DROGAS-RUSIA: Tres millones de consumidores y el mercado crece

La existencia de tres millones de consumidores de drogas obliga a las autoridades de Rusia a pedir ayuda internacional para frenar el narcotráfico, cuyas operaciones dentro del país superan los 1.500 millones de dólares anuales.

Rusia es, según la ONU, territorio de tránsito hacia Europa occidental de drogas procedentes de Afganistán y varias ex repúblicas soviéticas. Además, el mercado interno crece con rapidez, al influjo de pequeños grupos que actúan con independencia de las grandes organizaciones delictivas.

Gran variedad de drogas son embarcadas rumbo a Europa occidental y Japón, o consumidas cada vez por más jóvenes en Rusia, sostuvo Bruno Dato, representante en Rusia y Belarús del Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas (PNUFID).

Desde 1990, el número de usuarios de drogas registrados en Rusia se cuadruplicó. Unos 450.000 adictos se inscribieron el año pasado en centros estatales de tratamiento.

El Ministerio del Interior calcula que el número real de consumidores multiplica esa cifra hasta por siete. De ese modo, afirma, unos tres millones de personas —en una población total de 146 millones— consumen de forma regular u ocasional algún tipo de droga ilícita.

Para el presidente Vladimir Putin, la propagación de las drogas llegó a constituir «una amenaza a la seguridad nacional», y los traficantes son «las raíces del mal» en la sociedad rusa.

El país es utilizado como territorio de tránsito de grandes cantidades de heroína y marihuana procedentes de Afganistán y de las ex repúblicas soviéticas que integran la Confederación de Estados Independientes, según el informe «Comercio de Drogas Ilegales en Rusia», publicado por el PNUFID.

Pero, contra a muchos pronósticos, Rusia no se ha convertido en una ruta de tránsito importante para la cocaína procedente de América del Sur, según este informe.

Si bien Rusia aún representa una fracción considerada pequeña del total del comercio mundial de drogas, las autoridades procuran ayuda internacional para luchar contra el narcotráfico y los crímenes asociados con esa actividad.

El gobierno y al ONU trabajaron conjuntamente en un acuerdo según el cual el PNUFID suministrará al país equipos de comunicaciones, entrenamiento para personal especializado y trabajos de investigación sobre el tráfico de drogas en Rusia.

El estudio de PNUFID, primer análisis amplio sobre el comercio ilegal de drogas en Rusia, fue dirigido por la experta Letizia Paoli y se basa sobre el trabajo de campo realizado en nueve ciudades.

De acuerdo con el PNUFID, el tráfico de drogas está a cargo de una gran cantidad de grupos, clanes, organizaciones criminales e individuos que actúan de forma independiente.

Para enfrentar este desafío, el Parlamento ruso aprobó hace tres años una polémica ley anti-drogas, que pena como delito el uso de drogas sin prescripción médica y amplía las potestades policiales para perseguir y detener a supuestos traficantes y adictos.

La ley también obliga a los adictos a someterse a tratamientos y prohíbe cualquier publicación sobre el uso y preparación de drogas.

La ley también prohíbe a la prensa la revelación de datos sobre posibles bocas de venta de drogas, pues los legisladores estiman que los adictos aprenden sobre el asunto a través de la prensa, la televisión y el cine.

Organizaciones de derechos humanos y de médicos acusan a la policía de caer en abusos en la aplicación de esta ley y de empujar así a los adictos a la ilegalidad, así como al consumo de drogas «caseras» e inyectables cuyo uso incrementa la transmisión de enfermedades como el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

Por otra parte, se teme la aparición de nuevas áreas de cultivo destinadas a satisfacer las demandas del creciente mercado interno.

El terreno y el clima de la ex Unión Soviética son ideales para cultivar marihuana y adormidera (también llamada amapola, materia prima del opio, la morfina y la heroína). Sólo en Kazajstán, se dedica un millón de hectáreas al cultivo de drogas.

Los gobiernos autoritarios y corruptos de las ex repúblicas soviéticas de Asia central, así como el fácil acceso desde esos territorios al mercado ruso, favorecen la creación de una réplica del Triángulo de Oro, principal zona mundial de producción de adormidera en la frontera entre Birmania, Laos y Tailandia.

Hay muy pocos obstáculos para el ingreso de drogas a Rusia a través de esas fronteras poco vigiladas. Tanto los traficantes locales como los internacionales ven a Rusia como un mercado lucrativo.

El Ministerio del Interior ruso estima que los traficantes transportan a este país entre 1.500 y 2.000 millones de dólares en drogas.

Pero contra la presunción de la mayoría de los observadores rusos y occidentales, la producción, el contrabando y la venta de drogas no están bajo control de grandes organizaciones criminales, según Paoli, autora del informe del PNUFID.

Por el momento, la temida «mafia rusa» (crimen organizado) parece no estar interesada en el comercio de drogas, pues tiene mejores oportunidades en la economía legal, sostuvo Paoli. (FIN/IPS/tra-en/sb/mn/dc/mj/ip/01

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