IRAN: Un amplio arco de alianzas para resistir a EEUU

Irán, que el 8 de junio tendrá elecciones presidenciales, intenta fortalecer las relaciones con sus vecinos, para protegerse de presiones de Washington y convertirse en actor clave en la amplia región que se extiende desde Israel hasta India.

En sólo 15 días, Irán recibió el mes pasado la visita del primer ministro indio Atal Bejari Vajpayee, firmó un acuerdo de seguridad con Arabia Saudita y organizó una conferencia internacional de solidaridad con la intifada, el levantamiento popular palestino contra Israel.

Esos acontecimientos particulares forman parte de un amplio objetivo de Teherán en una estratégica región que experimenta importantes cambios.

Irán, que preside el Grupo de los 77 (G-77, integrado hoy por 133 países en desarrollo), busca convertirse en un actor clave en asuntos regionales como el conflicto palestino-israelí, la seguridad en el Golfo Pérsico y la guerra civil en Afganistán.

Irán se opone junto a India al movimiento islámico Talibán, que controla la mayor parte del territorio afgano, y apoya material y financieramente a la Alianza del Norte, que libra recios combates contra los fundamentalistas.

Las relaciones de Teherán con Nueva Delhi entraron en una nueva etapa cuando el gobierno iraní pidió asistencia india para entrenar a su fuerza militar por primera vez desde la revolución islámica, hace 22 años.

Durante la visita de Vajpayee, el presidente Mohammad Khatami destacó su interés en procurar el «diálogo entre civilizaciones», y formar así un baluarte regional contra las presiones de Estados Unidos.

La visita este mes a Teherán del presidente de Cuba, Fidel Castro, es también parte de este plan.

En otro importante avance, quizás el mayor desde el fin de la guerra entre Irán e Iraq de 1988, el gobierno firmó un acuerdo de seguridad con Arabia Saudita, para la lucha conjunta contra el terrorismo.

El tratado saudita-iraní también declara vital para la seguridad propia la de la otra parte, un logro trascendental si se considera que estas dos naciones estaban hace 20 años en polos opuestos del espectro político regional.

El ministro del Interior de Arabia Saudita, miembro clave de la familia real, príncipe Naif, concurrió a Teherán para incluir su firma en el acuerdo y subrayó la coincidencia en los objetivos de ambas naciones en asuntos como Afganistán, Palestina e Iraq.

El príncipe llamó a adoptar «una posición árabe e islámica integrada, para poner fin a la intransigencia israelí», mientras el que presidente iraní Khatami manfiestó su esperanza en que la «cooperación política, económica y de seguridad entre Irán y Arabia Saudita sea un ejemplo para todos los países».

La conferencia sobre la situación palestina realizada a fines de abril fue la segunda en Irán sobre el mismo asunto en los últimos 10 años.

La primera se celebró en octubre de 1991, en coincidencia con las conversaciones en Madrid sobre la paz en Medio Oriente, y en el marco del nuevo orden mundial que Estados Unidos proclamaba luego de vencer en la guerra del Golfo.

Un mes antes de la segunda conferencia, el canciller iraní Kamal Kharrazi visitó Líbano y Siria, y el 21 de marzo anunció su objetivo de «crear una amplia alianza de países árabes e islámicos para forzar el retiro de Israel de los territorios ocupados, como lo logró Hizbolá en territorio libanés».

Irán contribuyó a crear el grupo islámico Hizbolá (Partido de Alá) en 1982, cuando sus Guardias Revolucionarios colaboraban en la resistencia a la invasión israelí de Líbano.

El repliegue en mayo de 2000 de las fuerzas israelíes del sur de Líbano es quizá el único éxito militar árabe contra Israel en los últimos tiempos, y el apoyo de Teherán fue clave en esta lucha.

Ese éxito inspira a los participantes en la intifada, e Irán intenta establecer vínculos entre Hizbolá y organizaciones de milicianos palestinos como Hamas, lo que constituiría un gran peligro para Israel y sus colaboradores en Washington.

Irán considera una amenaza para su seguridad el propósito del presidente estadounidense George W. Bush de desarrollar un sistema de defensa contra misiles balísticos de largo alcance.

El anuncio de Bush, formulado el 1 de este mes, fue una advertencia a «los países hostiles que pueden alcanzar capacidad nuclear y amenazar a Estados Unidos». Entre estos «países hostiles» se cuentan Corea del Norte, Iraq e Irán.

El Departamento de Estado publicó el 30 de abril su informe «Terrorismo mundial», en el que califica a Irán de «importante amenaza» y lo acusa de ser «el estado más activo en la promoción de actos terroristas en Medio Oriente».

El secretario de Estado, Colin Powell, dijo el 3 de este mes que «estos dos regímenes, Iraq e Irán, son peligrosos, y no siguen los pasos que está dando el mundo». Por su parte, el secretario para Asuntos de Medio Oriente, Edward Walker, aseguró que «el problema del apoyo iraní al terrorismo se ha agravado».

Bush, en un discurso ese mismo día ante el Comité Judío- estadounidense, acusó a Afganistán, Iraq, Irán y Sudán de promover la «discriminación religiosa».

Washington presionó a Turquía para que detuviera los vuelos de aviones iraníes sobre su territorio hacia Siria, ante sospechas de que podrían llevar suministros a Hizbolá.

Además, promovió el mes pasado en Ginebra una resolución contra Irán en la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.

La prensa estadounidense informó que que la Oficina Federal de Investigación (FBI) se proponía acusar a autoridades iraníes por su presunta vinculación a una acción terrorista en Arabia Saudita hace cinco años, que provocó la muerte a 19 estadounidenses.

Sin embargo, el gobierno saudí no ha presentado denuncias contra Teherán.

Mientras, los ataques de la semana pasada contra el consulado iraní en la ciudad de Herat, en el occidente de Afganistán, confirmaron que el movimiento islámico Talibán es el principal enemigo de Irán en la región.

Ahora, Teherán muestra interés en conformar una alianza con China, Corea del Norte y Rusia, para resistir a Estados Unidos.

En este contexto, es de prever que cualquiera sea el resultado de las elecciones presidenciales de junio, los principales lineamientos de la política exterior iraní permanecerán sin cambios. (FIN/IPS/ap-mm-ip/mh/js/rp/ip/01

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