LITERATURA-VENEZUELA: Muere precursor de literatura urbana

La muerte del escritor Salvador Garmendia priva a Venezuela del precursor de su literatura urbana y también de una polémica figura intelectual.

Garmendia, de 73 años, falleció el domingo en Caracas de cáncer de garganta y después de una lucha contra la diabetes que lo había debilitado. En 1989 fue honrado con el Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional y ese mismo año recibió el Premio Nacional de Literatura en Venezuela.

La crítica considera que este escritor abrió aguas en la literatura venezolana en 1959, con la publicación de «Los pequeños seres», en que la ciudad y sus personajes pasan al primer plano. Desde entonces fue una referencia creativa, notorio por su polémica actitud intelectual.

«Con 'Los pequeños seres' inauguró una nueva novelística en el país. El lector siempre podrá encontrar en sus relatos la Caracas moderna, devoradora e infernal. Fue un escritor-poeta», en su obra, «la palabra, la trama y la poesía eran lo mismo», comentó este lunes la escritora Elisa Lerner.

Además de su obra narrativa, Garmendia escribió guiones para radio, televisión y cine, y durante años fue articulista en diarios del país.

Años atrás, en una entrevista con IPS, relató su forma de trabajar: «Cuando tengo una idea, a cualquier hora, me siento y escribo y escribo, pegado a la silla hasta que no puedo más».

«Solía escribir ocho horas diarias, sin parar. Sus últimos días no fueron así. Esta cosa (su enfermedad) lo tenía deprimido, lo tenía bastante mal», comentó el también escritor Enrique Hernández D'Jesús.

Garmendia publicó «El Parque», su primer cuento, en 1946. Se destacaron, entre sus obras, «Los habitantes» (1961), «Día de cenizas» (1967), «La mala vida» (1969), «El inquieto anacobero» (1973), «Memorias de Altagracia» (1974) y «El único lugar posible» (1979).

Sus últimos libros fueron «La casa del tiempo» (1986), «Hace mal tiempo afuera» (1987) y «El capitán Kid» (1988). Escribió los guiones cinematográficos de «La gata borracha» (1973), «Fiebre» (1975) y «Juan Topocho» (1977).

Sus obras fueron traducidas a otros idiomas, y la crítica lo ubica entre los escritores más emblemáticos y populares de la segunda mitad del siglo XX en Venezuela.

Fue uno de los pocos venezolanos en obtener reconocimiento literario fuera del país. El premio Juan Rulfo lo obtuvo por el cuento «Tan desnuda como una piedra».

El fallecimiento de Garmendia estremeció el mundo cultural de este país, y sigue a la muerte el 26 de febrero de Arturo Uslar Pietri, el más reconocido de los escritores venezolanos del siglo XX.

Después de Uslar Pietri también murieron los escritores Juan Liscano, Caupolicán Ovalles, Pedro Beroes, Antonia Palacios y Jesús Rosas Marcano.

El crítico Rubén Wisotzki comentó este lunes en el diario El Nacional que, no obstante las pérdidas de los últimos meses, con la de Garmendia «hay muchas otras muertes».

«Con ella también muere la vecina, el chofer, el jefe, la amante, el donante, el ladrón, el pecador, el policía, el banquero, la miss, el plomero, el futbolista, el borracho, la puta, el párroco y hasta la madre», escribió Wisotzki.

«Eramos en él, con él, por él y gracias a él, los protagonistas de maravillosos cuentos», concluyó el crítico.

Garmendia aseveró hace algún tiempo que «uno escribe porque necesita responder a un impulso de escribir, porque cree que está obligado a expresar determinada realidad, a indagar en la memoria».

«La actividad continua de un escritor es la escritura, y por eso encuentro injustificable la actitud del escritor que abandona su trabajo (…). El escritor es un ser aburrido, no hace una actividad que se vea inmediatamente. El escritor es un ser insociable, que busca el silencio y la soledad para hacer su trabajo», dijo.

De acuerdo con el novelista Ednodio Quintero, Garmendia «fue una presencia importante» entre los creadores del país a partir de 1960.

«Era un narrador nato. Su obra evolucionó de una escritura hiperrealista urbana —eso que los norteamericanos llaman 'realismo sucio'— a una narrativa lírica, corta y preciosa en los últimos días. Fue un escritor a tiempo completo y de mucho oficio», precisó Quintero.

Garmendia se considera, igualmente, un renovador de las telenovelas en Venezuela. A mediados de la década del 70 creó «La hija de Juana Crespo», en la cual instauró innovaciones en materia de diálogos y situaciones, con una gran aceptación en el público.

Su condición de intelectual inquieto y disconforme lo llevó a formar parte de dos grupos que encarnaron la renovación literaria en Venezuela: Sardio (1958) y El Techo de la Ballena (1964). (FIN/IPS/ac/mj/cr/01

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