AGRICULTURA: Estrategia contra el hambre y por la biodiversidad

Dos organizaciones ambientalistas internacionales lanzaron la «ecoagricultura», un sistema agrícola que incluye estrategias para proteger especies y hábitat en peligro y producir a la vez más alimentos.

La iniciativa surgió de la preocupación porque el hogar de las formas de vida más excepcionales es también el de las poblaciones humanas más hambrientas, y porque en 18 de los 25 reductos mundiales más valiosos en biodiversidad, el hambre provoca la muerte de la población.

«Actualmente la biodiversidad corre más peligro que nunca desde la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años», sostiene un informe de The World Conservation Union (IUCN), un grupo que trabaja por la diversidad biológica, y Future Harvest, que apoya la investigación alimentaria y ambiental.

El informe propone un plan en el que las necesidades del ambiente y las de la agricultura se sustenten mutuamente.

«Suelo común, futuro común: Cómo la ecoagricultura puede ayudar a alimentar el mundo y salvar la biodiversidad» es el primer estudio profundo de la interacción de la biodiversidad natural y la agricultura en todo el mundo.

Su elaboración requirió dos años de revisión de la literatura ecológica y agrícola y de análisis de diversas prácticas agrícolas locales.

«No estamos proponiendo que los elefantes pisoteen los campos cultivados, sino soluciones estratégicas para conservar la biodiversidad y producir alimentos en la misma tierra», dijo Sara Scherr, coautora del informe.

Si bien la ecoagricultura es considerada un concepto nuevo, ya muchas de sus prácticas se realizan en todos los continentes.

La idea básica es «integrar la preservación de la biodiversidad a todos los entornos, desde las tierras de pastoreo hasta las plantaciones de café o los arrozales», explicó Jeffrey McNeely, director científico de IUCN y coautor del estudio.

El informe incluye seis estrategias clave, entre las cuales se recomienda la creación de redes de hábitats naturales en zonas no agrícolas y su vinculación con áreas protegidas más grandes, y la integración de vegetales perennes a los sistemas de cultivos para imitar hábitats como las sabanas y los bosques.

El informe propone el desarrollo de métodos de cultivo que reduzcan la contaminación e incrementen la productividad de la tierra ya cultivada para reducir la expansión agrícola a tierras vírgenes.

Así mismo, se sugiere modificar la administración de los recursos en los campos de labranza con el fin de mejorar su valor como hábitats naturales y la creación de áreas protegidas cerca de las tierras de pastoreo, las zonas agrícolas y las pesqueras.

El informe revela que casi la mitad de las 17.000 reservas naturales más importantes del mundo, creadas para proteger la vida salvaje, se utilizan ampliamente para la agricultura.

Pero además, la desnutrición extrema y el hambre están generalizadas en las áreas donde la biodiversidad está más amenazada. La situación actual es «alarmante», afirma el estudio.

Las áreas protegidas representan tan sólo 10 por ciento de los suelos terrestres.

«Si las zonas protegidas se mantuvieran como hábitats naturales, se perderían entre 30 y 50 por ciento de las especies» pues «las áreas protegidas no contienen poblaciones suficientes para que las especies se mantengan», sostiene el informe.

La principal causa de la extinción de la diversidad es la destrucción de los bosques con fines agrícolas, por lo que muchas plantas y animales desaparecerán a menos que los ecosistemas sean administrados para alimentar a la gente y proteger a las especies simultáneamente».

Los autores del estudio proponen soluciones basadas en una nueva comprensión de la biología y la ecología, en trabajos de campo, en importantes avances de la investigación genética y en la supervisión a distancia.

Pero en primer lugar, la ecoagricultura debe vencer el concepto de que la diversidad natural y el agro están enfrentados.

«La biodiversidad cumple funciones esenciales para la agricultura, pues mantiene el equilibrio de la atmósfera terrestre, protege las cuencas acuíferas, renueva los suelos y recicla nutrientes», dice el informe.

Más de 1.100 millones de personas, casi 20 por ciento de la población mundial, vive en las 25 áreas más ricas en especies amenazadas. En la mayor parte de esas zonas, la población crece a un ritmo de 3,1 por ciento anual, el doble que el promedio mundial.

«De mantenerse el nivel actual de destrucción de bosques, en sólo 50 años podrían desaparecer más de la mitad de las especies que aún subsisten. Actualmente casi 24 por ciento de los mamíferos, más de 12 por ciento de las aves y casi 14 por ciento de los vegetales están amenazados de extinción».

Un ejemplo de esta amenaza es lo ocurrido en la Reserva Natural Wolong, en China, creada para proteger al panda gigante. Allí han muerto más pandas dentro de la reserva que fuera de ella.

En la selva atlántica de Brasil, apenas siete por ciento sigue siendo hábitat de las panteras, y los monos tití están amenazados por la agricultura.

«Muchas de estas propuestas exigen un cambio de mentalidad de los productores. Durante cientos de años, se esforzaron por eliminar la vegetación natural y mantener la vida silvestre lejos de los cultivos. Ahora les pedimos que dejen parte de esa vida silvestre adentro», dijo Scherr. (FIN/IPS/tra-en/ss/mn/dc/mlm/dv-en/01

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