COMERCIO-AMERICA: Québec aguarda a Bush con pesimismo

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, defendió la creación del ALCA durante su campaña electoral, pero este viernes asistirá a la Cumbre de las Américas en Québec, Canadá, sin la autorización legislativa de vía rápida para impulsar las negociaciones.

El gobierno aún no ha presentado ante el Congreso el pedido de autorización de vía rápida, aunque en un discurso este martes ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Bush dijo estar «confiado» en obtener esas facultades antes de fines de año.

Sin la autoridad de vía rápida, el Congreso legislativo puede modificar los tratados comerciales negociados por el ejecutivo, lo cual, a su vez, exigiría una nueva negociación. Con la autoridad, sin embargo, el Congreso sólo puede votar a favor o en contra del tratado, en bloque y sin modificarlo.

El temor de una posible recesión de la economía estadounidense podría reforzar las presiones proteccionistas que estuvieron contenidas durante el gobierno de Bill Clinton, durante la mayor expansión económica de la historia del país.

Así mismo, más de 25.000 personas rodearán la ciudad amurallada de Québec en oposición al ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas).

Esa circunstancia podría hacer de la cumbre de América otro desastre de relaciones públicas, semejante al de la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, que impidió que Clinton buscara la vía rápida durante su último año de gobierno.

El ánimo en Québec es pesimista. «Lo mejor que se puede esperar es un empujón político para avanzar lo más rápido posible las negociaciones del ALCA», advirtió Bruce Stokes, especialista en comercio del influyente Consejo de Relaciones Exteriores de Washington.

Planteado por primera vez por el padre de Bush en 1990, el ALCA será el punto principal de la cumbre a la que asistirán jefes de Estado y de gobierno de toda América, y corresponderá al actual presidente estadounidense demostrar su voluntad a negociar el acuerdo final para 2005, la fecha prevista para su inicio.

«El resultado de la Cumbre dependerá mucho de lo que él diga. Hasta el momento, Estados Unidos no ha dado señales de que esté preparado para asociarse en serio», sostuvo Peter Hakim, director de Diálogo Interamericano, un centro de investigación de Washington.

A diferencia del gobierno de Clinton, que hizo hincapié en la importancia de la globalización económica en el mundo posterior a la guerra fría, el equipo de política exterior de Bush muestra más interés en la política tradicional del poder.

Por ejemplo, el gobierno consideró reducir la jerarquía del Representante Comercial de Estados Unidos, encargado de negociar los tratados comerciales, y decidió que los funcionarios de economía internacional se comunicaran con el presidente a través de la Asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, ex especialista en la Unión Soviética sin experiencia en comercio.

Mientras, el Representante Comercial Robert Zoellick aún no logró que los principales partidos estadounidenses, el oficialista Republicano y el opositor Demócrata, se pusieran de acuerdo sobre un proyecto de ley de vía rápida que otorgue a Bush la autoridad para negociar el ALCA y otros tratados comerciales.

Para apoyar la vía rápida, los legisladores demócratas pretenden que los tratados comerciales, como el ALCA, incluyan garantías para el ambiente y los derechos de los trabajadores, mejores que las del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado en 1994 con Canadá y México.

Por su parte, la bancada republicana se opone a todo artículo que haga respetar dichas garantías mediante sanciones.

El hecho de que Zoellick no haya logrado acercar a ambos bandos preocupa a muchos partidarios del ALCA.

«Debe existir algún tipo de término medio, sobre todo con respecto a los temas laborales», dijo Hakim, quien espera que Bush se pronuncie a favor de los reclamos de los sindicatos en Québec.

Sin embargo, Bush ha desilusionado hasta el momento. En el discurso ante la OEA este martes, en el cual describió sus prioridades para la cumbre, no mencionó los reclamos demócratas sobre el ambiente o los derechos de los trabajadores.

Bush se limitó a declarar que su gobierno «trabaja activamente con el Congreso… para aprobar un proyecto de ley que otorgue autoridad de promoción del comercio», el nombre oficial dado a la vía rápida. «Intensificaremos esta gestión a mi retorno de Québec, y confío en que tendremos éxito», agregó.

En respuesta a sus críticos, Bush prometió publicar el borrador actual sobre el ALCA para «permitir a nuestros ciudadanos ver lo que se negocia y darles la oportunidad de plantear sus opiniones sobre este importante documento».

Pero aun si Bush redobla sus esfuerzos, deberá superar otros obstáculos, advierten analistas.

La posible recesión de la economía estadounidense podría incrementar la presión proteccionista no sólo en este país, sino en otros, señaló John Cavanagh, del Instituto de Estudios Políticos, un influyente crítico de la globalización económica.

En realidad, el libre mercado y otros principios de la economía neoliberal, que forman la base del ALCA, generan hoy mucho menos entusiasmo en América que en 1994, sobre todo porque no lograron que millones de personas salieran de la pobreza, según Hakim.

Muchas de las manifestaciones en Québec durante el fin de semana estarán a cargo de sindicatos, indicó Cavanagh, preocupados por la posibilidad de que nuevos acuerdos de libre comercio sin protecciones a los derechos de los trabajadores perjudiquen a éstos en la competencia internacional por atraer la inversión empresarial.

Otro factor será la resistencia, sobre todo de Brasil, a un tratado que no incluya importantes concesiones comerciales y políticas del propio Estados Unidos.

De hecho, Brasil, que celebrará elecciones presidenciales en 2002, podría bloquear las negociaciones. «Si Brasil y Estados Unidos se ponen de acuerdo, tendremos el ALCA para 2005», afirmó Mack McLarty, enviado especial a América Latina en el gobierno de Clinton.

Una vía que tiene Estados Unidos para impedir el bloqueo brasileño es la negociación de tratados bilaterales, comenzando por Chile, cuyo presidente, Ricardo Lagos, se reunió con Bush en Washington este lunes. «Un acuerdo bilateral con Chile aumentaría el interés por el ALCA», opinó McLarty. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq/if ip/01

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