/Integración y Desarrollo/ DESARROLLO: Iglesias del mundo acuerdan «humanizar» globalización

Representantes de las mayores comunidades religiosas del mundo acordaron utilizar la espiritualidad para contrarrestar el proceso «sin valor» de la globalización.

El acuerdo se produjo el lunes al cierre de un seminario de dos días organizado por el Centro Norte-Sur del Consejo de Europa, con sede en Lisboa, y copatrocinado por las iglesias Católica e Islámica de Portugal y la Universidad Lusiada, de la capital portuguesa.

El seminario congregó a representantes de las iglesias Anglicana, Metodista, Luterana y Ortodoxa Griega, la Comunidad Internacional Baha'i, el Vaticano, seguidores de Shinto, ismaelistas, judíos y budistas de diferentes orientaciones.

Los delegados expresaron preocupación por la concentración de la riqueza en manos de unos pocos, en un proceso de globalización que deja a dos tercios de la población mundial en la pobreza.

Además, coincidieron en que los valores espirituales contenidos en todas las doctrinas religiosas constituyen un patrimonio «universal» de paz, solidaridad y tolerancia, que pueden ejercer una influencia saludable en el proceso de globalización.

Al concentrarse en su riqueza espiritual común, los participantes evitaron cuidadosamente la discusión de temas de división religiosa, que junto al ultranacionalismo han alentado durante siglos conflictos armados en todo el mundo durante siglos, y en particular en la última década.

Así, palabras de paz, comprensión, solidaridad, tolerancia y amor han sido la esencia de movimientos religiosos de todo el mundo y reemplazado al debate sobre las guerras que tienen a la religión en su centro, como la de Medio Oriente y los Balcanes.

Giorgio Filibeck, representante del Vaticano, negó que los sentimientos religiosos sean la causa de conflictos armados, y afirmó que las causas radican en el nacionalismo y los intereses económicos y financieros.

Aye Aye Win, del Centro Norte-Sur, recordó los valores budistas adquiridos durante su infancia en Birmania, y en especial el concepto de «meta» (amor hacia aquellos que no te simpatizan), inexistente en el actual proceso de globalización.

«El escándalo de miles de millones de personas arrojadas a la pobreza no es exclusivo del Sur en desarrollo; también es visible en las calles de las capitales más ricas del mundo. ¿Dónde está el «meta» allí?», preguntó Win.

«En el mundo existen recursos para erradicar la pobreza y construir una globalización de valores: derechos humanos, equidad y justicia social», agregó.

La exclusión siempre golpea más a las mujeres, dado que sufren el doble impacto de la discriminación de género y de su grupo étnico o social, señaló Elvira Falbo, de la Universidad Católica del Auxilio, Roma.

«Las mujeres blancas sufren de manera diferente que las negras, y las de países industrializados diferente que las de Asia y Africa», observó.

El individualismo extremo promovido por el sistema de mercado revolucionó en especial la vida de las mujeres, que tradicionalmente cumplen mayores funciones que los hombres dentro de la familia, dijo Falbo.

«Pero en el contexto de la globalización, los vínculos sociales y privados -familia, amigos, hijos, religión, compromiso político- son apenas obstáculos, porque demandan tiempo, enlentecen el proceso de producción y no mejoran la competitividad», lamentó.

Por otra parte, Yoshimi Umeda, director general de la Fundación Shinto, subrayó el papel de la religión en la vida económica de Japón.

«En Japón, la gente reza por la salud de sus empresas, y la economía nacional le debe su prosperidad a esta práctica», afirmó.

Mientras, los representantes islámico y judío (Feisal Abdul Rauf, imán de la mezquita Al-Farah, de Nueva York, y René Sirat, vicepresidente de la Conferencia Europea de Rabinos) destacaron la necesidad de la libertad y solidaridad religiosa.

Sin embargo, no mencionaron a los estados religiosos en los que las creencias «no oficiales» son marginadas o perseguidas.

Giovanni Celiento, subdirector del Centro Norte-Sur, exigió que las iglesias del mundo tengan un papel activo en la promoción del diálogo político para lograr el respeto universal por los derechos humanos, porque «la religión no puede limitarse únicamente a la vida espiritual».

Los delegados acordaron establecer un «grupo de contacto» informal para realizar un seguimiento de la experiencia, que estará coordinado por el Centro Norte-Sur. (FIN/IPS/tra-en/ak/mn/mlm/cr-dv/01

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