento este año, respecto de 2000, cuando sumaron 13 millones.

Se espera que un peso importante de ese incremento descanse en la producción de ron y de tableros de bagazo, aunque tiene también muy buenas perspectivas el azúcar de tipo orgánico (fabricado sin productos químicos), incorporado ahora a la lista de productos para exportar.

El bagazo, residuo que queda de la caña al exprimirla para sacarle su jugo, es fuente de la mayor cantidad de derivados, pues suma 65, en cuyas producciones cabe un papel protagónico a la Unión de Investigación y Producción de la celulosa del bagazo (Cuba 9).

Esa empresa perteneciente al Ministerio del Azúcar fue creada hace unos 20 años como parte de un proyecto del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para la fabricación de papel periódico y otros productos, a partir de la celulosa del bagazo.

Cuba 9 produce en la actualidad, entre otros elementos, placas de purificación de aceites para transformadores eléctricos (Filtec), empleado en la fabricación de la vacuna local contra la hepatitis B y en los medios de cultivo para preparados biológicos.

En el campo de la medicina veterinaria, la firma produce un antidiarreico denominado Ligmed A, desarrollado de manera conjunta con el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria a partir de la lignina, una sustancia orgánica que impregna los tejidos de la madera.

Ese medicamento cura la colibacilosis porcina (diarrea aguda) en 48 horas, sin daño para el animal, es preventivo y se complementa con la vacuna Gavac, contra la garrapata, patentada hace unos años por el Instituto de Ingeniería Genética.

En tanto, un proyecto que cuenta con apoyo del PNUD para extender a todo el año la generación de electricidad a partir de la biomasa cañera significaría un enorme paso adelante en el uso de esa fuente alternativa de energía.

Los ingenios producen hoy en promedio cerca de 27 kilovatios por tonelada de caña molida durante la temporada de cosecha azucarera, que en Cuba suele comenzar en diciembre y extenderse hasta abril o mayo.

Sin embargo, como resultado de estudios realizados por especialistas del central Melanio Hernández, de la provincia de Sancti Spiritus, distante 350 kilómetros de La Habana, se espera llegar a producir energía prácticamente los 12 meses del año.

El proyecto, que requiere la siembra de una variedad de caña energética, podría aportar unos 30 kilovatios por tonelada de biomasa y elevar la producción de alcohol hasta los 1.000 hectolitros diarios, frente a una capacidad actual de sólo 650. (FIN/IPS/pg/dm/if/01

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