(IPS) México y siete países de América Central firmaron hoy en una reunión cumbre realizada en la capital salvadoreña el ambicioso Plan Puebla-Panamá (PPP), para el desarrollo de una región que se extiende desde el sureste mexicano hasta la frontera sur de Panamá.
«Regreso (a México) con gran satisfacción, tras constatar la gran voluntad política para enfrentar los retos del siglo XXI y remontar el desarrollo sostenible de las economías de nuestros países», dijo el presidente mexicano Vicente Fox en una conferencia de prensa al término de la reunión.
El PPP fue propuesto originalmente por Fox para dar mayor dimensión al mecanismo de diálogo Tutxla Gutiérrez, entre México y América Central, creado en 1991. En estos 10 años, quizá el logro más importante del diálogo fue la firma de acuerdos de libre comercio entre las dos partes.
Los ministros de Hacienda de los ocho países involucrados y el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, tendrán a su cargo la segunda etapa del plan: determinar en tres meses los costos y su financiación.
No hay de momento un cálculo formal del costo de los 15 o 16 proyectos regionales incluidos en el PPP, aunque extraoficialmente se supone que puede llegar a los 9.000 millones de dólares.
El plan, de ocho líneas estratégicas, fue aprobado por Fox y por los presidentes Miguel Angel Rodríguez, de Costa Rica, Francisco Flores, de El Salvador, Alfonso Portillo, de Guatemala, Carlos Flores, de Honduras, Arnoldo Alemán, de Nicaragua, y Mireya Moscoso, de Panamá, y por el primer ministro de Belice, Said Mussa.
Tras la finalización de la segunda etapa, dentro de tres meses, se espera tener todo listo para iniciar la ejecución del plan, que incluye proyectos de desarrollo sustentable y entre los que se cuenta el llamado Corredor Biológico Mesoamericano.
Este es una proyecto de ordenación territorial interconectada para fortalecer las áreas protegidas de Mesoamérica (desde Panamá hasta Yucatán), como una serie de núcleos de manejo biorregional. Es impulsado por la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Agencia de Cooperación Técnica Alemana.
El PPP también incluye programas de prevención y mitigación de desastres naturales, turismo, facilitación del comercio, integración vial, interconexión energética, integración de las telecomunicaciones y desarrollo social.
Las obras se traducirán en modernas aduanas, una carretera para unir la región mesoamericana, nuevos aeropuertos, un gasoducto y la interconexión eléctrica, que está casi finalizada.
También se contempla la promoción turística en conjunto, que comprenderá la ruta maya -México, Belice, Guatemala, y Honduras- e inversiones para llevar servicios de salud y crear empleo.
El PPP, según sus promotores, favorecerá a toda la población centroamericana, calculada en unos 37 millones de habitantes de los cuales aproximadamente 50 por ciento viven en la pobreza.
Los nueve estados del sureste mexicano englobados en el PPP tienen unos 28 millones de habitantes, que comparten con los centroamericanos su condición de pobres.
Pero hay varios obstáculos para la iniciativa. Por un lado, las comunidades indígenas del sudeste mexicano han manifestado una rotunda oposición al PPP, pues lo consideran un proyecto de colonización y temen que tenga impacto negativo en su cultura y en el ambiente.
Fox puntualizó en San Salvador que el propósito no es sólo el intercambio de inversiones entre los países participantes, sino de buscar socios en el exterior, forjar alianzas estratégicas y sumar esfuerzos para desarrollar la región.
El presidente mexicano se mostró conciliador y dijo que es necesario escuchar las críticas y tomarlas en cuenta.
Partidos de izquierda de América Central se han pronunciado contra el PPP. En El Salvador, el ex insurgente Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) se opone al proyecto, tras resistir también un tratado de libre comercio firmado por su país con México en 1999.
El economista Salvador Arias, del FMLN, señaló que aún no se han evaluado realmente los supuestos beneficios del PPP ni los riesgos que entraña. Según Arias, México busca abrir mercados y espacios para sus empresas, y América Central debe saber negociar, para no convertirse en el patio trasero de la economía mexicana.
Así mismo, se ha observado que no se trata de una nueva propuesta. Muchos de los programas comprendidos en el PPP fueron diseñados en 1994, cuando los presidentes de América Central lanzaron la llamada Alianza para el Desarrollo Sostenible, que tuvo una vida tan breve como el mandato de cuatro o cinco años de quienes la suscribieron.
Muchas de esas iniciativas fueron retomadas y presentadas a la comunidad internacional, para solicitar su ayuda, poco después de que el huracán Mitch hiciera estragos en Honduras y en Nicaragua, a fines de 1998.
Según Mayi Antillón, directora ejecutiva de la Cámara de Industrias de Costa Rica, el valor agregado de esta nueva propuesta es, básicamente, México.
«La idea es atractiva. En el sureste de México hay depresión económica y la idea de promover la inversión en la zona no deja de ser interesante, pero hemos planteado que queremos ganar todos», indicó.
Según Antillón, la mayor debilidad del PPP es que, si bien fue aprobado por los gobernantes, no están en él los actores civiles. (FIN/IPS/mso/ff/dv ip/01