/BOLETIN-DD HH/ INFANCIA-RUSIA: Centros de acogida son cámaras de tortura

Las instituciones estatales de Rusia para niños y niñas sin custodia familiar «destruyen la vida», ya que 40 por ciento de sus 15.000 egresados anuales terminan en prisión y 10 por ciento se suicidan, advirtieron activistas humanitarios.

Esas instituciones, a las cuales se destinan recursos presupuestarios insuficientes, albergan en la actualidad a unos 700.000 niños y niñas, dos tercios de los cuales sufren algún tipo de desorden psicólogico, según datos del Ministerio de Salud.

En 1999, los internados eran 620.000, en este país de más de 147 millones de habitantes.

Organizaciones defensoras de la infancia aseguran que esos niños y niñas son víctimas de abusos e incluso de torturas por parte de funcionarios o de otros internados de mayor edad, y que las instituciones especiales de reclusión para quienes han cometido delitos son apenas mejores que las cárceles.

Unos 70.000 niños y niñas residen en la actualidad en esas instituciones especiales, indicó Boris Altshuler, director de la organización no gubernamental (ONG) «Derechos de la Infancia», con sede en Moscú.

Sólo cinco por ciento de esos niños y niñas son huérfanos, y los demás fueron abandonados por sus familias o huyeron de ellas, según datos oficiales.

El gobierno no ha puesto en práctica ninguna de las recomendaciones efectuadas por las ONG para mejorar dichos establecimientos, agregó.

Las instituciones estatales para niños y niñas sin custodia familiar son «instalaciones para destruir la vida» e «instrumentos en la guerra del país contra sus nuevas generaciones», dijo Valery Abramkin, de la ONG Centro para la Reforma del Sistema Judicial.

El aumento de la población de esas instituciones es consecuencia del creciente número de niños y niñas que viven en las calles.

Pasha, de 11 años, vive en la plaza Tri Vokzola (Tres Estaciones Ferroviarias), ubicada en el centro de Moscú y frecuentada por niños y niñas sin hogar.

Pasha subsiste mediante la mendicidad y a pequeños robos, y está feliz de haber escapado de su alcohólica madre, quien vive en la empobrecida ciudad de Ivanovo, unos 250 kilómetros al noreste de Moscú y notoria en el pasado por su actividad industrial.

«Rusia afronta una crisis de la institución familiar que hace aumentar la cantidad de 'huérfanos sociales'», advirtió Vladimir Vasilyev, integrante del consejo municipal de Moscú.

Los niños y niñas que viven en las calles de la capital son un problema nacional, pues 95 por ciento provienen del resto del país o de otras naciones que integraron la Unión Soviética.

Muchos niños y niñas abandonan sus hogares, por lo general para escapar de adultos alcohólicos que luego no tratan de encontrarlos, y es frecuente que dejen de asistir a la escuela, vivan en las calles, cometan delitos o consuman drogas.

«Los dirigentes políticos deben asumir sus responsabilidades para evitar que se violen los derechos de la infancia», enfatizó Altshuler.

Activistas humanitarios reclaman desde hace años una reforma de las políticas e instituciones para la infancia abandonada, administradas por los ministerios de Salud, Educación y Trabajo.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, expresó el mes pasado en un comunicado elogios a la labor de las organizaciones de humanitarias de ayuda a la infancia, y el gobierno ha prometido nombrar un comisionado federal para los derechos de la infancia.

Especialistas han destacado que los otrora avanzados sistemas nacionales de educación y de protección de la infancia muestran un acentuado deterioro desde la disolución de la Unión Soviética, en 1991.

Cada vez más niños y niñas no asisten a escuelas, y las instituciones públicas carecen de recursos para brindar buenos servicios a la infancia desprotegida.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia lleva adelante en el país programas para la infancia abandonada o víctima de abusos, dijo a IPS explicó Vera Gavrilova, coordinadora de esa agencia en Moscú.

El gobierno debería destinar más fondos a proteger de los efectos de la actual crisis económica a 35 millones de niños y niñas, siete millones de los cuales tienen menos de 5 años de edad, agregó. (FIN/IPS/tra-en/sb/mn/dc-mp/hd/01

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