(Arte y Cultura) BRASIL: Teatro infantil perdió su hada y madre

La dramaturga María Clara Machado falleció el lunes, reverenciada como la madre del teatro infantil en Brasil, pero su influencia sobrepasó mucho el área a que dedicó 50 de sus 80 años de vida.

Machado, autora de más de 30 obras de repetidas producciones incluso en el exterior, formó más de 5.000 actores que se distribuyen hoy por los teatros, la televisión y el cine brasileños, muchos de los cuales figuran entre los más conocidos.

Fue así una de las principales protagonistas del proceso de intensas transformaciones vividas por la sociedad brasileña en la segunda mitad del siglo XX, como la industrialización, la urbanización explosiva y la masificación de la enseñanza.

El desarrollo de un teatro infantil de identidad nacional fue una de las conquistas en ese período, aunque su relación directa esté limitada principalmente a las capas medias de las grandes ciudades.

A pesar de dirigirse a la población en edad escolar, tuvo impacto en la enseñanza en general y contribuyó al auge de la literatura para niños, la rama editorial que más crece en el país desde hace más de tres décadas.

También capacitó a generaciones de actores, directores, escenógrafos y otros profesionales que hoy alimentan el imaginario de toda la población, especialmente a través de las telenovelas.

La influencia de Clara Machado se sintió especialmente en Río de Janeiro, donde ella fundó en 1951 el Teatro Tablado, con un grupo de aficionados inicialmente preocupados en presentar espectáculos en las comunidades pobres de barrios aledaños, en la zona sur de la ciudad.

Precisamente, para exhibición en ese teatro comenzó en 1953 una de sus carreras más exitosas, la de escritora. Su primera obra, «El buey y el burro camino a Belén», es una escena navideña en que los animales son testimonios poco conscientes del hecho histórico del nacimiento de Jesús.

Así nacía una dramaturga que sería luego reconocida por la calidad del texto, con poesía, humor y densidad. Pero el mayor éxito fue escrito dos años después, «Pluft, el pequeño fantasma», escenificado en muchos países y numerosas veces en todas partes de Brasil.

Esta obra es «una especie de Hamlet» del teatro infantil, definió el periodista y escritor Ruy Castro, autor de una biografía del que se considera el principal dramaturgo brasileño, Nelson Rodrigues.

Por su parte, el director teatral Amir Haddad la calificó de «divisora de aguas» en el teatro.

Pluft es un hijo de fantasmas que tiene miedo y una duda sobre la existencia de las personas, invirtiendo la inquietud de los niños humanos. La niña Maribel, víctima de un secuestro, se ve ante la familia de fantasmas y comparte con Pluft los temores al desconocido.

Machado escribió casi una obra por año hasta 1972, cuando comenzó a enlentecer su producción artística, pero sin perder la buena acogida de la crítica y del público, incluso entre los adultos.

Otra vertiente productiva y de excelentes resultados en la actividad de Clara Machado fue la de enseñanza del arte teatral. Exigente en relación a calidad y disciplina, su Tablado se convirtió en una prolífica escuela de los mejores actores brasileños.

Empezó con algunas decenas de alumnos en los años 60 y cuenta actualmente con más de 500. De sus cursos salieron actores famosos, como los veteranos Rubens Correa e Ivan Albuquerque, los consolidados Malú Mader y Miguel Falabella, y jóvenes como Claudia Abreu.

La hada que encanta niños con sus obras no tuvo hijos, pero era considerada la «madre de todos» los alumnos.

Totalmente dedicada al teatro, nunca se casó. A un novio que le regaló un anillo, por ejemplo, le dijo que hubiera preferido reflectores para su Tablado.

Gran parte de sus obras parten de temas religiosos, como la primera, reflejando su fuerte educación católica. Su padre, el escritor Anibal Machado, aunque ateo, la envió a estudiar a un colegio de monjas y la quería como dueña de casa o maestra como máximo.

Sin embargo, la vida literaria del padre, excelente narrador de cuentos, y la constante presencia de intelectuales y artistas en su casa le permitió a Clara Machado ampliar conocimientos y descubrir su vocación.

En 1949 ganó una beca y estuvo dos años estudiando teatro con Jean-Louis Barrault, en París, de donde regresó dispuesta a hacerse actriz. Luego reconoció, con mucha frustración, que nunca sería una gran actriz, cuenta la amiga y crítica teatral Bárbara Heliodora.

Pero con ello ganaron el país, los aficionados del teatro y los miles de actores y profesionales que pasaron por el Tablado, ya que floreció el talento de escritora y el liderazgo de una maestra que impulsó una revolución de gran impacto cultural y educacional a largo plazo. (FIN/IPS/mo/dm/cr/01

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