JORDANIA: Refugiados palestinos apoyan la intifada a la distancia

Los 2,3 millones de refugiados palestinos en Jordania dan apoyo económico y moral a la intifada, el levantamiento en los territorios ocupados por Israel, y no confían en las promesas de respaldo de los gobiernos árabes.

Cuando el gobierno del derechista Ariel Sharon impuso el toque de queda a 40.000 palestinos de la ciudad cisjordana de Hebrón y prohibió a otros 60.000 el ingreso a territorio israelí, la tensión creció entre sus familiares al oriente del río Jordán, en el reino hachemita de Jordania.

«Me siento muy mal. Tenemos que hacer algo más que mirar. Ver desde lejos es muy difícil», dijo Kamal Abu Haikal, dueño de una zapatería en el caótico campamento de refugiados de Wahdat, en Ammán.

El toque de queda —parte de un variado arsenal de medidas que Israel despliega para desalentar la intifada— fue impuesto luego de que la bebé Shalhevet Pass, hija de colonos judíos, muriera alcanzada por una bala de un francotirador palestino.

Hebrón ha sido uno de los lugares más violentos de Israel desde el comienzo del levantamiento. El ejército procura vencer la resistencia palestina a la presencia de unos 400 colonos israelíes, y los combatientes palestinos intentan hacer la vida imposible a los colonos.

Los toques de queda y las barreras impactan directamente en la vida de decenas de miles de residentes de Hebrón, pues no pueden concurrir a sus trabajos en Israel. Esa es la situación del primo hermano de Abu Haikal, el ingeniero Akram Abu Haikal.

En Ammán, estas medidas también dejan su huella en Kamal, tanto emocional como económicamente. No sólo está preocupado por sus familiares, la mayoría palestinos, sino que además debe disponer de sus ahorros para ayudarlos en estos tiempos difíciles.

Su situación no es excepcional. En efecto, la mayoría de los 41.000 refugiados que viven en el campo de Wahdat tienen familiares o amigos viviendo virtualmente cercados en Cisjordania. Para ellos, la intifada despierta frustración y culpa por no estar en la línea de fuego.

Alrededor de 46 por ciento de la población jordana es de origen palestina, y mantienen vínculos estrechos con los 4,2 millones de palestinos que residen en territorio ocupado por Israel, según el Centro de Retorno Palestino, con sede en Londres.

Mientras miran desde lejos, los palestinos en Jordania se enfurecen cada día más con el gobierno de este país y con otros del mundo árabe que, según ellos, no han hecho más que discursos por la causa palestina.

En Cisjordania viven 555.000 millones de palestinos y en Gaza, 772.000, según datos de la Organización de las Naciones Unidas. En esos territorios, en parte administrados por la Autoridad Nacional Palestina, viven, por lo tanto, menos palestinos que en Jordania.

Los habitantes de Wahdat, refugiados de las guerras de 1948 y 1967 y sus descendientes, son ciudadanos jordanos, pero mantienen una fuerte identidad palestina.

Ellos explican en parte las razones de la inquietud del rey Abdalá, soberano de Jordania, por la continuación del levantamiento palestino.

El rey Abdalá se reunirá el próximo martes con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en Washington.

A medida que se prolonga la intifada y se intensifica la represión israelí, mayor es la presión sobre el gobierno jordano para que adopte medidas contra Israel. Pero el rey Abdalá está comprometido a mantener el tratato de paz de 1994 con Israel.

Los refugiados de Wahdat apoyan la intifada aportando dinero para atender a los palestinos heridos en los hospitales jordanos, y pagando a los hijos de los palestinos muertos sus estudios universitarios en Jordania.

El viernes, unos 600 habitantes de Wahdat, bien vigilados por las fuerzas de seguridad, marcharon reclamando armas para pelear contra Israel.

El temor a perder apoyo público es uno de los motivos por los cuales Egipto y Jordania formularon en octubre pasado un plan, nunca implementado, destinado a enfriar la hostilidad y a reanimar un proceso de negociaciones de modo de poner fin a la violencia.

El rey Abdalá impulsará este plan —ya rechazado por Israel— en sus conversaciones con el presidente Bush. Y en consideración a la opinión pública de su país, seguramente objetará la sugerencia de Bush de que Jordania envíe un nuevo embajador a Israel.

El envío del embajador jordano Abdul Ilah Kurdi fue postergado seis meses en protesta por las medidas de Israel en Cisjordania y Gaza.

Pero el significado de este matiz diplomático se pierde para los residentes de Wahdat.

«Todos pensamos de igual forma. Están dejando a los palestinos enfrentarse solos con los israelíes. Dicen que van a apoyarlos, pero son sólo palabras», dijo Youssef Abu Hanieh, gerente de un hotel, en referencia a los gobiernos árabes.

Abu Hanieh esperaba que los líderes de la Liga Arabe reunidos en una cumbre en Ammán la semana pasada cortaran relaciones diplomáticas con Israel o decidideran «sanciones» contra ese país, en respaldo de los palestinos.

De hecho, si bien durante la reunión hubo mucha retórica anti- israelí y la promesa de dinero a la Autoridad Nacional Palestina que administran los territorios autónomos, aún no se materializó ninguna medida.

Romper sus lazos con Israel es algo que el gobierno jordano no desea hacer, pues se enfrentaría directamente con su poderoso vecino y socavaría años de esfuerzos para asegurar su frontera occidental.

Pero además devastaría sus relaciones con Washington, que contribuyó el año pasado con casi 500 millones de dólares en ayuda militar y económica para Jordania.

El gobierno no está interesado en la continuación de la intifada —pues daña el turismo y las inversiones—, y procura detener el derramamiento de sangre, sostuvo el corresponsal en Ammán del diario internacional Al Hayat, Salameh Ne'mat.

«La política del gobierno no es apoyar la intifada, sino apoyar al pueblo palestino. La estrategia es presionar a Israel para que detenga sus acciones, que son vistas como la causa de la intifada», dice Ne'mat.

Pero en Wahdat, quizás más que en Cisjordania, la intifada es una causa sagrada que debe fortalecerse.

El temor de los palestinos de Wahdat es que los gobiernos aliados a Estados Unidos presionen al presidente palestino Yasser Arafat para que detenga el levantamiento antes de que el mismo alcance sus objetivos.

«Esos gobiernos hacen lo que les ordena la policía. Nadie puede negar que Estados Unidos está haciendo lo que quiere. Si la Autoridad Nacional Palestina no interviene, la intifada triunfará», asegura Abu Hanieh.

Las bravuconadas no escasean en Wahdat. Si no existiera la frontera entre Jordania e Israel, sus habitantes participarían activamente en la intifada arrojando piedras, cargando armas y llevando adelante ataques suicidas, afirmó un refugiado.

«Esperamos que las fronteras se abran. Queremos hacer nuestra parte», aseguró. (FIN/IPS/tra-en/bl/mn/dc/mj/ip/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe