LITERATURA-ESPAÑA: El Quijote, primera rebelión intelectual y popular

El Quijote, la inmortal obra de Miguel de Cervantes Saavedra, fue la primera rebelión española del intelectual aburguesado, la primera del hidalgo y el primer motín del pueblo, dijo hoy el escritor y periodista Francisco Umbral al recibir el Premio Cervantes, considerado el Nobel en lengua española.

A pesar de esa consideración universal, la cantidad de españoles galardonados con el Cervantes es abrumadoramente mayoritaria. Desde que se otorgó por primera vez en 1976, lo han recibido 14 españoles, tres cubanos, tres argentinos, dos mexicanos, un uruguayo, un paraguayo, un chileno y un peruano.

El premio lo otorga el Ministerio de Educación y Cultura de España y lo entrega el rey Juan Carlos. El primer premiado fue el poeta español Jorge Guillén, integrante de la Generación del 27, que en 1938, durante la guerra civil (1936-1939), se exilió a Estados Unidos.

La aceptación de ese premio significó el regreso de Guillén a España y su apoyo al carácter democratizador de la recién instaurada monarquía. Murió en 1984.

La ceremonia de entrega del premio se realizó en la histórica Universidad de Alcalá de Henares, ubicada en la ciudad del mismo nombre y en la que nació Cervantes, a 25 kilómetros de esta capital.

Allí, Umbral se dirigió a dos centenares de intelectuales, periodistas, empresarios y políticos, para decirles que Cervantes evita poner a su personaje como «ejemplo de nada ni hidalguía de nadie, sino como caso singular de hombre que se decidió a pegar el salto».

Un salto «donde está su rabia por el mundo, su energía al fin liberada al servicio de sí mismo». Ese salto no lo da solo Cervantes en la figura del Quijote, sino que «se lo hace pegar a un pobre borriquero hecho de perezas y conformidades, siendo así que Sancho nunca pierde el sentido, ese inútil y pobre sentido común del pueblo».

El Quijote, prosiguió Umbral, «es la primera rebelión española del intelectual aburguesado, la primera revolución burguesa del hidalgo antecedente y el primer motín del castellano pueblo». «Un motín de uno solo, Sancho, que vale por todos los que vendrán».

«Aún hoy, y hoy más que nunca, el hombre que no hace esa revolución interior, que no pega ese salto vecinal, será comido por el poder, amortajado por lo establecido y muerto de asco», reflexionó el escritor premiado, una persona de ideas izquierdistas,

Umbral cree que el español es el último pueblo con carácter propio que le queda a Europa y que «los españoles aman la vida por la vida, no por la mística ni el decoro».

«Queremos a Cervantes no tanto por ilustre como por hombre medio que roza irónicamente el fracaso para triunfar de la España oficial con su España real, habitada de mozas y domadores, de explotadores y manteadores, de duques aleves y amores imposibles», agregó.

Cervantes fue «el hombre que puso España patas arriba, vio arder la cultura vieja y murió con sol en las bardas, como su personaje. Cervantes es la modernidad por (..). sus dos máquinas de guerra: un hidalgo y un fantoche llenos de sol y viento».

«Con sólo esa artillería pone en pie las Españas, deja la revolución por donde pasa, un rastro de justicia, de ley, de reinado, que serviría de regocijo a los lectores, pero ese regocijo es curativo y predispone, como vemos, a mayores mudanzas», dijo.

En conclusión, Cervantes, «antes que los grandes de su siglo, rompe con el compromiso burgués de la literatura y saca una novela que (Miguel de) Unamuno llamó Biblia de España. Cervantes es vanguardia, como vanguardia es rebeldía y como rebelde deja herencia».

El Rey dijo de Umbral que es, «él sólo, toda una biblioteca, todo un universo, al gran modo español, que sabe ser generoso y dadivoso. Es siempre escritor, a todas horas y en todo lugar». Juan Carlos I aludió así a la obra del premiado, quien lleva más de un centenar de libros publicados y miles de artículos en diarios y revistas.

La escritora Rosa Regás, que asistió al acto, sostiene que «el mayor atractivo de la escritura de Umbral es un poder de seducción de tal magnitud que no deja indiferente a nadie».

A nadie deja indiferente, unos porque lo apoyan y otros porque lo critican. El mismo jurado que le adjudicó el premio se dividió en dos en la votación y el presidente del mismo usó su voto de calidad para desempatar.

Ese hecho hizo que a su vez se dividieran en dos los medios de comunicación, unos encabezados por El País, criticando la concesión y otros, liderados por El Mundo, apoyándola.

Desde 1976, el Cervantes fue recibido por los españoles Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Rosales, Rafael Alberti, Gonzalo Torrente Ballester, Antonio Buero Vallejo, María Zambrano, Francisco Ayala, Miguel Delibes, Camilo José Cela, José García Nieto, José Hierro y Francisco Umbral.

También fueron premiados los argentinos Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Adolfo Bioy Casares, los cubanos Alejo Carpentier, Dulce María Loynaz y Guillermo Cabrera Infante, y los mexicanos Octavio Paz y Carlos Fuentes.

Asimismo, lo obtuvieron el uruguayo Juan Carlos Onetti, el paraguayo Augusto Roa Bastos, el hispano-peruano Mario Vargas Llosa y el chileno Jorge Edwards. (FIN/IPS/td/ff/cr/01

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