/Integración y Desarrollo/ BURKINA FASO-ITALIA: Cooperación alternativa entre pares

Un tipógrafo, una modista, un peluquero, un mecánico y dos agricultores de la rica región italiana de Piamonte visitaron Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo, en una misión de intercambio técnico y económico y humano con sus pares.

«El desarrollo no es cuestión de dinero», sino de «relaciones humanas y de contactos entre el Norte y el Sur, porque a través del conocimiento recíproco es posible una ayuda eficaz que nos permite salir del aislamiento», les dijo a los integrantes de la misión Wenseslas Compaoré, obispo de Ouagadougou.

Monseñor Campoaré sintetizaba así los principios de la cooperación descentralizada, marco en el cual se desarrolló durante dos semanas a mediados de este mes la visita de los seis piamonteses a Burkina Faso.

Esta modalidad de asistencia consiste en «crear relaciones entre personas que realizan actividades similares en diversas partes del mundo, con ventajas recíprocas», dijo Gianfraco Cattai, de la organización no gubernamental Voluntarios para el Desarrollo.

Se trata de «una relación que no sustituye, sino que es complementaria a la cooperación tradicional entre los gobiernos», agregó Cattai.

Este tipo de cooperación nace de la gente, en estrecha relación con las organizaciones no gubernamentales y con las asociaciones especializadas en cooperación, pero va más allá, involucrando a empresarios, profesionales y ciudadanos comunes, concluyó.

Durante dos semanas, los piamonteses ofrecieron su trabajo a sus pares de Burkina Faso en el marco del Proyecto de Solidaridad, de la Pastoral Social y del Trabajo.

Se trata de una iniciativa promovida por las autoridades de la región italiana y organizada por Voluntarios para el Desarrollo, que opera en el país africano hace 30 años .

Fue una experiencia hermosa y dramática y la recepción fue increíble, dijo a IPS Angiolino Guzzo, presidente de la Confederación de Artesanos del Piamonte. «Ahora trataremos de transferir nuestras tecnologías y nuestras experiencias, porque no se trata de dejar un poco de dinero e irse», sostuvo.

«Visité la Presse Africaine, imprenta de la diócesis de la capital, donde encontré una situación óptima desde el punto de vista del trabajo, con buenos tipógrafos pero que no tenían ninguna computadora», narró Guzzo.

«Después regresé con un sistema de computación completo, lo instalé y formé a una persona para que lo pudiera utilizar. Ahora podré seguir dando asistencia técnica desde Italia», se enorgulleció.

El producto interno bruto anual por persona en Burkina Faso es de 230 dólares anuales. Este país ocupa el puesto 172 entre los 174 países analizados sobre la base del índice de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Su población de más de 11 millones de habitantes es predominantemente rural, y menos de 15 por ciento saben leer y escribir.

«Conocí a mujeres y hombres que trabajan con viejas máquinas de coser en pequeñas habitaciones, produciendo o reparando con increíble habilidad todo tipo de vestidos», dijo la modista Giuliana Decasto.

«Descubrí que bastarían mínimas colaboraciones para ayudar a reactivar la sastrería artesanal, como pequeñas modificaciones en las máquinas que existen en su propio país, breves cursos de perfeccionamiento o información sobre nuevas formas de producción a bajo costo», agregó Decasto.

«Las máquinas existen, pero no les han enseñado a los artesanos locales todas sus potencialidades», afirmó.

La modista anunció que se movilizará para obtener fondos destinados a la Asociación de Sastres de Burkina Faso. «Así podrían tener en el futuro la posibilidad de participar en las grandes ferias organizadas en países africanos, que ofrecen importantes oportunidades de inversiones y crecimiento», dijo.

En el grupo también estuvo el peluquero Elio Sartori, quien conoció una asociación de 300 colegas suyos. «Este trabajo es muy poco considerado en Burkina Faso. Lo desarrollan con mucha dificultad, sin normas que protejan sus derechos», afirmó.

Con una asociación de peluqueros de Cúneo, en el norte de Italia, los de Burkina Faso realizarán cursos de higiene y seguridad sanitaria, contribuyendo así a la lucha contra las enfermedades infecciosas en toda Africa.

«Descentralizar significa, sobre todo, cambiar la mentalidad, abandonar el modelo único de desarrollo capitalista, para escuchar realmente las necesidades de la gente del Sur», declaró el periodista congoleño Jean Léonard Touadi, que trabaja para Voluntarios para el Desarrollo.

Los actores más importantes de esta cooperación son las organizaciones locales, que «deben estar atentos para no reproducir en pequeña escala las dinámicas burocráticas y centralistas de los gobiernos», aseveró.

Adriano Parlamento, propietario de un taller de automóviles en Biella, se reunió con representantes de una asociación que representa a 3.000 mecánicos.

«Visité numerosos lugares de trabajo, donde emplean a jóvenes aprendices que se salvan así de estar por la calle y que, bajo la dirección de esta asociación, concurren a cursos prácticos y teóricos», dijo.

Algunos de ellos viajarán a Italia para asistir a cursos de perfeccionamiento.

Luca Pippione, presidente del Movimiento Juvenil de Agricultores y Sandro Goglione, de la Confederación Italiana de Agricultores, visitaron una asociación similar en Burkina Faso de 4.000 asociados.

«Comprobamos que nadie mejor que un campesino puede entender y tratar de ayudar a otro campesino, quizás más que los expertos y los políticos», sostuvo Pippione.

«Ofrecimos nuestra disponibilidad de recibir a algunos campesinos de Burkina Faso en Piamonte para que puedan seguir cursos de perfeccionamiento», dijo. (FIN/IPS/jp/mj/dv/01

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