COLOMBIA: Copa América no está amenazada, asegura el gobierno

El presidente de Colombia, Andrés Pastrana, descartó hoy que el secuestro del vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Hernán Mejía, tuviera el objetivo de boicotear la Copa América, el torneo internacional de fútbol más antiguo del mundo, que comenzará el 11 de julio en este país.

Mejía fue secuestrado junto a otras personas el lunes por la tarde, cuando salía de su hacienda en las cercanías de Pereira, en la central región caficultora de Colombia.

Pastrana aseguró que el ataque no estaba dirigido en especial contra Mejía, sino que se trató de un secuestro masivo. Fue un operativo de las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que retuvo entre 15 y 20 personas, dijo el presidente.

El mandatario lamentó el secuestro del dirigente del fútbol e informó que la policía había investigado la actividad guerrillera en la zona y que había aconsejado a Mejía que tomara precauciones.

Pastrana desestimó versiones periodísticas que enmarcaron el secuestro de Mejía en un presunto plan insurgente para sabotear la Copa América, que se realizará del 11 al 29 de julio en siete ciudades colombianas, entre ellas Pereira.

Analistas recordaron que las FARC, la mayor guerrilla del país y responsable al parecer del secuestro, aseguraron en un comunicado que no entorpecerían el desarrollo del campeonato de selecciones americanas.

Mejía, de 65 años, miembro de la Confederación Sudamericana de Fútbol e integrante desde hace una década de la dirección de ese deporte en este país, preside el comité organizador de la Copa América en Pereira.

La Federación Colombiana de Fútbol (FCF) emitió un comunicado este martes en el que condena el secuestro de Mejía y pide a los secuestradores de Mejía que faciliten su pronta liberación.

Ramón Jessurum, directivo de la FCF, comentó que «desafortunadamente en Colombia cualquier persona puede ser víctima del secuestro extorsivo».

Algunos periodistas deportivos consideraron el secuestro de Mejía como un hecho grave, pero descartaron que afecte la realización de la Copa América.

Colombia fue elegida por la Confederación Sudamericana de Fútbol como sede de la edición de este año luego de varias reuniones en las que se examinaron las condiciones de seguridad, para proteger a las delegaciones visitantes del conflicto interno armado.

El presidente Pastrana en persona defendió ante la Confederación la realización en su país de la Copa América, confirmada a comienzos de este mes.

La Copa América, nacida en 1916, es el campeonato de selecciones nacionales de fútbol más antiguo del mundo y los países que más han triunfado son Argentina y Uruguay, que lo hicieron en 14 oportunidades. El último campeón es Brasil, que derrotó a Uruguay en la final jugada en Paraguay en 1999.

Observadores creen que la Confederación no cambiará la sede de Colombia, pues es muy difícil hacerlo cuando sólo faltan 15 días para comenzar y muchos los compromisos económicos con patrocinadores y por derechos de transmisión de los partidos por televisión.

Además, recordaron que días antes de ser elegida Colombia como sede se registraron tres atentados con coche-bomba en las ciudades de Bogotá, Medellín, en el noroccidente, del país, y en Cali, en el oeste, con un saldo de 12 muertos y cerca de 200 heridos.

Por otra parte, las FARC, afirmaron en un comunicado que no entorpecerían la realización de la Copa América, por lo cual se descarta que el secuestro del dirigente deportivo haya sido planeado con ese objetivo.

No obstante, los rebeldes anunciaron el pasado fin de semana que, tras la decisión unilateral de liberar a unos 300 soldados y policías este jueves, incrementarán sus acciones armadas en las ciudades.

Como preámbulo de esas acciones la guerrilla perpetró el sábado un ataque contra la cárcel La Picota, de Bogotá, para «recuperar a sus hombres», según anunció Jorge Briceño, de la dirección insurgente. Durante el ataque a La Picota escaparon 90 reclusos, entre ellos cerca de 20 guerrilleros.

Para Luis Giraldo, uno de los portavoces del gobierno en las negociaciones que lleva a cabo con las FARC desde 1999, el ataque a La Picota y los cruentos enfrentamientos de la semana pasada en el departamento de Putumayo, en el sudeste, deben llevar al gobierno a pensar en un replanteamiento del proceso de paz.

Giraldo opinó que las FARC tendrían que mostrar una mayor voluntad para disminuir el conflicto armado.

Las FARC y el gobierno firmaron un acuerdo humanitario el día 2 para la liberación de 42 soldados y policías retenidos por los insurgentes y la puesta en libertad de 15 guerrilleros, que se llevó a cabo plenamente y según algunos analistas representó un nuevo aire al proceso de paz.

Así mismo, los rebeldes se comprometieron a entregar este jueves, sin ninguna contraprestación, a cerca de 300 soldados y policías, pero anunciaron que mantendrán secuestrados a un grupo de oficiales y suboficiales para presionar nuevos acuerdos. (FIN/IPS/yf/dm/ip/01

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