Un campamento de refugiados afganos en Pakistán es foco de atención de la prensa internacional, por las condiciones miserables e inhumanas en que unas 60.000 personas viven allí desde septiembre.
El campamento de Jallozai está situado 25 kilómetros al sureste de la ciudad de Peshawar, cercana a Afganistán, hasta donde llegaron en los últimos meses decenas de delegaciones extranjeras y diplomáticos occidentales.
Uno de los visitantes fue el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, quien llegó en marzo, y antes que él el subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Kenzo Oshima.
Mientras los refugiados de Jallozai continúan viviendo en condiciones insalubres y sin refugio contra las inclemencias del clima, el gobierno de Pakistán y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) discuten cuestiones que no se resolvieron siquiera con la presencia de Annan.
Ruud Lubbers, titular de ACNUR, se enfrentó la semana pasada durante su visita a Pakistán a la difícil tarea de intentar que Islamabad, cansado de su papel de anfitrión de refugiados afganos, flexibilizara su posición sobre este asunto.
Debido a su proximidad con Afganistán, Pakistán es el mayor receptor de afganos que huyen de la guerra civil y la sequía, pero a medida que decrece el interés de la comunidad internacional por la situación de esas personas, la capacidad de Islamabad para atender a los refugiados es cada vez menor.
Es por este motivo que Pakistán decidió cerrar sus fronteras y se niega a registrar nuevos refugiados, además de deportar a aquellos afganos que no poseen documentos de residencia.
Estimaciones no oficiales señalan que unos 700.000 afganos viven en Peshawar y en sus alrededores, registrados o no.
Peshawar es la capital de la Provincia de la Frontera Noroccidental de Pakistán y tiene 1,7 millones de habitantes, lo que la convierte en la ciudad con la mayor concentración de refugiados del mundo.
Lubbers, quien fuera primer ministro de Holanda durante 12 años, no pudo convencer a las autoridades paquistaníes al menos en dos asuntos de preocupación inmediata para ACNUR.
El primero es el traslado de los 60.000 refugiados de Jallozai a un lugar mejor donde puedan ser registrados y ayudados por ACNUR.
«Debemos encontrar una salida a esta situación. O bien ampliar el espacio aquí o encontrar otros lugares para albergarlos», dijo Lubbers a la prensa en Jallozai. «Procuramos ofrecer protección de calidad, y esto no es protección de calidad», agregó.
La segunda preocupación se refiere a la necesidad de un sitio alternativo para albergar a unos 100.000 refugiados afganos que debieron evacuar el campamento de Nasirbagh, uno de los más antiguos del área y donde los refugiados habían construido casas de barro.
«Pretendemos la cooperación de Pakistán para ofrecer protección con normas mínimas de calidad a personas que simplemente son refugiadas y no pueden regresar» a su país de origen, declaró Lubbers.
«Lamentablemente, no puedo decir que hemos tenido éxito. Todos los funcionarios con los que he hablado me han dicho que tienen sus propias prioridades», dijo con decepción el alto comisionado tras su reunión el lunes con el jefe de gobierno de Pakistán, general Pervez Musharraf.
Unos días antes, Musharraf se reunió también con el gobernador de la Provincia de la Frontera Noroccidental, Syed Iftejar Hussain Sha, el hombre que modificó radicalmente la política de refugiados del régimen militar paquistaní.
No quedó claro si Shah levantará la prohibición de entrada de nuevos refugiados o si trasladará a los de Jallozai. El gobernador simplemente dijo que «los refugiados económicos» de Afganistán deben ser repatriados.
De lo contrario, «en cuanto esos refugiados sean sacados de Jallozai, el mismo número de afganos los sustituirán», dijo un funcionario de gobierno.
En cuanto a la insistencia de Islamabad en establecer campamentos en territorio afgano y proveer la ayuda allí, Lubbers comentó que él no estaba en Pakistán «para crear campamentos en Afganistán», y rechazó de plano esa posibilidad.
ACNUR solicitó a los donantes internacionales 43 millones de dólares para sus operaciones este año en Pakistán, Irán y Afganistán, pero recibió sólo 32 millones. De ellos, 5,7 millones se destinaron a programas para refugiados afganos repatriados.
El proceso de repatriación se detuvo con un nuevo influjo de refugiados a fines de 2000. Normalmente, las repatriaciones comienzan en abril, pero este año todavía no han empezado.
ACNUR proyecta aumentar su presupuesto para refugiados afganos a 53,6 millones de dólares el próximo año. (FIN/IPS/tra-en/ny/js/mlm/pr/01