AMBIENTE-RUSIA: El terror químico no está conjurado

Organizaciones ecologistas advirtieron que los depósitos de armas químicas que existen en Rusia, muchos de ellos desde la segunda guerra mundial, presentan graves peligros para la salud y el ambiente.

Moscú prometió destruir esos elementos bélicos, pero lo hace lentamente, por falta de recursos.

Muchos de los arsenales están «perdidos y olvidados», según Lev Fyodorov, director de la no gubernamental Unión para la Seguridad Química.

Oficialmente, Rusia ha almacenado 44.000 toneladas de gases militares venenosos en siete centros de depósito. Moscú prometió destruir sus armas químicas para 2008, de acuerdo con la Convención de Armas Químicas, que ratificó en noviembre de 1997.

Pero la destrucción está retrasada y el primer ministro Mijaíl Kasyanov invocó un artículo de la convención que otorgaría a Rusia cinco años más para cumplir con sus obligaciones, lo cual llevaría la fecha límite a 2012.

Adicionalmente, Moscú ha solicitado en reiteradas ocasiones más ayuda internacional para poder destruir con los mortales químicos, la mayoría de los cuales son agentes nervotóxicos.

El gobierno había anunciado con anterioridad que necesitaría 5.500 millones de dólares para liquidar su arsenal químico, pero este mes reevaluó el costo a 7.000 millones de dólares, explicó Zinoviy Pak, al frente de la Agencia de Municiones rusa.

Sin embargo, Fyodorov insistió que la situación es mucho peor de lo que el gobierno indica. Además de los siete depósitos oficiales en Rusia, existen cientos de depósitos clandestinos con armas enterradas por toda la ex Unión Soviética, incluso varios sitios en Belarús, Georgia, Kazajstán, Ucrania y Uzbekistán.

Lo que complica las cosas es que algunos de los sitios fueron terrenos de prueba donde quedan pertrechos de guerra sin explotar.

Aunque la Convención de Armas Químicas está dedicada a los depósitos químicos posteriores a la segunda guerra mundial, armas producidas entre 1915 y 1946 siguen sin aparecer. Muchas fueron enterradas en instalaciones militares que desde entonces se han convertido en áreas residenciales y parques nacionales.

La Convención de Armas Químicas estipula que el gobierno de Rusia debe identificar los sitios y comenzar a destruir las armas viejas. «Pero nada se ha hecho hasta el momento», dijo a IPS.

Pero los funcionarios rusos negaron las advertencias de Fyodorov y aseguraron que el problema no es tan grave. No obstante, reconocieron que podría haber cierta contaminación resultante de los viejos sitios de depósito o pertrechos químicos sin detonar.

Fyodorov insistió que había revisado unos 300 expedientes de archivos militares y halló evidencias concretas sobre los vertederos. En los distritos moscovitas de Kuzminki y Ochakovo, antiguos vertederos químicos que ahora constituyen zonas densamente pobladas, ya se excavaron barriles con químicos y bombas, señaló.

Antes y durante la segunda guerra mundial, las armas químicas y los residuos de las plantas de armas químicas eran enterrados sin ningún sistema y rara vez quedaban registrados, aseguró Fyodorov.

Así mismo, luego de la realización de pruebas de dichas armas, no se recogían las bombas o proyectiles sin detonar.

Expertos calculan que las láminas de 10 milímetros de metal que recubrían a los barriles y las bombas se han oxidado a un ritmo de un milímetro cada seis años, lo cual indicaría que ya estarían totalmente perforadas.

Fyodorov y otros expertos advirtieron que, incluso pequeñas cantidades de las sustancias, como el gas mostaza, podrían causar cáncer, mutaciones físicas y otros problemas de salud en humanos.

A la vez, Rusia y otros países padecen el problema de tener más de 300.000 toneladas de armas químicas arrojadas al mar. La mayor parte fue confiscada a la Alemania nazi a fines de la segunda guerra mundial, pero unas 45.000 toneladas proceden de depósitos mantenidos por las fuerzas armadas aliadas.

La mayor parte se arrojó al lecho marino entre Dinamarca, Noruega y Suecia, donde el mar Báltico encuentra al mar del Norte. La flota soviética arrojó una cantidad menor en el mar Báltico frente a la costa de Kaliningrado.

La mitad de los barriles, que han estado debajo del agua más de medio siglo, contenían gas mostaza. El resto contienen una docena más de venenos mortales.

Muchos vertederos submarinos se «perdieron y olvidaron» y podrían contener hasta 120.000 toneladas de armas químicas, aseguró Fyodorov.

Si los cálculos de Fyodorov son correctos, los depósitos son mayores a los arsenales actuales de Rusia y Estados Unidos combinados.

Este mes, funcionarios rusos y diplomáticos extranjeros visitaron Shchuchye, en los montes Urales, para inaugurar la construcción de la mayor instalación de destrucción de armas del país. Casi 14 por ciento del arsenal de 44.000 toneladas de armas químicas está almacenado en Shchuchye.

Los donantes extranjeros prometieron 1.000 millones de dólares para ayudar a construir Shchuchye y seis plantas similares más. Washington prometió 888 millones de dólares para la planta de Shchuchye, cuya inauguración está prevista para 2004.

Moscú espera invertir 400 millones de dólares para construir las instalaciones de destrucción. El gobierno prometió 120 millones de dólares para el programa en el presupuesto de este año, seis veces más que en 2000. (FIN/IPS/tra-en/sb/aa/aq/en/01

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