/BOLETIN-DD HH/ URUGUAY: Una madre acude a la justicia española

La uruguaya Sara Méndez se presentará este lunes ante la justicia de España, en una etapa más de la larga búsqueda de su hijo Simón, secuestrado en Buenos Aires hace 25 años por agentes de las dictaduras de Argentina y Uruguay.

Méndez realizará su presentación ante la Audiencia Nacional, tribunal de carácter federal, uno de cuyos seis jueces de instrucción es Baltasar Garzón, conductor del proceso contra el ex dictador chileno Augusto Pinochet y contra otros ex dictadores o funcionarios de los pasados regímenes del Cono Sur de América.

La maestra uruguaya afirmó el martes ante periodistas reunidos en el Club Internacional de Prensa que seguirá buscando a su hijo hasta que aparezca, y que golpeará todas las puertas, entre ellas las de la justicia y de la opinión pública de España y de otros países.

Méndez también recordó su drama en una mesa redonda realizada en el Instituto de la Juventud, acompañada por el catedrático de Derecho Internacional y presidente de la Asociación pro Derechos Humanos de España, Fernando Mariño y por el sacerdote católico Juan José Tamayo, de la Asociación de Teólogos Juan XXIII.

Méndez abandonó Uruguay en 1973, cuando se instauró la dictadura militar en ese país, donde integraba un movimiento izquierdista de obreros y estudiantes que hasta entonces funcionaba en la legalidad.

Su destino fue Argentina, que desde el 25 de mayo de ese año vivía un proceso de recuperación de la democracia, interrumpido luego, el 23 de marzo de 1976, por un golpe de Estado.

El 13 de julio de 1976, su domicilio fue allanado sin orden judicial por un grupo de militares argentinos y uruguayos en actividad vestidos de civil. Ella estaba acompañada por otra uruguaya y por su hijo, Simón, nacido 20 días antes.

Méndez recordó que se encontraba ordenando su ropa cuando, cerca de la medianoche, ingresó a su vivienda el «grupo de tareas», como denominaba entonces a los contingentes de militares y policías a cargo de realizar detenciones ilegales.

El militar uruguayo que dirigía el grupo le preguntó si lo conocía y, al responder ella que no, él se identificó como José Nino Gavazzo. Méndez cree que Gavazzo estaba convencido de que no quedarían testigos para denunciarlos después.

Tras una larga hora de interrogatorio, esposadas y con los ojos vendados, el grupo trasladó a las dos uruguayas pero antes separaron a Méndez de su hijo.

Su destino inmediato fue Automotores Orletti, una cárcel clandestina en la capital argentina que funcionaba también como centro de tortura y de extermino, pues la mayoría de los secuestrados conducidos allí no salieron con vida.

Por razones que nunca conoció, fue trasladada luego a Uruguay junto con una veintena de compatriotas suyos. Allí la mantuvieron detenida en secreto cuatro meses, desaparecida, sin informar a la justicia ni a su familia.

Al cabo de los cuatro meses, fue sometida a juicio y condenada por asistencia a organizaciones subversivas izquierdistas. Pasó cinco años en la cárcel. En mayo de 1981, ni bien recobró su libertad, se dedicó a buscar a su hijo.

«Revolví cielo y tierra y por momentos tuve la casi certeza de haberlo encontrado», recordó en Madrid. En 1986, un año después de finalizada la dictadura uruguaya, recibió informes sobre un niño adoptado en Montevideo por una familia vinculada con un militar participante en la represión y que podía ser Simón.

El presidente de Uruguay, Jorge Batlle, logró el año pasado convencer al joven de que se sometiera a exámenes de ADN. Los resultados fueron negativos. No era su hijo aunque, como aquél, fuera pelirrojo, de tez blanca y adoptado. «¡Qué decepción, creí que lo había encontrado!», se lamentó.

Lo terrible, según Méndez, es que en su país «puedan existir secuestradores en libertad y sin haber sido sometidos a juicio y secuestrados, como mi hijo, que todavía sigue secuestrado».

Por eso, y pese a la ley de amnistía aprobada en Uruguay, entiende que el Estado debe «terminar con este crimen de lesa humanidad, para lo cual cuenta con el apoyo de todos los uruguayos, excepto los culpables».

Méndez sabe que no será fácil que la justicia de otros países, como España, pueda hacer efectivas las órdenes de detención de los secuestradores. Pero sí podrían hacer que se oiga su reclamo y que ella pueda encontrar a su hijo, que el viernes cumplió 25 años. (FIN/IPS/td/mj/hd/01

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