Expertos y ambientalistas de El Salvador proponen una alternativa de vivienda amigable con la naturaleza, accesible para miles de campesinos pobres y acorde con la identidad cultural de este país asolado por los desastres naturales: casas antisísmicas de adobe.
El principal grupo ambientalista de El Salvador y una organización educativa promueven un modelo de vivienda de adobe (bloques de barro mezclado con cañas y secados al sol) diseñado por expertos de Chile, Colombia, Francia y Perú.
«Una casa antisísmica de adobe es más barata, segura y ecológica», explicó a IPS el ingeniero Mauricio Sermeño, uno de los principales promotores de la idea.
Tras los terremotos que en enero y febrero destruyeron la vivienda de más de un millón de salvadoreños —la sexta parte de la población del país—, el adobe está en el centro de la polémica.
Decenas de salvadoreños murieron sepultados o asfixiados bajo sus casas luego de los dos sismos, de 7,6 y 6,6 grados en la escala de Richter, que ocasionaron al país pérdidas por 1.600 millones de dólares.
Entre los principales daños que dejaron los sismos se cuentan cerca de 300.000 casas que se desplomaron, muchas de las cuales eran de adobe.
Ante esta controversia, la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), la principal organización ambientalista de El Salvador y el no gubernamental Equipo Maíz, dedicado a la educación, se unieron para proponer un nuevo modelo que utilizara el mismo material.
El ingeniero Mauricio Sermeño, coordinador de la UNES, explicó a IPS que su organización y el Equipo Maíz rescataron el diseño de una vivienda antisísmica de adobe preparado por los expertos chilenos, colombianos, franceses y peruanos en los años 90.
El diseño fue elaborado en el marco de un proyecto para la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, centro de enseñanza privada salvadoreña dirigida por la orden católica jesuita.
La idea, relata Sermeño, fue trasladada a un libro de 92 páginas dirigido a la población más pobre del país. El volumen muestra paso a paso cómo construir una vivienda antisísmica de adobe, con instrucciones sencillas e ilustraciones, incluso humorísticas.
«El adobe es parte de nuestra identidad cultural y por eso queremos rescatarlo al proponer una vivienda segura y de bajo costo», explicó Sermeño.
Las primeras viviendas antisísmicas de adobe fueron construidas de manera experimental en noviembre pasado en la ciudad de Armenia, a 35 kilómetros al oeste de San Salvador.
Miles de casas de adobe construidas de la manera convencional, de cemento y de madera se cayeron o sufrieron múltiples destrozos cuando ocurrieron los terremotos de enero y febrero, pero las de adobe antisísmico permanecieron intactas.
«Las casas caídas eran, por lo general, de personas de muy bajos recursos y estaban muy mal construidas y diseñadas», añade Sermeño.
La UNES, que agrupa a 35 organizaciones ambientalistas, apoyó la publicación del libro editado por el Equipo Maíz.
Las viviendas antisísmicas de adobe tienen varias diferencias respecto del adobe convencional, pues, según sus diseñadores, para que el barro seco resista es necesario evitar que se humedezca.
Los promotores del nuevo modelo explican a los campesinos y a la población en general que a la vivienda hay que «ponerle botas y sombrero para que no se moje».
El «sombrero» es, en realidad, un amplio alerón o vertiente del techo, que impida la caída directa del agua de lluvia sobre la pared de barro seco.
Las «botas» son la base de cemento que debe construirse en los los primeros cuarenta centímetros de altura de la pared, con el fin de que la humedad del suelo no llegue hasta el adobe. Además, debe instalarse una capa de plástico entre la base de cemento y el adobe.
La vivienda exige reforzamientos de hierro y un armazón interior en las paredes, con una especie de caña llamada «vara de castilla».
El diseño también requiere de una mezcla precisa de tierra blanca, arena y arcilla para que los bloques de adobe sean más resistentes.
Mientras una vivienda de adobe antisísmico de dos cuartos y un amplio corredor puede costar 2.000 dólares, una vivienda de igual tamaño pero de ladrillo o de cemento cuesta cerca de 6.000 dólares, dicen los promotores del nuevo modelo.
Según datos brindados a IPS por la oficina salvadoreña del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la pobreza se incrementó en El Salvador tras los últimos terremotos.
Antes de los sismos de enero y febrero, 47,5 por ciento de los 6,4 millones de salvadoreños eran pobres. El porcentaje se elevó luego a 51,1.
Los promotores del modelo antisísmico sostienen que, además de ser un material integrado a la identidad cultural salvadoreña, el adobe también es funcional para las condiciones climatológicas de la región.
«Es un material idóneo para el clima tropical, pues la vivienda es fresca cuando hace calor y es cálida cuando hace frío», explicó a IPS Denyse Brunet, directora de la no gubernamental educativa Equipo Maíz.
La organización presentó el libro en San Salvador este mes y comenzó entonces a distribuirlo en todo el país a unos 2,85 dólares por ejemplar.
Brunet dijo que el Equipo Maíz está dispuestos a compartir este material con otros países y organizaciones no gubernamentales de América Latina que los contactan a su correo electrónico (equipomaiznetcomsa.com). (FIN/IPS/nms/mj/en/01