EL SALVADOR: Recuperación tras terremotos tardará años

Los terremotos que azotaron este año a El Salvador dejaron una destrucción tan profunda que el país tardará más de un decenio en recuperarse, dijo el vicepresidente del parlamento, Julio Gamero.

«Es como si nos hubieran caído las bombas de Hiroshima y Nagasaki», dijo Gamero, médico de 52 años, a IPS.

Los seis millones de salvadoreños fueron testigos en enero y febrero de cómo la tierra crujió debajo de sus zapatos y dejó en pocos segundos un saldo de 1.259 muertos, 8.964 heridos y 1,5 millones de damnificados.

Tres meses después de esta tragedia, expertos consultados por IPS indicaron que El Salvador ha iniciado un lento proceso de recuperación.

Lo ocurrido en este país centroamericano debería servir como lección a otras naciones pobres para reducir los riesgos, evitar la deforestación y mejorar la construcción de viviendas, dijeron.

«Los terremotos tuvieron un fuerte impacto social, sobre todo en las zonas rurales del país», explicó a IPS Rafael Barraza, presidente del Banco Central de Reserva de El Salvador.

Los sismos deprimieron el comercio y las actividades de servicios durante el primer trimestre del año, agregó Barraza. Pero «las encuestas señalan una recuperación en la confianza de los consumidores durante el mes de marzo», agregó.

Barraza es optimista. Según sus proyecciones, la recuperación económica de El Salvador será más notoria en la segunda mitad del año y eso le permitirá crecer alrededor de tres por ciento al cabo de 2001.

El último calvario de El Salvador comenzó el 13 de enero, cuando se registró el primer terremoto del año, que alcanzó 7,6 grados en la escala de Richter. Exactamente un mes después, el 13 de febrero, otro terremoto de 6,6 grados terminó por delinear una catástrofe pocas veces vista en América Central.

Deslizamientos de tierra, edificios deteriorados, calles y puentes destruidos y un clima de zozobra fueron escenario de una dolorosa tragedia. Las imágenes de un cerro desplomado sobre la comunidad de Santa Tecla dieron la vuelta al mundo y abrieron el debate sobre la vulnerabilidad de los países pobres.

El gobierno de El Salvador estima que los dos terremotos dañaron y destruyeron unas 330.000 viviendas, entre residencias y locales de pequeñas empresas. Las pérdidas económicas totales se calculan en alrededor de 1.600 millones de dólares.

Las autoridades oficiales sostienen que la reconstrucción va avanza y que hasta el momento han construido más de 183.000 viviendas temporales.

Sin embargo, algunas organizaciones de la sociedad civil discrepan con el optimismo del gobierno.

«La recuperación ha sido muy lenta», dijo a IPS la salvadoreña Alma Benítez, integrante de la no gubernamental Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica.

Los terremotos tuvieron un gran impacto al agravar la vulnerabilidad de amplios sectores de la población, sostuvo Benítez.

«En nuestros países pobres» hay numerosas viviendas «a la orilla de barrancos, abismos, ríos y lugares de alto riesgo. Eso es una violación de los derechos económicos y sociales de los seres humanos», afirmó.

La pobreza creció luego de los terremotos de 47,5 por ciento de la población a 51,1 por ciento, informó a IPS la oficina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en San Salvador.

El gobierno se equivocó al disponer la construcción de miles de viviendas temporales fabricadas por completo con láminas de lata o cinc, bautizadas «casas microondas», porque son muy calurosas de día y muy frías de noche, dijo Benítez.

«El acceso a un mejor tipo de vivienda tiene que ver con el ingreso, y mientras nuestras poblaciones vivan en la pobreza difícilmente puedan construir mejores casas», destacó la especialista.

Varios expertos de la región aseguraron que la calidad de las edificaciones fue un factor fundamental en la destrucción originada por los terremotos.

Federico Güendel, sismólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica, explicó a IPS que América Central sufrió antes terremotos similares a los de El Salvador, pero con menos daños.

«Esto se debe a la calidad de las construcciones», considera Güendel, para quien la proliferación en El Salvador de viviendas de barro mal diseñadas agravó la destrucción.

Las organizaciones ambientalistas afirmaron que la deforestación también empeoró los derrumbes.

Miguel Carmona, vicepresidente de la Federación Internacional de Sociedades de Cruz Roja y experto en atención de catástrofes, dijo a IPS que los países menos desarrollados deberían aprender de esta experiencia en América Central.

Carmona agregó que se podrían seguir tres pasos prácticos para aminorar el impacto de eventuales desastres naturales en el futuro.

«Lo primero es trabajar en programas de prevención y que los países tengan detectados los lugares de riesgo y sus respectivos planes de evacuación», señaló.

El segundo paso es fijar normas estrictas para la construcción de viviendas y edificios que obliguen a dar una mayor resistencia a la infraestructura. El tercer paso es organizar comités de emergencia en comunidades, ciudades y poblados de los países pobres.

El jefe de prevención de la Comisión Nacional de Emergencia de Costa Rica, Lidier Esquivel, coincidió en la necesidad de reducir la vulnerabilidad de los países pobres. «La mayor lección que nos dejan los terremotos de El Salvador es que la fuerza de los sismos se magnificó por debilidades históricas del país», sostuvo.

El funcionario dijo a IPS que la tragedia hubiera sido menor si en El Salvador se hubiera evitado la deforestación, se hubieran construido urbanizaciones en lugares más seguros y se hubieran exigido mayores requisitos a las empresas constructoras. (FIN/IPS/nms/mj/dv/01

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