ECONOMIA-ARGENTINA: El turno de la reactivación

El gobierno de Argentina logró postergar para después de 2005 el vencimiento de 16.000 millones de dólares de su deuda externa, pero la incógnita es si podrá reactivar la economía antes de que se diluya el impacto favorable de esta operación.

Al canjear a los tenedores los bonos de deuda externa por otros a mayor plazo y con mayores tasas de interés, «el gobierno compró tiempo» ante un posible cese del pago de vencimientos, dijo a IPS Claudio Lozano, economista de la central sindical Congreso de los Trabajadores Argentinos.

«Esto podría ser bueno si los costos fueran bajos y si el tiempo se usara para rectificar el rumbo neoliberal, pero en este caso el costo es escandaloso», agregó Lozano.

«Esta es una operación que nos permite un alivio ante las presiones de los vencimientos de los próximos años», explicó este lunes el viceministro de Economía, Daniel Marx. Se trata de un «oxígeno» necesario, pero la deuda de largo plazo se incrementó 2.225 millones de dólares, por los altos intereses del canje de bonos, reconoció.

La operación fue denominada «megacanje» en medios periodísticos, dado el volumen sin precedentes de bonos que el gobierno salió a rescatar contra la presentación voluntaria de los tenedores.

Así, el gobierno se libró para lo que resta del año del pago de 3.289 millones de dólares, cifra que se elevará a casi 8.000 millones hasta el fin de 2002. Este año, el gobierno argentino debía pagar en total 11.400 millones de dólares por los títulos emitidos.

Los intentos del ministro de Economía Domingo Cavallo por reactivar la economía y postergar los vencimientos desde que asumió el 20 de marzo no dieron resultados. Los costos del financiamiento eran cada vez más altos y fue así, en condiciones de debilidad, que el gobierno propuso el canje.

Lozano sostuvo que el canje de bonos, más que una solución de fondo, parece «una administración de la crisis para que aguante (sin estallar) hasta las elecciones (parlamentarias) de octubre» próximo.

Se trata del segundo intento en apenas seis meses para eludir el cese de pagos. El primero fue el «blindaje», un respaldo de 40.000 millones de dólares aportado seis meses atrás por el Fondo Monetario Internacional y por otros organismos multilaterales y países que avalaba la colocación de papeles para que el Estado pudiera financiarse.

El «blindaje», fue presentado entonces por el gobierno de Fernando de la Rúa como la garantía necesaria para poner en marcha la economía, pero la confianza de los agentes económicos se licuó en dos meses. Ante la crisis que se precipitó en marzo, renunciaron dos ministros de Economía en apenas 15 días.

La operación, cuyo resultado fue anunciado la noche del domingo, consistió en un millonario canje de bonos que vencían en los próximos cuatro años por otra serie de papeles de vencimiento posterior, entre 2005 y 2031, con una tasa de interés promedio de 15,2 por ciento, casi cuatro veces superior a la básica internacional.

Los tenedores de bonos, institucionales y particulares, argentinos y del exterior, elevaron la semana pasada ofertas por más de 33.000 millones de dólares. El gobierno aceptó 29.477 millones, y con la entrega de nuevos bonos, la deuda aumentó 2.225 millones (0,7 por ciento del producto interno bruto anual).

El alto costo de la operación «eleva el riesgo de insolvencia futura y exige un enorme esfuerzo de crecimiento en un corto plazo, en un contexto en el que es evidente que tampoco habrá una rectificación del rumbo», sostuvo Lozano.

El monto total de deuda que se logró aplazar para después de 2005 es de poco más de 16.000 millones de dólares. Si bien constituye un alivio, la cifra podría parecer magra frente a los 80.000 millones de dólares de vencimientos de deuda externa que se acumularán en los cuatro años venideros.

La deuda pública argentina supera ahora los 130.000 millones de dólares, de los cuales casi 100.000 están en bonos. El resto son compromisos con organismos multilaterales de crédito.

El canje fue celebrado como «un éxito» por De la Rúa, Cavallo e incluso el FMI, que destacó en un comunicado la gran cantidad de tenedores que se presentaron al canje, incluso del exterior.

De hecho, la operación fue la única alternativa al cese de pagos, que era lo que la mayoría de los tenedores de bonos descontaba cuando le reclamaban al gobierno tasas de interés mayores cada vez mayores por cada colocación de letras del Tesoro.

Sin embargo, todos admiten que las tasas de interés prometidas por el canje fueron elevadas y que ahora urge lograr la reactivación de la economía, la expansión del consumo y de las exportaciones, el aumento de la recaudación y la reducción del déficit fiscal.

Muchos se muestran optimistas pues Cavallo podrá concentrarse ahora en la reactivación a través de diversos planes, que permitan mejorar la competitividad de la producción local y aumentar el poder adquisitivo de los consumidores argentinos.

El producto interno bruto retrocede desde hace tres años, y el desempleo, que estaba en 14,7 por ciento, habría llegado a superar 16 por ciento en mayo, de acuerdo a informaciones que trascendieron en los últimos días.

Pero no son pocos los que descreen que esta operación, que constituyó un millonario negocio para los bancos privados que la organizaron y también para los tenedores, pueda ser la plataforma para el relanzamiento de la economía, y mucho menos si se considera que la oportunidad también tiene vencimiento.

Para algunos economistas, las posibilidades se reducen a apenas cinco meses, tras los cuales el gobierno deberá someterse de nuevo a la búsqueda de respaldo financiero en el mercado, también con altas tasas de interés si la desconfianza persiste. (FIN/IPS/mv/mj/if/01

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