La publicación esta semana de la versión china del libro «Los documentos de Tiananmen» coincidió con una nueva victoria diplomática de Beijing en la Comisión de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos.
Mientras el polémico libro sobre las acciones de los líderes comunistas antes de la masacre de Tiananmen llegaba en lengua china a las librerías de Hong Kong, Taiwan y otros grandes mercados, China lograba el miércoles evitar que el más importante organismo internacional de derechos humanos la censurara.
La Comisión con sede en Ginebra aprobó una moción de «no acción» presentada por Beijing el miércoles y decidió por lo tanto no considerar una moción de condena a las violaciones a los derechos humanos en China, patrocinada por Estados Unidos.
Esta es la décima victoria de Beijing frente a Washington en la Comisión desde 1990.
Desde la sangrienta represión el 4 de junio de 1989 de manifestantes por la democracia en la plaza de Tiananmen, que dejó más de 300 muertos, la comunidad internacional se ha esforzado por mejorar la situación de los derechos humanos en China.
El fracaso de las mociones de Estados Unidos parece sugerir que la mayoría de los miembros de la Comisión creen que las medidas diplomáticas bilaterales son más eficaces.
Sin embargo, la publicación de Los documentos de Tiananmen en chino recordó a la comunidad internacional que aquella masacre de manifestantes desarmados sigue sin investigación ni castigo.
La represión de todo disentimiento en los años siguientes y el encarcelamiento con largas sentencias de los líderes del Partido de la Democracia demostraron que el gobernante Partido Comunista no está ahora más abierto a la oposición que cuando abrió fuego contra los estudiantes en Tiananmen, en 1989.
Además, el creciente compromiso de Beijing con el régimen internacional de derechos humanos en los años siguientes a la masacre disimula los abusos que se siguen cometiendo en China.
La firma de dos convenios con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) -uno sobre derechos económicos, sociales y culturales, y otro sobre derechos civiles y políticos, en 1996 y 1998 respectivamente- no produjo ninguna mejoría en la situación de los derechos humanos en China.
El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos acusó a China en su último informe anual de reprimir a los miembros del movimiento espiritual Falun Gong, así como a la minoría cristiana, tibetana y uigur, y aseguró que la situación se agravó el año pasado.
«Miles de instituciones religiosas no registradas han sido clausuradas o destruidas», sostiene el informe, y agrega que «cientos de seguidores de Falun Gong están en la cárcel, en 'campos de reeducación mediante el trabajo' o en hospitales psiquiátricos».
Se cree que más de 100 miembros de Falun Gong murieron debido a maltratos y torturas bajo custodia, agrega el informe, publicado en febrero.
En el último año, China también aprobó nuevas normas sobre el acceso a Internet, detuvo al menos a cuatro académicos extranjeros sin explicación y no tomó medida alguna para abolir la «reeducación mediante el trabajo», un sistema penal reiteradamente condenado por la ONU.
Sin embargo, Beijing aseguró que «el año 2000 fue testigo de nuevos avances en la causa de los derechos humanos en China», en una nueva propuesta sobre derechos humanos publicada en respuesta a la moción de Estados Unidos, semanas antes de la votación del miércoles en Ginebra.
El último ejemplo citado por Beijing es la ratificación del convenio de la ONU sobre derechos económicos, sociales y culturales, el 28 de febrero de este año.
Sin embargo, China opuso una reserva a un artículo que garantiza el libre derecho a formar e incorporarse a sindicatos.
Actualmente, las leyes chinas permiten únicamente un sindicato oficial, patrocinado por el gobierno, y los individuos que han intentado organizar otros grupos independientes fueron brutalmente reprimidos.
La victoria diplomática de China en Ginebra sólo fortalecerá su posición, advirtió Joanna Weschler, representante del grupo de derechos humanos Human Rights Watch en la Comisión de la ONU.
Beijing «podrá continuar e intensificar su represión de las libertades básicas sin ninguna consecuencia a nivel internacional», dijo Weschler.
«Es claro que la ayuda técnica de la ONU y los diálogos bilaterales sobre derechos humanos son insuficientes para resolver los graves problemas de China en esa área», agregó.
Con la publicación de la versión china de Los documentos de Tiananmen, que recuerda al mundo el crimen impune de aquel 4 de junio, el gobierno chino podría ser presionado a investigar y castigar a los violadores de los derechos humanos.
El libro revela cientos de documentos clasificados del gobierno chino que exponen las acaloradas discusiones entre los máximos líderes del Partido Comunista en el período previo a la represión del movimiento estudiantil por la democracia, en 1989.
«Los documentos de Tiananmen contienen el registro oficial más completo del acontecimiento más trágico y heroico de la historia moderna de China», destacó Pin Ho, director de la editorial Mirror Books, especializada en publicaciones sobre política y cultura de la China contemporánea.
«Por primera vez desde 1949, se publicaron documentos oficiales chinos por vías no oficiales fuera de China, sin la participación de Beijing», subrayó.
Sin embargo, los líderes comunistas no parecen dispuestos a satisfacer los reclamos populares de justicia.
El presidente chino Jiang Zemin reunió hace poco a 2.000 altos funcionarios de gobierno para mostrarles un documental sobre la versión oficial de la masacre de Tiananmen, como forma de «inmunizarlos» contra cualquier influencia perjudicial externa. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/hd/01