COMERCIO-AMERICA: La levedad de la unión latinoamericana en Quebec

América Latina llegará este viernes a la tercera cumbre continental de Québec, Canadá, con una posición común frente al ALCA, construida trabajosamente y que no alcanza a ocultar discrepancias de fondo en torno de los modelos que marcarán la integración en los próximos años.

La tercera Cumbre de las Américas, en la ciudad canadiense, reunirá a los gobernantes de los 34 países miembros de la Organización de Estados Americanos, la entidad hemisférica de la cual Cuba está excluida desde 1962.

La ratificación del cronograma para concluir las negociaciones del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) a comienzos de 2005 y conseguir las ratificaciones legislativas del tratado hasta diciembre del mismo año constituye el punto central de una cita que, sin embargo, tiene una agenda más amplia.

Tanto el canciller de Brasil, Celso Lafer, como el vicecanciller de Chile, Heraldo Muñoz, destacaron esta semana el interés de sus gobiernos en que la unidad continental considere como pilares permanentes, además del comercio, a la democracia, los derechos humanos y la promoción de la educación y la salud.

«Hay una dimensión en la cual Chile quiere insistir y es que, tal como ocurre en relación al Mercosur (Mercado Común del Sur) y la Unión Europea, hay una estrecha relación entre comercio y democracia», dijo Muñoz.

El vicecanciller aludió así a las cláusulas democráticas consideradas en negociaciones con la Unión Europea (UE) y ya incorporadas en los compromisos del Mercosur, el acuerdo subregional que conforman desde 1991 Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, con Chile y Bolivia como miembros asociados desde 1996.

No se descarta que en Québec se plantee que el ALCA se dote también de un mecanismo de defensa de los sistemas democráticos representativos, que prevea exclusiones temporales del proceso de integración comercial de países en que se produzcan golpes de Estado o distorsiones de la voluntad popular.

El gobierno de Perú, que encabeza el presidente provisional Valentín Paniagua, aparece como uno de los impulsores de una iniciativa de esta naturaleza.

Entre los otros puntos a considerar en la cumbre, Chile está también interesado en que se dé seguimiento a los planes de impulso a la educación en América, que este país colocó como cuestión central de la segunda cumbre, celebrada en Santiago en abril de 1998.

La conectividad, palabra con la cual se alude a la masificación de Internet como escenario de la llamada nueva economía, fue colocada en la agenda de esta tercera cumbre por Canadá, con el respaldo entusiasta de latinoamericanos y caribeños.

Educación, conectividad electrónica y gobernabilidad democrática son postulados que se vinculan estrechamente con el libre comercio, porque «tienen que ver con la igualdad de oportunidades y con la equidad, claves para el desarrollo de nuestros países», señaló Muñoz.

La cumbre de las Américas es más que el ALCA, pero guste o no el tratado comercial hemisférico será la estrella de esta tercera cumbre, tal como lo fue de las dos anteriores.

El documento sobre el cronograma de fin de las negociaciones y ratificación del ALCA que conocerán los 34 presidentes y primeros ministros fue redactado tras difíciles negociaciones, que culminaron en la reunión de ministros encargados de Comercio Exterior realizada a comienzos de este mes en Buenos Aires.

El debate sobre la posibilidad de adelantar el fin de las negociaciones a 2003, introducido por Chile con el respaldo de Canadá y Estados Unidos, sirvió para poner de manifiesto la débil unidad latinoamericana y, sobre todo, la pérdida de cohesión del Mercosur, considerado hasta ahora el proyecto de integración más sólido en la región.

El gobierno brasileño de Fernando Henrique Cardoso venía trabajando por el fortalecimiento de la integración latinoamericana como paso previo para negociar el ALCA en un frente común con Estados Unidos.

Brasil dio un paso significativo en esa dirección en agosto de 2000 con la cumbre latinoamericana que Cardoso organizó en Brasilia, pero esos avances comenzaron a diluirse prontamente y tuvieron un virtual requiem en la cita ministerial de la capital argentina.

Primero fue la decisión chilena, anunciada en diciembre de 2000, de negociar unilateralmente un tratado bilateral de comercio con Estados Unidos, que provocó irritación en Brasilia y señales de respaldo tanto desde Buenos Aires como de Montevideo.

En el marco de la reunión de ministros trascendió que otros cuatro o cinco gobiernos latinoamericanos están interesados en pactos bilaterales de comercio con Washington, y el único que de alguna manera hizo público ese propósito fue el de Argentina, por boca de su ministro de Economía, Domingo Cavallo.

El problema de las fechas se despejó en Buenos Aires, con la virtual ratificación de 2005 como fin del itinerario negociador, mientras América Latina incorporaba como puntos de consenso al borrador para los presidentes postulados sobre «lo que no debe ser» el ALCA más que propuestas sobre «lo que debe» ser.

Así, se llega a Québec con planteamientos genéricos sobre la no vinculación de asuntos laborales y ambientales con sanciones económicas y comerciales, y con un reconocimiento vago a la preeminencia que los acuerdos del ALCA deberán tener sobre legislaciones nacionales.

Se buscará así impedir que Estados Unidos, por ejemplo, se niegue a debatir en el contexto de las negociaciones el desmontamiento de su copiosa legislación antidumping, con la cual en la óptica estadounidense se castiga prácticas de comercio desleal que permiten exportar un producto a un precio inferior a su costo.

La duda es si este tipo de acuerdos generales permitirán a los latinoamericanos dar la pauta en la negociación a marcha relativamente forzada que se iniciará después de Québec, o si la carencia de un proyecto regional común terminará por entregar la conducción del proceso a Estados Unidos.

El temor a que el ALCA sea en última instancia la extensión a todo el continente del Tratado de Libre Comercio de América del Norte podría tomar cuerpo, con el consiguiente fortalecimiento de la resistencia al tratado de sindicalistas, ambientalistas y otras organizaciones de la sociedad civil. (FIN/IPS/ggr/mj/if/01

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