ASIA CENTRAL: Acuerdo militar contra la insurgencia islámica

Rusia, Armenia, Belarús, Kazajstán, Kirguistán y Tajiskistán profundizaron sus acuerdos de cooperación militar contra el extremismo islámico, pero eso no basta para asegurar la paz en Asia Central, según expertos.

Los presidentes de esos seis países, ex miembros de la Unión Soviética y firmantes del Tratado de Seguridad Colectiva (DKB, por sus siglas en ruso), acordaron el viernes en Yerevan crear una fuerza de reacción rápida comandada por Rusia e integrada por batallones de ese país, Kazajstán, Kirguistán y Tajikistán.

Esa fuerza tendrá unos 1.500 soldados, podrá ser empleada contra agresores externos, realizar operaciones «antiterroristas» o llevar a cabo ejercicios, y es posible que se aumente su dotación a una brigada de cada país (una brigada incluye dos o más regimientos, y cada regimiento dos o más batallones).

El secretario general del DKB, Valery Nikolayenko, dijo a periodistas que la fuerza conjunta será creada en agosto y combatirá al «terrorismo internacional».

«Medidas de fuerza como la creación de la fuerza de respuesta rápida sólo responden a los síntomas del problema del extremismo religioso, sin afrontar sus causas», comentó en Moscú Georgi Derluguian, profesor del departamento de sociología de la universidad noroccidental de Chicago.

Una solución más sustentable debe vincularse con la estabilidad en Afganistán y con el movimiento fundamentalista islámico Talibán, que controla la mayor parte de ese país, opinó.

Gobiernos y especialistas consideran que grupos extremistas islámicos que operan en Asia Oriental cuentan con respaldo del Talibán.

«La estructura de la sociedad afgana ha colapsado por completo, y no puede ser reconstruida mediante la violencia», enfatizó Derluguian.

Sin embargo, Rusia y las ex repúblicas soviéticas de Asia Central han jerarquizado en los últimos años el diálogo acerca de medidas militares para contrarrestar el extremismo religioso regional.

El año pasado se realizó en Bishkek una cumbre del DKB para discutir medidas conjuntas de seguridad en Asia Central, y se acordó movilizar una fuerza militar conjunta en casos de necesidad de los Estados miembros.

Ahora los firmantes del tratado decidieron que estaban dadas las condiciones para establecer una unidad militar conjunta estable, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, dijo que es probable se forme un contingente regional mayor que la fuerza de reacción rápida, según la agencia oficial de noticias rusa, RIA.

Los países del DKB avanzarán hacia ese objetivo en forma gradual, en función del desarrollo de los acontecimientos en Asia Central, añadió.

El presidente de Kazajstán, Nursultan Nazarbayev, sostuvo que el acuerdo de Yerevan fue un «gran progreso» en el terreno de la seguridad colectiva y subrayó que el DKB está abierto a la incorporación de otras ex repúblicas soviéticas.

Ese tratado fue firmado en 1992 por nueve Estados integrantes de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), creada en diciembre de 1991, tras la desintegración de la Unión Soviética, por ex integrantes de la misma.

Uzbekistán, el país más poblado de Asia Central, fue firmante del DKB pero luego se apartó de él, con el argumento de que carecía de sustancia y no satisfacía sus necesidades en materia de seguridad, al igual que Azerbaiján y Georgia.

En 1998, Rusia, Tajikistán y Uzbekistán acordaron enfrentar en forma conjunta a movimientos fundamentalistas islámicos en la región, pero ese acuerdo no tuvo consecuencias prácticas de importancia, y en la actualidad el gobierno uzbeko busca acuerdos unilaterales con el Talibán.

De todos modos, en agosto los presidentes de Kazajstán, Kirguistán, Tajikistán y Uzbekistán acordaron en Bishkek unir sus fuerzas para combatir el terrorismo, los extremismos político y religioso y el crimen organizado internacional.

Kirguistán, Tajikistán y Uzbekistán comparten fronteras en un área montañosa cercana a la región noroccidental de Afganistán y muy difícil de patrullar.

En esa zona, apenas unos 100 kilómetros de territorio de Tajikistán separan a Kirguistán de Afganistán.

El avance de las tropas del Talibán hacia las región septentrional de Afganistán causó preocupación en las naciones vecinas, que temen la expansión de la insurgencia islámica en Asia Central.

El año pasado, esos temores se confirmaron cuando un ejército bien armado de insurgentes islámicos ingresó a Kirguistán tras atravesar Tajikistán y combatió con tropas de Bishkek, en enfrentamientos que causaron docenas de bajas de ambos bandos.

Ese antecedente explica que Kirguistán haya sido uno de los principales impulsores de la creación de una fuerza regional de respuesta rápida.

El presidente de Kirguistán, Askar Akayev, aseguró que su país está en condiciones de aportar toda la infraestructura necesaria para esa fuerza, cuyo cuartel general estará en Bishkek.

Akayev dijo a RIA que la presencia de la fuerza regional en su país «fortalecerá la defensa y la seguridad de Kirguistán», y es «importante para incrementar la confianza» de quienes combaten al terrorismo.

Tajikistán tiene una extensa frontera con Afganistán, aún no se recupera de una cruenta guerra civil contra insurgentes musulmanes a comienzos de los años 90, y teme la influencia del Talibán en su territorio.

El presidente de Tajikistán, Emomali Rajmonov, instó el viernes a la comunidad internacional a cooperar con su país para establecer un «área de contención» de extremistas afganos y narcotraficantes.

Rusia mantiene en Tajikistán una fuerza de mantenimiento de la paz de 20.000 soldados, que coopera con el patrullaje de la frontera con Afganistán, pero no está claro que esa fuerza sea capaz de frenar una eventual invasión del Talibán. (FIN/IPS/tra- eng/sb/js/mp/ip/01

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