AMBIENTE-MEXICO: El agua se evapora en el norte

La región septentrional de México, que ya tenía que habérselas con el narcotráfico, la violencia y los problemas de la emigración, debe aprender ahora a convivir también con la escasez de agua.

Debido a una sequía de ocho años, la zona norte acumuló una deuda 1.700 de metros cúbicos de agua con Estados Unidos y es preciso invertir más de 1.000 millones de dólares en los siguientes cinco para evitar dificultades en el abastecimiento de las ciudades.

Los problemas se agravarán, advierten las autoridades, si el agua no se administra de modo más eficiente en las áreas rurales de la frontera con Estados Unidos, cuyo consumo equivale a 80 por ciento del total disponible en la región.

Gran parte del agua que usan los mexicanos procede de los ríos Colorado y Bravo, de la frontera, cuyo caudal se divide entre los dos países según un tratado de 1994. Algunos ambientalistas creen que ese instrumento es injusto y debe revisarse, pero otros lo consideran beneficioso para México.

Los problemas de manejo del agua en la región limítrofe permanencieron ocultos hasta 1992, pues el suministro se mantuvo en un promedio anual de 5.100 millones de metros cúbicos, suficiente para despreocuparse.

Pero cuando el promedio bajó a 2.300 millones de metros cúbicos, las culpas emergieron y los agricultores exigen más y más agua, un recurso que, a diferencia de sus vecinos de Estados Unidos, explotan sin mucho cuidado ni tecnología.

«Es evidente que cuando había abundancia, no obstante la baja eficiencia, no pasaba nada. Pero ahora que la naturaleza nos ha negado esto, debemos aprender a vivir de otra forma», dijo a IPS Jaime Tinoco, delegado de la Comisión Nacional del Agua para la Frontera Norte.

Estados Unidos fue y es eficiente en el uso del líquido tanto en el campo como en las ciudades, pero en México la historia ha sido otra, reconoció Tinoco.

La ineficiencia de México en materia de riego en el campo es de 50 por ciento y un tercio del agua se desperdicia en las ciudades.

El secretario de Medio Ambiente, Víctor Lichtinger, indicó que es imprescindible luchar contra la baja eficiencia del campo mexicano respecto del agua, cuyo manejo es, según el gobierno, un «problema de seguridad nacional».

Pero la gobernación del nororiental estado de Tamaulipas, por ejemplo, no aguardan cambios, sino que llueva pronto.

La sequía ha acabado con 20 por ciento del rebaño ganadero de Tamaulipas y las autoridades del estado se niegan a aceptar que México pague este año parte del agua que debe a Estados Unidos. Exigen que se le entregue ese caudal.

Así mismo, ruegan que se haga realidad la previsión de los metereólogo: que se presente el fenómeno climático de El Niño y traiga las lluvias del pasado.

Tinoco señaló que hay lugares en que aún se utiliza la inundación como sistema de riego de cultivos, algo que en otros puntos del planeta se considera casi un crimen, por el desperdicio de agua que implica.

Sin embargo, en materia de agua también hay grandes avances en la franja de frontera, pero especialmente para el caso de los centros urbanos.

Las ciudades de la frontera tienen una cobertura de 93 por ciento de agua potable, una proporción superior a muchas zonas de México, pero menor al 100 por ciento de las localidades estadounidenses vecinas.

Para mantener en la zona esa cobertura y tener la infraestructura adecuada en materia de alcantarillado y saneamiento, habrá que invertir 1.000 millones de dólares en los próximos cinco años, según el Banco de Desarrollo de América del Norte.

Será difícil alcanzar esa meta. En los últimos cuatro años, y con grandes esfuerzos, la inversión en el lado mexicano para garantizar el abastecimiento y la calidad del agua fue apenas de 370 millones de dólares.

Pero no todas son malas noticias. La Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), que en 1992 señaló problemas de infraestructura y de contaminación en el agua de la zona, ha comprobado el mejoramiento de la situación gracias a plantas de tratamiento y otras obras en Ciudad Juárez y Nuevo Laredo, dijo a IPS Jesús Luévano, secretario de la CILA.

La CILA es una comisión binacional creada para vigilar y atender problemas derivados del uso de los ríos Colorado, Tijuana y Bravo, que separan a México de Estados Unidos.

Según el acuerdo de límites, cada país debe aportar al otro cantidades determinadas de agua por año.

Estados Unidos ha cumplido con su parte, pero México no lo ha hecho, debido a la sequía y al mal uso del agua en sus campos. Ahora debe cerca de 1.700 millones de metros cúbicos y el vecino reclama el pago. (FIN/IPS/dc/ff/en/01

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