RELIGION-ISRAEL: Fe bahai inaugura su centro mundial

Los adeptos a la fe bahai, que por sus raíces se relaciona con el islamismo y es una de las más jóvenes religiones monoteístas, inaugurarán este martes su centro mundial en Haifa, la tercera ciudad de Israel, exhibiendo una imagen de tolerancia.

La construcción, ubicada frente al mar Mediterráneo, en el centro de esta ciudad portuaria, insumió 200 millones de dólares y 10 años de trabajo.

El Puente de la Unidad cruza la calle Sionismo y conecta las terrazas altas de los jardines bahai con la parte baja del complejo y el templo de Bab, con su cúpula dorada.

La fe bahai, una religión derivada de la secta islámica babista — que proclamó la emancipación femenina, la supresión de la poligamia, el amor univeral y la igualdad entre todas las personas— , se presenta a sí misma como impulsora de la tolerancia, la unidad y la coexistencia mundiales.

Esa imagen guarda sintonía con la aspiración de Haifa de mostrarse como la ciudad más tolerante de este país, donde judíos, musulmanes, cristianos y bahai viven en armonía.

De los 268.000 habitantes actuales de la ciudad, 228.000 son judíos, 10.000 son musulmanes y 13.000 son árabes cristianos.

Al momento de la creación del estado de Israel, en 1948, en Haifa vivían 146.000 personas, 80.000 de ellos judíos. El muftí (autoridad religiosa musulmana) recomendó durante la batalla por el dominio de la ciudad la huida de los árabes, y la mayoría le hizo caso. Solo 3.000 musulmanes permanecieron entonces.

El proyecto arquitectónico de los bahai, que transformó la zona costera del monte Carmelo —lugar sagrado para judíos, musulmanes y cristianos— en una suerte de pequeño Versailles, promoverá el turismo y ayudará al gobierno israelí a promocionar una imagen de tolerancia.

«El estado de Israel ve con buenos ojos nuestra presencia para mostrar cuánto puede aportar una minoría cuando es tratada con respeto», dijo Albert Lincoln, secretario general de la fe bahai y descendiente del presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln (1809-1865).

Lincoln se negó a admitir que su religión fuera utilizada por el gobierno israelí. «Las autoridades son sinceras en su mensaje», dijo.

Las cuevas del monte Carmelo albergaron a figuras de la antigüedad como el profeta judío Elías, el matemático griego Pitágoras y a Jesús y su familia a su regreso de Egipto.

El lugar fue objeto de peregrinajes para los cruzados cristianos, y allí se establecieron los drusos exiliados de Líbano y una colonia de templarios alemanes en el siglo XIX.

La fe bahai religión surgió a mediados del siglo XIX en Persia (actual Irán), predicada por el profeta Bab (Puerta), quien fue ejecutado. Su seguidor, Bahaullah, considerado un enviado de Dios, continuó con la difusión del culto.

Perseguido por Persia y por el Imperio Otomano (turco), Bahaullah fue desterrado al norte de Palestina (el actual Israel), donde cumplió varios años de prisión. En 1898, 57 años antes de la fundación del moderno estado israelí, instaló su tienda al pie del monte Carmelo.

Allí fue trasladada la tumba de Bab, y desde entonces la presencia bahai en Haifa fue permanente. Por eso se instaló allí su centro mundial.

Hay unos cinco millones de bahai en todo el mundo, que reconocen el legado de las grandes religiones del mundo e incorporan algunos de sus dogmas.

El régimen islámico de Irán los considera herejes y los ha sometido a una implacable persecución. En Israel, en cambio, varios miles de creyentes que allí residen manifiestan su fe con libertad.

Unos 4.000 bahai de todo el mundo visitan Haifa cada año. «Ellos se mezclan con el resto de la gente y ni se los nota», dijo Lincoln.

Tras el estallido de la intifada (levantamiento palestino contra la ocupación israelí) en septiembre pasado, los dirigentes bahai organizaron varios encuentros de reconciliación entre árabes y judíos.

Como un aporte a esa unidad, la iglesia bahai pidió al Centro para la Coexistencia Arabe-Judía (Beit Hafegen) que seleccionara y entrenara guías turísticos de todas las religiones para el recorrido de sus nuevos jardines.

El director de Beit Hagefen, Motti Peri, se mostró agradecido con los bahai. «Son discretos, pero contribuyen a la tolerancia sin pretensiones de convertir a nadie», dijo.

«Si se tratara de una misión religiosa las relaciones no serían tan buenas», sostuvo Peri, si bien reconoció que el poder económico de los bahai juega un papel importante en su aceptación.

Los 300 millones de dólares del proyecto arquitectónico fueron aportados por seguidores de la fe en todo el mundo. Se espera que la obra atraiga el turismo y cree empleos.

No todo el mundo ve con indulgencia la participación bahai en la vida de la ciudad. La población árabe, por ejemplo, tendría que esperar mucho más del turismo que sus vecinos judíos.

Iman Uda, concejal del partido izquierdista Hadash en la ciudad, no conoce ningún hotel grande que sea propiedad de árabes. «Los turistas visitan los mercados árabes porque son alegres y coloridos, pero no compran nada, pues en ellos solo se venden frutas y verduras», dijo Uda.

El concejal subrayó que no se oponía a los bahai y que apreciaba sus jardines como un bello aporte. Pero señaló que no conocía sus iniciativas en materia de convivencia religiosa. «Ellos se cuidan a sí mismos», señaló Uda.

«Haifa no es una isla. Lo que sucede en el resto del país también se siente aquí», dijo Uda, en referencia a la discriminación contra la población árabe.

En la alcaldía, Uda es considerado una figura conflictiva, en especial luego de proponer el cambio de nombre de la calle Sionismo en su tramo árabe, justo debajo del Puente de la Unidad bahai.

Más de 200 ciudadanos árabes firmaron una petición ante la alcaldía para que la calle recuperara su antiguo nombre árabe, Al Jabal, que significa «montaña».

«Es un nombre neutral que no molesta a nadie», dijo Uda. Pero el concejo de la ciudad rechazó la petición. «¿Es convivencia pacífica contrariar el deseo de los residentes árabes que no quieren vivir en una calle llamada Sionismo, que para muchos identifica una ideología racista?», protestó Uda.

A pesar de todo, el optimismo bahai intenta dar un giro positivo a la creciente tensión entre árabes y judíos.

De hecho, el esperado flujo turístico, reducido por el conflicto, demorará aún bastante en recuperarse. «La intifada impide una inundación inmediata de turistas», dijo el bahai Lincoln, con una mueca de tristeza.

(FIN/IPS/tra-en/fb/mn/dc/mj/ip cr/01

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