Los dos terremotos de este año cambiaron la geografía y aumentaron los desafíos ambientales, sociales y económicos de El Salvador.
Los sismos del 13 de enero y del 13 de febrero causaron la pérdida de áreas verdes y la nueva sedimentación hace temer alteraciones en ecosistemas, señaló a IPS la ministra salvadoreña del Ambiente, Ana María Majano.
A los 827 muertos y 4.520 heridos se agregaron 300.000 viviendas destrozadas y más de un millón de damnificados.
Las pérdidas económicas fueron de 1.600 millones de dólares, una cantidad semejante a los ingresos que El Salvador, de seis millones de habitantes, logra anualmente en concepto de remesas de los emigrantes radicados en Estados Unidos.
«Sin embargo, las pérdidas sociales son mucho mayores que las económicas», dijo a IPS el economista William Pleitez, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Pleitez adelantó datos del informe nacional de desarrollo humano, de próxima publicación, que evidencian el incremento de la pobreza de 47,5 a 51,1 por ciento de la población salvadoreña a causa de los terremotos.
Los sismos demostraron que el modelo de desarrollo promovido en El Salvador no era sustentable, afirman las principales organizaciones ambientalistas del país.
«Los terremotos han servido de lección y ahora estamos pagando la factura», manifestó a IPS Ricardo Navarro, presidente de la organización no gubernamental Amigos de la Tierra Internacional.
Las empresas privadas impusieron tradicionalmente sus intereses a los gobiernos de turno, por lo que han talado, deforestado y urbanizado zonas de gran importancia ecológica, que ahora se han convertido en áreas de alto riesgo, comentó Navarro.
«Esta tragedia nos ha demostrado que no se puede seguir explotando de manera indiscriminada los recursos naturales», sentenció Navarro.
Los epecialistas consultados también advirtieron que la alteración de ecosistemas causada por los dos sismos hacen temer nuevas tragedias naturales.
«Los derrumbes producto de los terremotos han afectado hábitats y desestabilizado muchos terrenos», indicó la ministra Majano.
El gobierno de Francisco Flores trabaja para evitar nuevos desastres, pues en junio comienza la época de lluvias, que dura un semestre, agregó.
«Los próximos meses van a ser todo un reto, pues ahora hay más terrenos falseados y se han incrementado los riesgos de deslizamiento (de tierras)», admitió Majano.
El gobierno, ecologistas y comunidades locales señalan en particular un terraplén de 15 millones de metros cúbicos de sedimentos que obstruye el río Jiboa, uno de los más importantes del país.
El Jiboa, que atraviesa los departamentos de Cuscatlán y La Paz, nace en el lago de Ilopango pel principal de El Salvador- y desemboca en el océano Pacífico, pero su curso está alterado por los derrumbes.
«Los dos terremotos cambiaron la geografía del país», señaló a IPS Mario Díaz, subdirector de la Comisión de Emergencia Nacional. Algunos derrumbes, como en el caso del río Jiboa, crearon pequeñas represas que se podrían romper, explicó. (FIN/IPS/nm/ff/en dv/01