Las tecnologías de la información «son una herramienta para el desarrollo humano pero no son la panacea» para el Sur en desarrollo, advirtieron en la capital española 40 representantes de organizaciones no gubernamentales (ONG) de ocho países.
Los asistentes a la reunión en Madrid destacaron que 1.000 millones de personas carecen de agua potable, 2.000 millones, de electricidad. Treinta por ciento de la población rural mundial vive de la agricultura de subsistencia y 1.000 millones de personas habitan infraviviendas.
Apenas dos por ciento de los habitantes del planeta tienen acceso a la red informática mundial Internet, 90 por ciento de los cuales residen en el mundo industrializado, se estableció en la reunión, que fue convocada por la organización Ingeniería sin Fronteras bajo el lema «Tecnología para el desarrollo humano».
Las ONG sostuvieron en la conferencia, que sesionó del jueves al domingo, que la tecnología es parte del problema o parte de la solución, según cómo se la seleccione y se la aplique.
El mundo, según el documento final de la conferencia, está en condiciones de satisfacer las necesidades básicas de la población. El texto recomienda medidas para la aplicación de tecnologías apropiadas en el Sur, orientadas a promover el desarrollo sustentable con contenido social.
«Se debe profundizar en la denuncia de la falta de acceso a los servicios básicos que sufre una gran parte de la humanidad, promoviendo la consideración del acceso a esos servicios como un derecho humano exigible», sostuvieron.
Así mismo, consideraron un «fracaso de las experiencias de transferencia directa de tecnología del Norte al Sur».
«Es necesario que la cooperación lleve asociada una investigación que desarrolle la tecnología apropiada a las necesidades reales de los beneficiarios y al contexto en el que se llevan a cabo las acciones de cooperación», afirmaron.
Los representantes de las ONG reunidas en Madrid también prestaron una particular atención a las tecnologías de la información y la comunicación, que, puntualizaron, «son una herramienta para el desarrollo humano pero no son la panacea».
Esas tecnologías permiten el acceso a distancia para información a bajo costo, y, aunque su acceso es limitado y desigual, facilitan el trabajo de las organizaciones sociales, pero no necesariamente aumentan la participación.
Entre las recomendaciones recogidas en el documento final, se destacan «promover el desarrollo de tecnologías de la información y la comunicación de bajo coste adaptadas a las necesidades del Sur» y «aumentar la conectividad, apostando por los accesos comunitarios»,
Así mismo, aconsejaron «dar prioridad a los contenidos frente a los aspectos técnicos».
Un factor importante, agregaron, es que «en el proceso de desarrollo de tecnologías apropiadas se debe incorporar, desde su fase de diseño, a los beneficiarios, y especialmente a la población femenina, de forma que se asegure su apropiación por parte de los usuarios».
Pero las ONG, en sentido autocrítico, puntualizaron que «es necesario aumentar la profesionalidad en la cooperación, especialmente mediante una adecuada formación de las personas que trabajan en ella, tanto voluntarios como contratados».
Los activistas consideraron que «la probabilidad de éxito en los proyectos de desarrollo en el ámbito agropecuario —como son la agricultura sostenible, el microcrédito o el comercio agrícola— es baja y, en la mayoría de los casos, los proyectos se convierten en una mera promoción de la subsistencia».
Esto es así porque «el Norte regula el comercio agrícola de forma que no permite el desarrollo de la agricultura como actividad comercial en el Sur» y recomienda al mundo pobre políticas que los propios países ricos no aplican.
Por esa razón, las ONG afirmaron que se debe abordar el desarrollo de la agricultura en toda la cadena, desde la producción hasta la comercialización, con un seguimiento constante en el tiempo y sin pretender que cada agricultor se convierta en un microempresario.
Después de pronosticar que «el agua, como recurso natural escaso, será una de las principales fuentes de conflictos en las próximas décadas», las organizaciones sostuvieron que ese problema debe abordarse aunando aspectos tecnológicos, sociales y de gestión.
La energía, sostuvieron, es un elemento indispensable para el desarrollo humano. Sin embargo, es aún escasa su consideración en proyectos de cooperación al desarrollo.
Un factor que influye de manera negativa son «las reformas que numerosos países están llevando a cabo en los subsectores eléctricos» que incluyen la liberalización y la privatización de esas actividades, según las ONG.
Esto, «unido al continuado éxodo del mundo rural a las ciudades, está relegando a un segundo plano la provisión de servicios energéticos a una tercera parte de la población mundial», afirmaron.
Eso es así, a pesar de que «existe una elevada disponibilidad de recursos energéticos renovables en las zonas rurales de los países del Sur».
«Diferentes tecnologías (solar, fotovoltaica, eólica, microhidráulica) constituyen hoy alternativas viables cuyas características (modulares, descentralizadas y respetuosas con el medio ambiente) las hacen especialmente adecuadas para el suministro eléctrico de las poblaciones rurales», sostuvieron.
Además, las ONG entendieron que «debe superarse la idea de que la electricidad es un fin en sí mismo e imperativamente asociado a las actividades productivas. La electrificación rural debe buscar, ante todo, una mejora en la calidad de vida de las personas, reforzando sus capacidades individuales y colectivas».
En la conferencia participaron también invitados especiales como George McRobie, miembro fundador y antiguo presidente de Intermediate Technology Development Group, y Seline Jahan, director adjunto de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. (FIN/IPS/af/mj/dv/01
