El ataque de Israel contra objetivos militares sirios en Líbano por primera vez en cinco años generó una ola de indignación en el mundo árabe, que lo calificó de peligroso e innecesario.
Los ataques de los aviones caza israelíes tuvieron lugar la noche del domingo contra una instalación estratégica de radares sirios ubicada en las montañas, a 40 kilómetros al este de Beirut.
La policía informó que tres soldados sirios murieron y cinco resultaron heridos por los bombardeos. Hay 35.000 soldados sirios emplazados en Líbano.
Fuentes de seguridad israelíes anunciaron que el ataque fue un mensaje directo a Siria para dejar en claro que Israel no tolerará nuevos ataques a su territorio por parte de la organización fundamentalista chiíta Hizbollá (Partido de Dios), radicada en el sur de Líbano.
Israel considera que Damasco ejerce influencia directa sobre Hizbollá y que lo utiliza en forma indirecta contra las fuerzas israelíes para liberar las Alturas del Golán, perdidas por Siria en la guerra árabe-israelí de 1967.
El sábado Hizbollá atacó con misiles un tanque israelí en las granjas de Shebaa, una zona disputada en la frontera entre Líbano e Israel que Beirut reclama como territorio libanés desde que Israel se retirara del sur de Líbano en mayo.
Un soldado israelí murió durante el ataque guerrillero del sábado, el primero desde que el primer ministro Ariel Sharon asumiera el poder en Israel en marzo.
Analistas en Beirut señalan que hay poco que Siria pueda o quiera hacer por el momento, aparte del ocasional ataque de la guerrilla de Hizbollá desde el sur de Líbano.
«No creo que vaya a generarse una guerra en gran escala, porque nadie la quiere, ni Líbano ni Siria ni Israel», dijo Sateh Noureddine, columnista político del diario As Safir.
«Siria no tiene la capacidad para una guerra de este tipo. El temor de perder es lo que impedirá que tome parte de algo así», aseguró.
Siria condenó enérgicamente los ataques contra sus soldados en Líbano y responsabilizó a Israel por esta «peligrosa escalada», según una declaración oficial de Damasco. Así mismo, se reservó el derecho a defenderse, aunque no precisó si tomaría represalias.
El miércoles, el presidente sirio Bashar el Assad dijo que Siria no se quedará al margen mientras sus soldados son atacados en Líbano. Analistas sirios acusan a Israel de estar matando el proceso de paz de Medio Oriente.
Assad, quien asumió el poder en julio luego de la muerte de su padre, Hafez el Assad, aún intenta imponer su marca como líder del país y será observado de cerca en esta crisis.
Pero la forma en que el ataque fue descrito por los medios de comunicación en Siria indicaría que no es necesario que el gobierno tome represalias, por el momento.
La prensa dijo que las defensas antiaéreas sirias obligaron a los cazas israelíes a retornar a sus lugares de origen, pero un soldado, calificado de «mártir», murió al proteger su puesto.
En Líbano, el Hizbollá dijo que el ataque contra las «hermanas tropas sirias» fue el equivalente a un ataque contra el propio Partido de Dios.
«El enemigo sionista sufrirá las consecuencias de este acto», advirtió el grupo guerrillero, agregando que «la pesadilla que vivió el norte de Israel en el pasado no está lejos».
La declaración se refería a los cohetes Katyusha que en el pasado atacaban el norte de Israel toda vez que Líbano sufría víctimas civiles durante la ocupación israelí del sur del país. Hizbollá prometió no detener los ataques contra el ejército israelí en las granjas de Shebaa.
Poco después de los bombardeos israelíes, el primer ministro Rafiq Hariri pidió a la comunidad internacional que ayudara a impedir la escalada del conflicto.
Paradójicamente, Hariri había expresado su disconformidad anteriormente por la ofensiva de Hizbollá el sábado en el sur, a través de un editorial publicado en el períodico Mustaqbal, el domingo.
El editorial de primera plana aseguraba que dicha operación era muy inoportuna y que tendría consecuencias negativas para el país.
Líbano tiene una enorme deuda externa y lucha por atraer inversiones extranjeras. La tarea del primer ministro Hariri, cuya misión es reconstruir el país e inspirar confianza en la comunidad internacional, no es fácil. (FIN/IPS/tra-en/kg/mn/aq/ip/01