El VIH y el sida podrían convertirse en un obstáculo insalvable para los países pobres, se destacó en la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Países Menos Adelantados, que se celebra hasta el domingo en esta capital.
La mayoría de los 49 países menos adelantados (PMA) se encuentran en Africa, el continente más afectado por la pandemia y donde unas 3.800 personas contraen diariamente el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) que causa el mortal sida.
La esperanza de vida en los países más pobres había aumentado a 59 años a fines de los años 80, pero el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) amenaza con reducirla a 45 años en los próximos años.
La representante de ONUSIDA (Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida), Noerine Kaleeba, conoce la enfermedad de cerca, ya que le causó la muerte a su esposo hace 14 años.
«Aunque yo no contraje el VIH, he vivido con el estigma que causa el sida. He venido aquí para hablar como una mujer africana y como alguien afectada por el VIH», dijo en la conferencia el miércoles.
«Estoy afectada porque el sida ha vuelto a visitarme. Se llevó a muchas personas que he conocido. Pasó de ser un problema de salud a convertirse en una crisis de desarrollo», expresó Kaleeba.
El sida reduce las tasas de crecimiento económico. Paradójicamente, sus consecuencias son más graves en dos de las economías más fuertes de Africa: Botswana y Sudáfrica.
Botswana ocupa el primer lugar del mundo en infección de VIH, con casi 50 por ciento de su población contagiada. La esperanza de vida descendió en la última década de 67 a 29 años.
«El sida está acabando con una generación de trabajadores, hijos e hijas, padres y parientes. El sida está revirtiendo los indicadores sociales positivos que nos enorgullecían», declaró el presidente de Botswana, Festus Mogae.
En Sudáfrica, vecina de Botswana, uno de cada nueve adultos es portador de VIH. Las tasas de infección en Zambia, Zimbabwe y Swazilandia les siguen de cerca. A medida que la enfermedad siga su curso, su impacto en el crecimiento y el desarrollo será peor.
En un sector clave de la economía africana, la agricultura, las cifras son abismales. Kaleeba dijo que la producción de maíz, algodón, verduras, maníes y caña de azúcar se redujo en 50 por ciento.
En Burkina Faso, con una tasa de infección de 6,4 por ciento de la población, los ingresos agrícolas decayeron entre 25 y 50 por ciento en la última década. Estudios muestran que en Etiopía, con 10,3 por ciento de infección, aquellos que no son portadores de VIH gastan tres veces más en sus cultivos que los infectados.
El sida significa una carga intolerable para los presupuestos de salud y educación en los PMA. En Ruanda, las personas que no están contagiadas de VIH visitan los hospitales un promedio de 0,3 veces por año, mientras los portadores lo hacen 11 veces.
La matrícula escolar de los niños que quedaron huérfanos a raíz del sida corresponde a la mitad de aquellos cuyos padres siguen vivos. Así mismo, la mortandad causa escasez de maestros.
Kaleeba también habla de otra pérdida que es más difícil de cuantificar, la del capital social. «Aunque perdieron al padre, mis cinco hijas aún contaban conmigo para enseñarles cosas. Los niños afectados por el sida pierden a las personas que deberían enseñarles a prepararse para la vida», dijo. (FIN/IPS/tra-en/fk/mn/aq/he/01