El presidente estadounidense George W. Bush reiteró hoy, un día antes de iniciar su primer viaje oficial a Europa, su rechazo al protocolo internacional contra los gases invernadero, a los que se atribuye el recalentamiento planetario, pero prometió más fondos a la investigación sobre el asunto.
La declaración de Bush agravará la irritación que ya originó en los gobiernos europeos su anuncio, en marzo, de que no promovería ante el Congreso legislativo estadounidense la ratificación del Protocolo de Kyoto, de 1997, advirtieron grupos ambientalistas.
«La declaración del presidente en la víspera de su gira le originará tensiones» con otros líderes «de Europa y de Rusia», sostuvo la organización Defensa Ambiental, radicada en Nueva York, que cuenta entre sus aportantes varias grandes empresas estadounidenses.
«Tal vez lo más importante es que (su política) retrasará entre cinco y 10 años la posibilidad de alcanzar una solución mundial al cambio climático», agregó el grupo en un comunicado.
«Al rechazar el tratado, el presidente repudió una década de investigaciones y de negociaciones entre más de 180 naciones dirigidas a establecer un marco científico adecuado y eficaz para limitar la emisión de gases invernadero que causan el recalentamiento planetario», sostuvo Defensa Ambiental.
La mayor parte de la emisión de gases invernadero responde a la actividad industrial y al tránsito de vehículos, pues son liberados a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles como petróleo, carbón y gas.
Estados Unidos, con menos de cinco por ciento de la población mundial, emite en la actualidad casi 25 por ciento de los gases invernadero liberados en la atmósfera de todo el planeta.
La primera gira europea de Bush incluirá escalas en España, Bélgica, Suecia, Polonia y Eslovenia, donde se reunirá por primera vez con el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
El viaje se realizará en momentos en que parecen agravarse las diferencias entre Estados Unidos y sus aliados europeos en una amplia gama de asuntos internacionales, entre ellos los ambientales.
Jefes de Estado y de gobierno europeos expresaron desagrado, sorpresa e incluso alarma porque Bush, quien se presentó en la campaña electoral del año pasado como un moderado del Partido Republicano, manifestó posiciones derechistas y unilateralistas en materia ambiental y política.
Entre las cuestiones que han separado a Europa de Estados Unidos desde la investidura de Bush en enero figuran, además de sus posiciones sobre ambiente, las relaciones con China, Corea del Norte y Rusia y su plan de defensa con misiles.
Pero antes de emprender su gira, Bush pareció moderar algunas de sus posiciones.
La semana pasada, por ejemplo, su gobierno alcanzó un acuerdo comercial con China, anunció que reanudará el diálogo con Corea del Norte y, poco antes de la publicación del nuevo informe sobre recalentamiento planetario de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense, prometió abordar el asunto con más seriedad.
Sin embargo, los ambientalistas y los gobiernos europeos deben haberse desalentado este lunes, si es que esperaban un cambio de clima alrededor del Protocolo de Kyoto.
Bush consideró «no realista», «arbitrario» y «no basado sobre la ciencia» al Protocolo, único tratado internacional que obliga a los países industriales a reducir sus emisiones de gases invernadero. Según este acuerdo, en 2012 esas emisiones deben ubicarse siete por ciento por debajo de los niveles de 1990.
Aunque aseguró que Washington procurará reducir sus emisiones, sus anuncios sobre el tratado molestaron y preocuparon a sus aliados europeos y a países en desarrollo.
«Siempre debemos actuar para asegurar el crecimiento económico continuo y la prosperidad de nuestros ciudadanos», dijo Bush este lunes, una versión más diplomática de su «no haremos nada» que dañe la economía estadounidense pronunciado en marzo.
También dijo que cualquier medida adoptada para reducir las emisiones «debe basarse sobre la participación mundial, incluso la de los países en desarrollo cuya emisión neta de gases invernadero superan hoy la de los países industrializados».
Los países en desarrollo no están obligados a reducir sus emisiones hasta después de 2012, pues quienes negociaron el tratado consideraron que la mayoría de los gases invernadero han sido liberados a la atmósfera durante el último siglo por países industriales.
Algunos analistas creen que la insistencia de Estados Unidos en obligar a los países en desarrollo a reducir sus emisiones imposibilitará cualquier negociación hacia un acuerdo definitivo.
Lo nuevo en las declaraciones de Bush es su compromiso a «trabajar en el marco de la Organización de las Naciones Unidas y en todas partes» para responder al recalentamiento, a través del aumento del gasto de Washington en investigación, e incluso en medios técnicos para medir la emisión de países en desarrollo.
El nuevo plan energético del gobierno también se concentrará en la conservación y en un uso eficiente de la energía. Pero, según ambientalistas, ese plan aumentará 35 por ciento las emisiones de gases invernadero de este país al cabo de esta década.
«El enfoque del presidente sobre el recalentamiento planetario equivale a encomendar un estudio sobre incendios cuando tu casa está en llamas», dijo Carl Pope, director ejecutivo del Sierra Club, el principal grupo ambientalista estadounidense.
«El presidente Bush recicla ideas de 1992, cuando el primer tratado sobre recalentamiento planetario fue firmado por su padre. En apenas seis meses retrocedió 10 años, poniendo en duda las conclusiones de la ciencia», dijo Nancy Kete, directora del programa de Clima y Energía del Instituto de Recursos Mundiales. (FIN/IPS/tra-en/jl/mj/en ip/01