SALUD-BRASIL: El bosque al acecho

Los bosques naturales ocultan microorganismos potencialmente peligrosos para la salud humana y el ecoturismo, el tráfico de animales silvestres y el avance de actividades económicas sobre areas inexploradas pueden ser fuente de enfermedades, incluso desconocidas.

La advertencia es de Dener Giovanini, coordinador de la Red Nacional de Combate contra el Tráfico de Animales Silvestres, una organización no gubernamental brasileña.

El virus de Ebola, surgido en 1976 en la República Democrática de Congo y en Sudán, es un ejemplo muy divulgado. Se trata de una fiebre hemorrágica de alta mortalidad, cuyo último brote confirmado se tuvo en Uganda, entre agosto de 2000 y enero de este año y que ahora ha puesto en alerta al gobierno de Kenia.

Pero hay casos igualmente misteriosas y menos conocidos, como el virus de Marburgo, identificado en 1967 en trabajadores de laboratorios de esa ciudad alemana y de Belgrado que habían estado expuestos a tejidos y sangre de monos importados de Uganda, observó Giovanini a IPS.

También mencionó la enfermedad del legionario, producida por una bacteria que puede sobrevivir en un amplio rango de condiciones físico-químicas y que debe su nombre a que fue reconocida por primera vez como tal en una convención de la Legión Americana de 1976 en Filadelfia, Estados Unidos.

En Brasil se informa a menudo de muertes por «fiebres hemorrágicas», de causa ignorada, sin el necesario monitoreo para orientar medidas preventivas y evitar «posibles tragedias» adicionales, lamentó Giovanini.

El hantavirus, transmitido por ratones silvestres, ha causado víctimas en los últimos años, incluso en ciudades y especialmente en el estado de Sao Paulo, y es una preocupación para las autoridades sanitarias.

Pero entre las plagas procedentes de los bosques se destaca la fiebre amarilla, que amenaza volver a las ciudades, de las que había sido erradicada hace 60 años.

Un brote de fiebre amarilla a poco más de cien kilómetros de Belo Horizonte, un área densamente poblada en el centro del país, mató a 18 de las 40 personas que se enfermaron desde fines de enero hasta principios de este mes, según datos de la Secretaria de Salud del Estado de Minas Gerais.

Todos contrajeron la enfermedad a través de mosquitos que pican a monos infectados y transmiten el virus al ser humano, que provoca fiebre y hemorragias y tiñe la piel de amarillo.

El riesgo de epidemia urbana parece cierto, pues en varias ciudades brasileñas se ha propagado el dengue, lo que evidencia una fuerte presencia del aedes aegypti.

Este mosquito, que propaga el dengue, transmite también la fiebre amarilla y puede llevarla a los centros urbanos si ataca a alguna persona contaminada en el campo e inicia en las ciudades una cadena de contagio, que sería dificil de contener, advierten los epidemiólogos.

Las víctimas del brote ocurrido en varios municipios a oeste de Belo Horizonte eran tanto pobladores locales de la zona rural como turistas. Unas 60.000 personas visitaron la región en el feriado de carnaval, a fines de febrero, la mayoría para pescar en los ríos, donde pululan los mosquitos.

Por lo menos dos de las víctimas vivían en el área metropolitana de Belo Horizonte, que concentra cerca de cuatro millones de habitantes, a quienes las autoridades sanitarias intentan proteger con una campaña de vacunación comenzada en febrero.

Es la única forma de evitar la «urbanización» de un virus endémico en la Amazonia y que vive ahora un ciclo de expansión hacia el centro del país, comentó Rogerio Valls, un especialista en fiebre amarilla que se desempeña en el Hospital Evandro Chagas, de Río de Janeiro.

La vacunación masiva alejó el riesgo de más contagios en las ciudades en que se ha detectado el brote, aseguró María do Rosario Bento, enfermera en Leandro Ferreira, un pequeño municipio donde murieron cuatro víctimas de la fiebre amarilla.

La enfermedad fue identificada en la tercera víctima y «todos corrieron entonces a vacunarse», señaló Bento.

También está presente en Minas Gerais la fiebre maculosa, otra plaga rural cuyo agente es una bacteria transmitida por garrapatas y que causa hemorragias y la muerte en siete días, informó Mariana Gontijo de Brito, veterinaria de la Secretaria de Salud del estado de Minas Gerais.

Cinco personas murieron el año pasado de fiebre maculosa en una ciudad rodeada de ganado, señaló Gontijo de Brito, una experta en zoonosis, es decir, enfermedades de los animales que pueden contagiar a seres humanos.

La Amazonia es un gran repositorio de microorganismos aún desconocidos y que pueden amenazar la vida humana.

La Fundación Oswaldo Cruz, un instituto de investigación epidemiológica de Río de Janeiro, instaló allí un centro de «caza de virus», para descubrirlos y producir vacunas antes de que se propaguen, indicó el director de ese puesto de avanzada, Luciano Toledo.

Un oficial de un cuartel cercano a Manaos, capital del estado de Amazonas, murió hace cuatro años víctima de un virus no identificado, tras comer carne de mono. Los dos soldados que lo acompañaban lograron sobrevivir, aunque luego de estar enfermos de gravedad.

Desde entonces el ejército mantiene la prohibición a los militares de alimentarse de ese animal.

Los pueblos indígenas desarrollaron inmunización natural a la fiebre amarilla silvestre y la población urbana fue vacunada, observó Toledo. La vacuna es indispensable para los visitantes, aunque turistas extranjeros regresaron enfermos a su país de origen y murieron, por ignorar la enfermedad,

Además de ser desconocidos, los virus llevados por ecoturistas y animales pueden ser mutantes, observó Giovanini. Al respecto, advirtió que aún no ha sido descartada la hipótesis de que esa fuera la trayectoria del virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida. (FIN/IPS/mo/ff/en/01

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