La queja de un ministro mexicano por la lectura de obras de los escritores Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez en el colegio al que asiste su hija derivó en el despido de una educadora y en una encendida polémica nacional.
Los libros «Aura», del mexicano Fuentes, y «Doce cuentos peregrinos», del colombiano García Márquez, premio Nobel de Literatura, no son recomendables para estudiantes de nivel secundario, según el secretario (ministro) de Trabajo, Carlos Abascal.
Esta semana se supo que Abascal, ex dirigente de una de las mayores asociaciones empresariales del país, protestó en marzo en el colegio católico al que asiste su hija de 14 años por la inclusión de esos textos en el plan de estudios.
El ministro atentó contra la cultura y violó las garantías legales para la libertad de cátedra vigentes en México, dijo este jueves a IPS Elías Martínez Rufino, secretario de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados.
Pero la portavoz de la Presidencia mexicana, Martha Sahagún, afirmó que se trata de «un asunto estrictamente personal» de Abascal y «que no tiene nada que ver con su desempeño» como secretario de Trabajo.
Sin embargo, el miembro del gabinete de Vicente Fox «debe entender que su condición de servidor público le impone un comportamiento distinto al del resto de la población», y que «no puede a cada paso señalar que habla el padre, el esposo, el vecino o el funcionario», replicó Martínez Rufino.
Sahagún aseguró que el despido de Georgina Rábago, profesora de Literatura del Instituto Félix de Jesús Rougier, correspondió a una iniciativa del colegio y no a un pedido del ministro.
Por su parte, Abascal reivindicó su derecho a involucrarse en la educación de su hija y negó haber abusado del poder de su cargo al quejarse ante la dirección del centro de enseñanza. El reclamo, sin embargo, derivó en el cese de Rábago desde el domingo pasado.
«Las lecturas que convienen a mi hija menor son las de Cicerón, José María de Pereda, Luis Coloma (religioso de fines del siglo XIX) y Julio Verne», declaró Abascal. La Presidencia de México y la Iglesia Católica se alinearon de inmediato en torno de esa posición.
Fuentes, autor de «La muerte de Artemio Cruz» entre otros muchos títulos célebres en todo el mundo, se manifestó «muy tentado» de ceder a Abascal 10 por ciento de sus regalías, debido a la promoción de sus libros a raíz de la polémica.
En efecto, tres días después de iniciada la discusión, librerías de la capital de México agotaron sus ejemplares de «Aura». Las ventas aumentaron entre 40 y 60 por ciento, informó este jueves el diario Reforma.
«¿Ya sabes que ahora vamos a vender más libros?», le preguntó García Márquez por teléfono al escritor mexicano.
Además, Fuentes dijo que Abascal carece de «derecho a decidir sobre las lecturas y el currículo de una escuela secundaria» en México.
Lo que está detrás del cuestionamiento a la enseñanza de «obras de valor universal es la expresión de corrientes de pensamiento ultraconservadoras», señaló el diputado Martínez Rufino.
«El riesgo es que se pronuncian en la voz del representante del gobierno en las relaciones obrero-patronales» de Fox, agregó el legislador del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática.
El caso de Abascal es «una señal de amenaza contra la educación en México por tratarse de un pronunciamiento contra de formas pensamiento distintas», sostuvo el legislador, quien recordó que en este país la elección de los textos corresponde a los profesores, sin injerencias externas de ninguna índole.
Grupos sociales y sindicales expresan su preocupación por los pronunciamientos conservadores de Abascal, cuya renuncia exigen legisladores ajenos al derechista Partido Acción Nacional (PAN), del presidente Fox.
El escritor Sergio Pitol, premio Juan Rulfo, calificó de «atroz» la actitud de Abascal. Su colega Carlos Monsiváis definió al funcionario como «improvisado y amateur» crítico literario.
Para el analista político Carlos Marín, la actuación de Abascal representa para México «el cambio hacia una sociedad oscurantista, autoritaria y antiliberal, formada con verdades decretadas para siempre y temerosa de la fuerza brutal de la palabra».
Rábago, la maestra despedida por incluir a Fuentes y a García Márquez en sus clases, argumentó que los adolescentes tienen la capacidad y la imaginación para enriquecerse y desarrollar el buen gusto por la literatura de calidad.
Poco después de asumir, en diciembre, Abascal encomendó el bienestar de los trabajadores mexicanos a la Virgen de Guadalupe, patrona de los católicos de este país.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Abascal llamó «masculinizadas» a las mujeres que trabajan, en muchos casos jefas de familia, y defendió las tareas domésticas como idóneas para la población femenina.
Uno de los párrafos de «Aura», uno de los libros que disgustó a Abascal, reeditado 39 veces y traducido a varios idiomas, dice:
«Felipe cae sobre el cuerpo desnudo de Aura, sobre sus brazos abiertos, extendidos en un extremo al otro lado de la cama, igual que el Cristo Negro que cuelga del muro de su faldón de seda escarlata, sus rodillas abiertas, su costado herido, su corona de brezos montada sobre la peluca negra, enmarañada, entreverada con lentejuelas de plata. Aura se abrirá como un altar».
Fuentes recordó a Abascal que «quizá no haya una sola pareja en México que no haga el amor debajo de una imagen de la Virgen de Guadalupe o de un crucifijo». (FIN/IPS/pf/mj/ed cr/01