La cooperación italiana con el Sur en desarrollo tomó los caminos del rap, un género musical nacido en los años 80 en los barrios negros e hispánicos de Nueva York y adoptado luego por jóvenes contestatarios de otras partes del mundo.
Unos 30 brasileños y colombianos entre 16 y 25 años viajaron a Italia a contar a través del rap sus experiencias de vida, que comprenden un duro pasado de droga, cárcel, soledad, hambre y pobreza.
Los jóvenes fueron invitados por el Movimiento Laicos para América Latina (MLAL), organización no gubernamental con sede en la norteña ciudad de Verona, para realizar entre el 20 de abril y el 18 de este mes una serie de conciertos en varias ciudades italianas.
Actuaron en teatros, escuelas y plazas de Roma, Verona, Bolzano, Bolonia y Catania, junto a jóvenes italianos e hijos de inmigrantes africanos que viven en Bruselas.
El rap (ritmo y poesía) salta las normas convencionales y es funcional a la búsqueda de una comunicación que prescinde de barreras lingüísticas, sociales y culturales.
El fenómeno musical surgido en Nueva York se expandió en los últimos 10 años a otras ciudades estadounidenses y europeas y llegó hasta Brasil, Colombia y otras partes de América Latina y a varias capitales africanas. «El rap es la calle que habla», dicen sus cultores.
Los jóvenes han desarrollado con el rap una forma de comunicación, con temas a menudo ligados a la solidaridad entre los pueblos, a la marginación, a la defensa de los más débiles y para denunciar las consecuencias de la globalización.
En particular, los raperos latinoamericanos que visitaron Italia forman parte de la Fundación Universitaria Luis Amigo, de Medellín, y de Casa Dez, centro de defensa de los derechos del niño y del adolescente de la favela (barrio marginal) Ipiringa, de Sao Paulo.
La Fundación Luis Amigo y Casa Dez se dedican a la reinserción en la sociedad de jóvenes infractores y promueven los derechos de los menores contra los abusos.
Voluntarios del MLAL trabajan en Medellín y en Sao Paulo con jóvenes que lograron superar problemas de drogadicción y de delincuencia a través de la dedicación a la música, en especial el rap, comentó a IPS una de sus dirigentes Lucia Filippi.
Eran jóvenes que no hablaban con nadie, pero que ahora tienen otra actitud, y muchos han revelado su capacidad artística, con canciones en las que cuentan sus tragedias personales o de familiares y amigos, agregó.
Por su parte, Glauzia Lindalva, responsable de la delegación de jóvenes brasileños, explicó que éstos han asumido un compromiso social y político.
«No tienen nada que ver con los grupos norteamericanos, que se han transformado en un fenómeno comercial», aseguró.
El MLAL, creado en 1966 y conformado por voluntarios italianos y de otros países, que promueve y sostiene el trabajo de activistas en América Latina y Africa.
La organización atiende situaciones en la Amazonia americana y de pueblos indígenas, en las metrópolis y las favelas, apoya las reformas agrarias y la autosuficiencia alimentaria, la medicina de base y la pequeña producción.
También trabaja con niños de la calle y menores que trabajan y en la defensa de los derechos humanos, entre otras áreas.
El común denominador de los proyectos a cargo del MLAL, más de 220, es el empeño para que las contribuciones económicas y materiales sean utilizadas directamente por los beneficiados, sin intermediarios de ningún tipo.
Se trata de formar personal local que «sea capaz de llevar a cabo su propio ciclo productivo y de crecimiento civil y social», explicó Enzo Melegari, director de MLAL.
Melegari destacó el esfuerzo para garantizar la actividad de Casa Dez y de la Fundación de Medellín, entre cuyos objetivos está también el de «derribar las barreras de la marginación a la cual a menudo son condenados los ex detenidos, que afecta a centenares de adolescentes».
Unos 830 voluntarios de MLAL han sido enviados a América Latina hasta ahora, con el fin de participar en proyectos de cooperación. (FIN/IPS/jp/dm/dv cr/01