El debate sobre la monarquía alcanzó una agitación sin precedentes en Noruega a medida que la familia real pierde magia y razón de ser. Más de 22 por ciento de los habitantes se consideran republicanos, según las últimas encuestas.
El decano de Ciencias Políticas de la Universidad de Oslo, Trond Nordby, un republicano de renombre, opinó que la realeza noruega perdió por completo su poder y que, por lo tanto, su existencia no se justifica.
Los expertos atribuyen la caída de la imagen de la corona al hecho de que la prensa suele criticar los novios elegidos por los principes por su participado en fiestas que duran varios días y por supuesta vinculación con las drogas.
Estas relaciones son duras de tragar para un pueblo que tradicionalmente ha apoyado con fidelidad la monarquia, y dieron argumentos a los que están a favor de la instauración de una república en Noruega.
El príncipe heredero, Haakon Magnus, desató una controversia al comprometerse con una madre soltera de clase media, cuyo pasado fue cuestionado con dureza por la prensa.
La imagen de la Corona empeoró al hacerse pública la relación entre la princesa Marta Luisa con un joven bohemio del ambiente artístico de Oslo.
«Vista desde una perspectiva histórica, la monarquía pasó por grandes cambios. Hoy ni siquiera posee función simbólica alguna en materia religiosa o política y carece por completo de función social», dijo Nordby a IPS.
«El poder constitucional de veto en manos del rey fue abolido en 1913. El rey no influye de ninguna manera en las decisiones políticas. Para la apertura de túneles y puentes no se necesita un rey, y tampoco para representar a de Noruega en el extranjero», agregó.
«Para instaurar la república no es necesario ningún cambio del sistema parlamentario. El presidente debe ser nombrado por el parlamento para ejercer tareas administrativos y de representación, como en Alemania, Finlandia, Grecia o Islandia», dijo.
Nordby opinó que la mayoría de los noruegos que se consideran republicanos —entre 22 y 27 por ciento de la población— llegaron a esta posición porque no encuentran un solo argumento sólido a favor de la monarquía, a la que consideran una institución obsoleta que no se corresponde con el tiempo actual.
«Otros, que se autodenominan ex monarquistas, están en contra de la Casa Real únicamente por los escándalos», sostuvo el catedrático.
La historia de la monarquía noruega se remonta al primer milenio de la era cristiana, la era de los vikingos que ocuparon el territorio procedentes de Islandia. Entonces, el rey era elegido entre los hijos del monarca, tanto legítimos como ilegítimos, por cuatro asambleas de campesinos.
En 1387 rigió la unificación de los países escandinavos —en los hechos, una hegemonía dinamarquesa—, durante la cual también rigió la monarquía.
La monarquía parlamentaria se instauró en 1884. Un príncipe danés se impuso en el trono con el nombre de Haakon VII en 1905. El rey debió exiliarse junto con el gobierno en 1940, cuando Noruega fue invadida por Alemania, y retornó con la liberación en 1945. Reinó hasta su muerte en 1957.
Las encuestas muestran ahora que la mayoría de los noruegos están todavía dispuestos a seguir hechizados por el cuento de hadas de la Casa Real, a pesar de que la magia y el brillo tal vez se haya perdido para siempre. (FIN/IPS/gw/mj/ip/01