(Arte y Cultura) MUSICA-COLOMBIA: El arte antiguo conquista a jóvenes

Música Ficta, el grupo colombiano que interpreta composiciones españolas e hispanoamericanas de la época de la colonia, se convirtió en la principal atracción del II Festival de Música Antigua y Religiosa de Bogotá.

El encuentro organizado por la Corporación Musical La Folía y auspiciado por la alcaldía de Bogotá se llevó a cabo entre los días 7 y 13 y contó con la presencia de la Camerata Barroca de Caracas como invitada internacional.

El festival de la capital de Colombia se equipara en perfil y proyección al de Chiquitos, en Bolivia, que se realiza cada dos años, y al de Los Fundadores, de San Luis Potosí, en México, y al brasileño de Juiz de Fora.

Música Ficta es dirigido por Carlos Serrano, quien ejecuta flauta dulce, bajón y chirimía, e integrado por Jairo Serrano, en laúd y percusión además de cantante tenor, Daniel Zuluaga, en laúd, guitarra barroca y vihuela, y Juan Carlos Arango, en bajón, bajoncillo y chirimía.

La mayoría de ellos tienen estudios de especialización en el Instituto de Música Antigua de la Universidad de Indiana, en Bloomington, Estados Unidos.

Con actuaciones a sala colmada de público, en su mayoría de jóvenes, la agrupación colombiana presentó un repertorio definido como «música de nobles y negros en los virreinatos de Lima y de Nueva Granada».

Composiciones de autores como Juan de Herrera (1665-1738) y Gaspar Sanz (1640-1709) y anónimos como «Esa noche yo bailá» (Cochabamba, Bolivia, siglo XVIII) o «Un juguetico de fuego» (Cuzco, Perú, 1702), fueron recibidos con entusiasmo por los asistentes.

«Me siento muy contenta de haberlos escuchado. Combinan un clima de frescura y alegría con sensibilidad interior», dijo María Vélez, estudiante de arquitectura.

Probablemente a esa mezcla de sensaciones fue la experimentada por el crítico Iván Moody, del diario estadounidense Washington Post, quien destacó la calidad del segundo disco del grupo, «De Antequera sale un moro», editado a mediados de 2000 por la empresa francesa Milán Jadé.

«Estas canciones sobre piezas tradicionales son de una factura exquisita y, si se abordan sin artificio, como ocurre aquí, tienen mucho que ofrecer», escribió Moody.

El primer disco de Música Ficta fue «Romances y Villancicos de España y del Nuevo Mundo» y fue producido en forma independiente.

Carlos Serrano explicó a IPS que el nombre del grupo, que alude a ficticio, proviene de un término técnico, característico de la música barroca, cuyas partituras no incluyen todos los movimientos.

«Muchas cosas no están escritas, pero el intérprete sabe que las tiene que tocar, por puro oído, porque está habituado a ejecutar esa música y, si no lo hace, se oye mal», precisó el músico también graduado en biología.

El director de Música Ficta, al comentar los orígenes de la agrupación a fines de la década del 80, inevitablemente se remite su propia trayectoria musical.

«Yo tocaba flauta dulce desde niño y, aunque, era aficionado, siempre mantuve la disciplina. Luego viajé a Nueva York para estudiar música y tras regresar a Colombia en 1988 me propuse conformar un grupo», narró.

Por entonces Carlos Serrano había agregado la percusión a las flautas dulces y su hermano Jairo, que ya era músico profesional, se sumó para aportar su condición de cantante tenor.

El ingreso de vocalistas le abrió al grupo un universo de posibilidades en cuanto a la música antigua, cuyo repertorio es principalmente vocal.

En los comienzos de Música Ficta los profesionales que ingresaban debían aportar su instrumento, pues en Colombia no se venden muchos de ellos, por ejemplo laúdes.

Carlos Serrano explicó que su especialización en repertorio español e hispanoamericano data de 1992, en ocasión de celebrarse los 500 años de la conquista de América.

«Desde entonces sólo tocamos ese repertorio que es muy rico, aunque menos difundido que el alemán, el más conocido, el italiano, determinante en el período barroco, y el francés», indicó.

A manera de ejemplo del peso que tuvo la música en la América española, Serrano destaca la importancia de ciudades como Potosí, en Bolivia, donde la riqueza derivada de las minas de plata atrajo también a artistas de renombre en España.

También ocurría algo similar en México, Lima, Cuzco (Perú) y Guatemala y en menor medida, en La Habana, Cartagena (Colombia) y en Bogotá.

Las misiones de la Compañía de Jesús, en la zona donde hoy confluyen las fronteras de Argentina, Brasil y Paraguay, fue otro foco de difusión de la cultura musical como parte del adoctrinamiento católico, respetando las lenguas indígenas.

La música que trajeron los sacerdotes y algunos señores ilustrados se enriqueció y diversificó notablemente con la influencia cultural que dejaron los pueblos azteca e inca.

«Una de las justificaciones de la conquista era convertir a los indígenas al cristianismo y uno de los medios más eficaces fue la música, pues los nativos demostraban gran curiosidad por ella y resultaba más fácil que memorizaran una oración con música», según el músico.

«La música española al llegar a América se favorece con ciertos instrumentos. Probablemente los indígenas tenían más facilidad para fabricar algunos de viento, como la zampoña, que es prehispánica», detalló.

Otro instrumento destacado durante la colonia española en América es el bajón de doble caña, precursor del fagot, que siendo del 1600, aquí fue muy difundido hasta comienzos del siglo XX.

«Tocar el bajón de doble caña es como tener poner un dinosaurio al lado de una nueva especie», graficó Serrano.

En cuanto a la percusión, la llegada de los esclavos africanos tenían una herencia mayor a la de cualquier otra región del mundo. Así, las síncopas, ritmos cruzados, y el poliritmo «empiezan a ser lo normal», explicó.

Serrano añadió que ese mestizaje explica la apreciación tan generalizada acerca de «que los latinoamericanos saben bailar mejor que un europeo o un estadounidense».

Pero también la música europea reconoce influencia americana, como es el caso la suite barroca que incorporó movimientos como «la chacona», que viene de América Central, y «la zarabanda», considerada profana y originaria de México.

Para Serrano se ha retomado el interés por la música antigua, con la investigación y en archivos originales de las catedrales, tarea en la que se destaca el estadounidense Robert Stevenson , considerado autoridad mundial en música hispanoamericana antigua.

«Nosotros hemos investigado en muchos lugares, salvo en la catedral de Bogotá, donde nunca hemos entrado pues es particularmente hermética», mucho más que las de Perú, Bolivia, Guatemala o México, aseguró.

A veces se encuentran materiales publicados o manuscritos como único original, lo cual es como tener los huesos sin carne de un músico de aquella época. Entonces hay que recrear, explicó.

La música antigua interpretada en instrumentos de época comenzó a ser valorada a partir de la década del 60, pero el interés ha crecido en los últimos 20 años y eso se refleja en un crecimiento de las ventas de discos. (FIN/IPS/mig/dm/cr/01

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