GRAN BRETAÑA: Racistas destruyen el mito de armonía multiétnica

La presencia de cientos de policías antidisturbios en las calles de la ciudad británica de Oldham impidió que la noche del martes fuera la cuarta consecutiva de enfrentamientos entre grupos blancos y de origen asiático.

Los disturbios en Oldham, ubicada unos 305 kilómetros al norte de Londres, comenzaron en la noche del sábado, debido a provocaciones de extremistas blancos según la policía y el concejo municipal, y han causado daños a propiedades por valor de miles de dólares.

La policía informó el martes que 49 personas, 33 blancas y 16 de origen asiático, habían sido arrestadas desde el sábado por su participación en hechos de violencia.

No está claro cómo comenzó todo. Algunos hablan de una pelea entre un joven blanco y otro de origen asiático frente a un restaurante, y otros del maltrato a una mujer embarazada de origen asiático por parte de un joven blanco.

Luego, los policías llevaron la peor parte cuando jóvenes iracundos arrojaron contra ellos todo lo que pudieron, incluyendo piedras, ladrillos y bombas incendiarias.

Personas influyentes de la comunidad de Oldham condenaron el racismo y la violencia, e instaron a los agitadores a respetar la paz y la armonía entre grupos étnicos.

El secretario de la Asociación Cultural Paquistaní, Khurshid Ahmed, pidió a las personas blancas y de origen asiático que aprendan a convivir en una sociedad multicultural. «La gente debe comenzar a trabajar junta», enfatizó.

La violencia étnica es una terrible desgracia, «por completo inaceptable», advirtió Richard Knowles, integrante del concejo municipal de Oldham.

El concejo, la policía, los líderes comunitarios y la población de la ciudad están «unidos por la decisión de volver a la normalidad tan pronto como sea posible», aseguró.

Los responsables de los disturbios son «una muy pequeña minoría» de personas provenientes de otras ciudades, «que tratan de provocar acontecimientos para lograr sus propios objetivos. Conocemos sus intenciones y no permitiremos que arruinen la reputación de Oldham», advirtió.

Esa minoría está integrada por miembros de partidos de extrema derecha como el Frente Nacional y el Partido Nacional Británico (BNP, por sus siglas en inglés), que han visitado Oldham en las últimas semanas con la intención de explotar tensiones étnicas y atemorizar a la comunidad, según el concejo y la policía.

«No hay duda de que se trata de viles racistas. Esas personas no integran la derecha respetable, sino que son racistas de extrema derecha, y en los últimos tiempos han tratado de agudizar las tensiones en la ciudad», sostuvo Knowles.

En las elecciones generales previstas para el 7 de junio, el BNP presentará por primera vez candidatos en las dos circunscripciones electorales de Oldham.

«Pienso que el señor Knowles debería mantener su boca cerrada. La ley nos permite realizar una campaña electoral y divulgar nuestras opiniones», comentó Mick Treacy, uno de los candidatos del BNP en Oldham, quien aseguró no ser racista.

La violencia por causas étnicas en Oldham era «inevitable», y la única forma de solucionar el problema es separar a las comunidades de distinto origen étnico mediante muros, como se hacía en Irlanda del Norte para evitar conflictos armados, sostuvo Nick Griffin, principal dirigente del BNP y candidato en Oldham.

Oldham es terreno fértil para agudizar tensiones raciales, ya que la ciudad ha sido un semillero de resentimiento durante años.

El desempleo juvenil en la región es en la actualidad 40 por ciento, y muchos de las personas de origen asiático, que son en total cerca de 10 por ciento de la población, viven en casa que fueron declaradas inhabitables hace unos 15 años, señaló Ahmed.

Durante años, el concejo ha actuado como si ignorara la existencia en la ciudad de segregación comparable a la del régimen racista del apartheid en Sudáfrica, afirmó el experiente periodista Lester Holloway, de The Voice, un diario de la comunidad negra.

Los disturbios fueron provocados en forma deliberada, pero la existencia de graves problemas sociales favoreció que se produjeran, según el analista Perminder Dhillon.

La cuestión de la representación política es clave en el área de las relaciones entre etnias, y hay sólo 10 parlamentarios negros o de origen asiático, menos de uno por ciento, en un país donde las minorías étnicas suman casi seis por ciento de la población, enfatizó.

Esos 10 parlamentarios son representantes del gobernante Partido Laborista.

En Gran Bretaña, las minorías étnicas suelen clasificarse en dos grandes categorías, basadas en la composición que tuvo el imperio británico.

Las personas negras de origen étnico en Africa o en las llamadas Indias Occidentales (ex colonias británicas en el Caribe) son denominadas «afrocaribeñas», y las de origen étnico en India, Pakistán, Bangladesh o Sri Lanka son denominadas «asiáticas».

Con esos criterios, la población total de 59 millones de personas incluye a más de dos millones de «asiáticos» y a un millón de «afrocaribeños».

Los tres mayores partidos, el Laborista, el Conservador y el Liberal Demócrata, suman 57 candidatos de minorías étnicas al parlamento, que tiene 659 bancas.

Ese total es mayor que el de 43 en las anteriores elecciones de 1997, pero muchos de los candidatos de minorías étnicas compiten en circunscripciones en las cuales no tienen posibilidad alguna de ganar.

El primer ministro Tony Blair quitó importancia a los disturbios en Oldham.

«Es obvio que ese problema debe ser resuelto a nivel local por los líderes comunitarios» de la ciudad, comentó el lunes durante un acto laborista en la ciudad nororiental de Middlesborough.

«Creo que (lo ocurrido en Oldham) no es representativo del estado de las actuales relaciones interétnicas en Gran Bretaña, donde la mayoría de la gente desea convivir en paz y armonía», agregó.

No todos piensan que los disturbios en Oldham se hayan debido a conflictos étnicos.

El mal comportamiento no equivale a una guerra racista, afirmó Deborah Orr en una columna publicada el martes por el diario The Independent.

Los jóvenes descontentos de origen asiático han aprendido a comportarse del mismo modo que sus pares blancos, y quizás aprenden ahora, con demasiada rapidez, que la conducta violenta asegura que el resto de la sociedad les preste atención, sostuvo.

«La realidad muestra un terrible ciclo de explotación recíproca en el cual se intenta probar toda clase de teorías, a partir del caso aislado de jóvenes fracasados que expresaron su ira», arguyó.

La violencia juvenil imita a la de muchos que antes descargaron su rabia, sin justificación alguna, contra los padres de esos jóvenes, aseguró. (FIN/IPS/tra-eng/da/cr/mp/hd ip/01

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