/AMPLIACION/ GANADERIA-MERCOSUR: Aftosa vence las fronteras y al ejército

Brasil inició hoy la vacunación del ganado contra la fiebre aftosa en su frontera sur, donde un brote de la enfermedad indica que la medida llegó demasiado tarde y que una vez más se subestimó la capacidad de desplazamiento del virus.

Las fronteras bajo control militar no impidieron el contagio del ganado vacuno brasileño, probablemente a partir de focos cercanos en Argentina y en Uruguay.

Once animales presentaron el sábado los síntomas de la enfermedad en Santana do Livramento, en una hacienda a solo dos kilómetros de la frontera con Uruguay.

Era previsible y «veníamos advirtiendo sobre ese riesgo», dijeron a IPS dos técnicos del gobierno de Río Grande del Sur, el estado donde se vacunarán 4,1 millones de reses bovinas en 25 municipios fronterizos, como un «cordón sanitario» preventivo.

«El virus se disemina por el viento, los pájaros y los animales silvestres. Ni soldados codo a codo pueden contenerlo», explicó Maria de Fátima Brandalise, subdirectora de Producción Animal de la Secretaria de Agricultura del estado.

Suspender la vacunación solo será posible cuando se erradique el virus de la fiebre aftosa en todo el mundo, opinó.

Lo comprueban los últimos hechos en Gran Bretaña, cuya epidemia se extendió a algunos puntos de Europa continental, y ahora en el Mercosur, acotó Gilberto Fernandes, veterinario que actúa en Río Grande del Sur.

Los dos técnicos están hace días en Santana do Livramento, coordinando esfuerzos para evitar la expansión del foco. Atribuyen a un «error de evaluación» del Ministerio de Agricultura la demora en la vacunación, reclamada por el gobierno estadual y los ganaderos hace más de dos meses.

El gobierno central pretendía obtener en mayo el reconocimiento del sur de Brasil como área libre de la aftosa sin vacunación, calificación determinada por la Organización Internacional de Epizootias (OIE) con sede en París y que ampliaría las ventas del país a los mejores mercados del mundo.

Por eso sólo aceptó vacunar el ganado en la frontera cuando los focos argentinos y uruguayos se acercaron a pocos kilómetros de la frontera, haciendo inevitable la medida.

Es necesario modificar las reglas de la OIE, que estimulan el abandono de la vacuna, «que es eficiente y de alta calidad», ante la posibilidad de ganancias comerciales, sostuvo Brandalise.

En realidad, no hay razón para rechazar la carne de animales vacunados, pero los países ricos emplean la aftosa como barrera sanitaria contra la carne de producción más barata en Brasil y en otros países en desarrollo, opinó Fernandes.

«Si eliminamos ese problema, será la tuberculosis, la brucelosis o cualquier otro pretexto» el que esgriman los países industrializados contra las exportaciones del Sur en desarrollo, afirmó.

Ese cuadro pone en permanente conflicto la opinión técnica y las decisiones del Ministerio de Agricultura, adoptadas en función de los intereses comerciales, especialmente en un país obligado a aumentar las exportaciones para equilibrar la balanza de pagos.

En agosto pasado, un brote en Joia, unos 300 kilómetros al norte de Santana do Livramento, fue acabado con la matanza de 11.000 animales impuesta por el Ministerio, según Brandalise.

Jóia, municipio de más de 7.000 habitantes, dos tercios en el campo, sufrió un trauma que representó «un retroceso de 10 o 15 años» en su economía, evaluó Fernandes, quien acompaño el proceso en el lugar.

La prohibición del tránsito de productos animales y vegetales «paralizó la economía local, basada en la (actividad) agropecuaria», provocando además «graves daños emocionales», que exigieron asistencia psicológica a muchos lugareños, recordó.

La mayoría de los afectados son pequeños agricultores, poseedores de pocas vacas a las que asignan nombre «como si fueran miembros de la familia», contó el veterinario, recordando un niño que pidió dar de mamar a su pequeño chivo antes de llevarlo al sacrificio.

Esta vez, el ministro de Agricultura, Marcus Pratini de Moraes, aceptó la posición del gobierno de Río Grande del Sur de vacunar y no eliminar los animales sospechosos de contaminación.

El secretario de Agricultura del estado, José Hoffmann, dijo que su gobierno no acepta sacrificar «ningún animal más», argumentando que la matanza por el llamado «rifle sanitario» es «una exigencia comercial, no técnica».

Además, acusó el ministro de ser culpable de la entrada de la aftosa en el sur de Brasil, por impedir la vacunación aun después de conocer la presencia del virus muy cerca de la frontera en los países vecinos.

El problema retornó al Cono Sur de América debido a un menor control, y tras una reducción de la inversión en en materia prevención en los últimos años, después de un éxito relativo en el combate, dijo la semana pasada Eduardo Correa Melo, director del Centro Panamericano de Aftosa, en una reunión continental en Sao Paulo.

En América del Sur, que había logrado tener 67,5 por ciento de su ganado vacuno en áreas libres de aftosa en julio de 2000, ese porcentaje se redujo ahora a 50,5 a causa de los brotes en el Mercosur, según los datos del centro. (FIN/IPS/mo/mj/if dv/01

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